Ciclo Año B 2023-2024
El primer domingo de adviento
(Azul o púrpura)
Tema del día: Hoy celebramos el primer domingo de adviento. La palabra “adviento” literalmente quiere decir “la venida.” En la estación del adviento, celebramos la primera venida de Cristo mientras que nos preparemos para su segunda venida. Por lo tanto, las lecturas para esta mañana enfocan en la segunda venida de Jesucristo y cómo nos preparamos para esa venida.
La Colecta: Te suplicamos, Señor, que muestres tu poder y vengas, para que seamos librados mediante tu protección de los peligros que nos amenazan por causa de nuestros pecados, y seamos salvados por tu mano poderosa; tú que vives y reinas con el Padre y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Isaías 63:16-17; 64:1-8 El profeta Isaías clama a Dios que venga para restaurar a su pueblo rebelde y para tomar su lugar como el Dios y Redentor de ellos.
63 16Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre. 17¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos, y endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad.
64 1¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, 2como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! 3Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti. 4Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera. 5Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos? 6Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. 7Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.
8Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.
El Salmo del Día: Salmo 24
Salmo de David.
1 De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan.
2 Porque él la fundó sobre los mares,
Y la afirmó sobre los ríos.
3 ¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo?
4 El limpio de manos y puro de corazón;
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño.
5 El recibirá bendición de Jehová,
Y justicia del Dios de salvación.
6 Tal es la generación de los que le buscan,
De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob.
Selah
7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
8 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.
9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
10 ¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos,
El es el Rey de la gloria.
Selah
La Segunda Lectura: 1 Corintios 1:3-9 San Pablo nos anima y nos consuela con el hecho de que Dios nos guardará en su gracia mientras que esperemos “la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” en el fin del mundo.
3Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
4Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; 5porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; 6así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; 8el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Alzad, oh puertas, vuestras cabezas; alzadlas, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria. ¡Aleluya!
El Evangelio: Marcos 13:32-37 Cristo nos anima a velar, o sea, a estar listos para su segunda venida, porque nadie sabe ni el día ni la hora. Estamos listos para la venida de Cristo al creer en él como nuestro Salvador, y velamos estando en su Palabra constantemente para el fortalecimiento de nuestra fe.
32Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. 33Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. 34Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. 35Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; 36para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. 37Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.
ESTAMOS ESPERANDO POR JESÚS
Es difícil esperar. Ya sea que tus hijos estén esperando regalos en Navidad, o que estés esperando el bus camino al trabajo, o esperando que tu novia o novio te envíe un mensaje de texto, esperar nunca es tan divertido. Pero obviamente eso no nos impide esperar. Podemos soportar esas cosas tan triviales como esperar nuestra comida en un restaurante, eso es fácil. Pero hay cosas en la vida que no es tan fácil esperar. Esperamos los resultados de una aterradora prueba médica, o el regreso de un hijo que está viviendo mal, o que nuestra madre o nuestro padre finalmente nos comprendan. Cuando la vida se pone difícil y las cosas se ponen serias, queremos tener cierto control sobre ello, ¿verdad? Lo último que queremos hacer es esperar, porque simplemente esperar es difícil.
Jesús nos habla mucho de esperar hoy, pero no de algo trivial como el bus o un taxi, sino de lo más importante que esperamos de este lado del cielo, la llegada del fin del mundo. Jesús nos dijo que regresará pronto y que no quiere que estemos sentados sin hacer nada mientras se acerca ese día, y de eso se trata la lección del evangelio de hoy. Jesús nos prepara para la espera diciéndonos lo que necesitamos saber y dirigiéndonos a velar y orar.
Entonces, ¿dónde comienza toda esta discusión? Bueno, es semana santa, y Jesús y sus discípulos apenas salen del templo después de hablar con la multitud y los escribas, cuando comienza a predicarles un sermón sobre los últimos tiempos. Habla de cosas como guerras y rumores de guerras, actuando como sus testigos ante reyes y gobernadores, algo que se llama la abominación desoladora, palabras muy difíciles para entender. Entonces Pedro y algunos de los otros discípulos le preguntan a Jesús: Bueno, ¿cuándo van a suceder todas estas cosas?
Y creo que es una pregunta razonable. Mucho de lo que Jesús está hablando aquí es el fin de todo, de todo lo vivido y conocido. Si alguien, en quien usted confiaba, le dijera que su casa iba a ser derribada, usted también querría saber cuándo se suponía que sucedería, ¿sí o no? Si Jesús hablaba en serio y se suponía que todas estas cosas sucederían pronto, es lógico que a los discípulos les gustaría saber cuándo.
Pero Jesús no les dice. Él en cambio dice, de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Y eso puede sonar un poco raro. ¿Cómo es posible que Jesús, Dios Hijo, no sepa lo que Dios Padre sabe? Bueno, esto es parte del trabajo de Jesús en la tierra para nosotros. Todavía él es 100% Dios y 100% hombre, pero mientras estuvo en la tierra, optó por no hacer pleno uso de su poder divino en todo momento. A esto lo llamamos la ocultación de Cristo, y esta es una de las veces que optó por no hacer pleno uso de su poder.
Pero esa pregunta sigue siendo: ¿por qué no podemos saber cuándo sucederá todo esto? Quizá sería bueno saber cuándo regresará Jesús. ¿Te imaginas un mundo así? ¿Cuánto más fácil sería para nosotros si pudiéramos señalar un calendario y decir: ¿el 20 de diciembre de 2023, Jesús regresará? Imagínese los carteles y vallas publicitarias que anuncian su llegada como el próximo gran concierto. O, imagínese si pudieras decirle a tu amigo que padece una enfermedad debilitante que tú sabías cuándo su dolor desaparecería. O si no tendrías que preocuparte por pagar el alquiler del próximo mes porque no había el próximo mes. O si pudieras poner una fecha en la que volverías a ver a tu mamá o a tu papá. Seguramente Jesús podría quitarnos el dolor de nuestra espera si nos hubiera dicho cuándo regresaría, ¿verdad?
Pero la verdad es que Dios no hace eso, debido a nuestro pecado. Nosotros pecamos contra el noveno y décimo mandamiento por pensar que lo que Dios nos ha revelado no es suficiente. Pecamos contra el noveno y el décimo mandamiento cuando nos frustramos con Dios porque no nos ha dicho algo que queremos saber. Pecamos contra el primer mandamiento por pensando que sabemos mejor que Dios lo que debemos saber. Básicamente nos ponemos en el lugar de Dios y pensamos que estaríamos mejor si fuéramos nosotros los que tuviéramos el control de lo que debemos saber.
Hermanos, hay cosas en este mundo que Jesús sabe y que, en su sabiduría, no nos revela. No sabemos cómo Dios puede ser tres personas en un solo Dios. No sabemos qué día el diablo y sus ángeles se alejaron de Dios. No sabemos cómo Jesús puede estar realmente presente en el pan y el vino en la santa cena. Dios no nos ha revelado esas cosas, y entramos en territorio peligroso cuando intentamos darle sentido a cosas que Dios ha decidido no decirnos.
Pero, mis hermanos, pensamientos como esos sólo distraen del maravilloso mensaje que Jesús tiene para nosotros. Jesús no tuvo que esperar, ¡él es Dios! Podría haber venido a la tierra, chasquear los dedos, decirnos que somos salvos y regresar al cielo, y su obra habría sido completada. Pero él no hizo eso. No, Jesús lo dice en Juan, capítulo 7, Mi tiempo aún no ha llegado. Cuando Jesús vino al mundo, hizo por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos. Él esperó perfectamente, sin pecar, para nosotros, y lo hizo para recordarte algo.
Jesús quiere que tú sepas que él regresará. Él quiere que sepas que mientras esperas que termine todo el dolor de este mundo, él no te ha olvidado. Mientras avanzas hacia un futuro desconocido, sabe que Jesús te ha dicho exactamente lo que necesitas saber. Él te dice que todos tus pecados, incluye tus pecados de orgullo y codicia, han sido lavados en su sangre. Él te dice que el futuro que temes está todo en sus manos. Y él te dice que te ha ganado un hogar en el cielo, donde él enjugará cada lágrima de tus ojos, y que creará un cielo y una tierra nuevos donde viviremos con él para siempre.
Por eso, como cristianos, podemos esperar con confianza por la gracia del Espíritu Santo. Poseemos estas increíbles verdades, que solo conocemos porque nuestro amoroso salvador nos las dijo, y eso cambia la forma en que nosotros vemos la venida de Jesús. Mientras esperamos su venida, escuchamos sus palabras de advertencia. Ante su palabra, ambos velamos y oramos. Pero ¿cómo se ve esto en nuestras vidas? ¿Cómo podemos poner esto en práctica?
Bueno, Jesús no quiere que nos turbemos. Él dice anteriormente en este capítulo, Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin. Jesús cumplió todos los mandamientos por nosotros, y por eso, cuando nos abruman los terrores de este mundo pecaminoso, quiere que sepamos que él tiene todo en sus manos y que nos ayudará en nuestra espera de su venida.
Y para hacer eso, Jesús nos da una imagen. Él dice: Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana. ¿Cómo quiere Jesús que le esperemos? Como sirvientes de casa esperan la llegada de su amo. Es como cuando tú eres un niño y tus padres te dan una lista de tareas que hacer antes de regresar. Lava tu ropa, barre el piso, ordena tu habitación. También, cada uno de nosotros tiene nuestras tareas que Dios nos ha puesto delante. Ser padre, o ser hijo, ser jefe, o ser empleado, ser amigo, ser compañero de trabajo, ser esposo o esposa, todo esto es parte de nuestra vida de amor agradecido a Jesús por lo que ha hecho por nosotros; ésta es la obra que él nos puso por delante. Y como parte de esa obra, como el portero del cuento, debemos velar.
Velar, aquí, significa estar activamente atento. Significa que nosotros, como el portero, estamos atentos a esas cosas que puedan dañarnos y a las señales de que nuestro Señor regresará con la guía del Espíritu Santo. Nos protegemos activamente contra los falsos maestros que intentan alejarnos a nosotros y a otros de nuestra fe cuando estamos unidos con Cristo, quien los derrotó en la cruz. Si estás defendiendo tu casa, no invitarías a un ladrón, ¿verdad? En la misma manera, hacemos lo mejor que podemos para protegernos a nosotros mismos y a los demás de los ataques de Satanás con la ayuda del Espíritu Santo.
Velar, también, significa que buscamos señales de la venida del Señor. Dios estableció marcadores para nosotros para ayudarnos a reconocer que este mundo pecaminoso está terminando y para que anticipemos su venida. Las guerras y los rumores de guerra, las enfermedades, los desastres naturales, los conflictos familiares, todo esto testifica que este no es el mundo en el que queremos vivir y que esperamos ansiosamente la venida de Jesús para traer todas estas cosas terribles a su fin. Él no quiere que seamos ignorantes de lo que está pasando, como si fuéramos un portero sorprendido, durmiendo cuando el maestro regresa. Jesús quiere que estemos despiertos y conscientes de lo que él permite que suceda en este mundo. Y por eso nosotros, los cristianos, buscamos activamente esas señales que nos mantengan atentos y dependientes de nuestro Señor, quien nos ha dado todo lo que realmente necesitamos.
Jesús también nos pide que oremos mientras esperamos su venida. Él quiere que tú tengas una fuerte conexión con tu salvador. ¿Y eso de dónde viene? No recorriendo las páginas de la Biblia buscando alguna pequeña pista de Dios sobre el momento exacto en que regresará, o lanzando oraciones por el conocimiento de algún evento futuro, sino mediante el estudio fiel de su Palabra, congregándose con tus compañeros creyentes en la iglesia y presentando sus peticiones ante el Señor, pidiendo que se haga su voluntad, no la tuya. En la Biblia, el Señor nos da la seguridad de nuestra salvación eterna y la capacidad duradera de aferrarnos a él mientras esperamos su venida. Y, ahora, guiados por el Espíritu Santo, nuestra respuesta a él está arrojando nuestras ansiedades y temores acerca del futuro, porque sabemos que él las escucha fielmente y las responde de la mejor manera para nosotros.
Hermanos, es difícil esperar. Es en realidad difícil esperar, especialmente cuando enfrentamos un futuro incierto de este lado del cielo. Y si tienes miedos sobre el futuro, tienes todo el derecho a hacerlo. Somos personas pecadoras que vivimos en un mundo pecaminoso. No sabemos ni podemos saberlo todo. Pero tu Padre celestial sí, y él se ha ocupado de tu futuro eterno por ti. Con la ayuda del Espíritu Santo, que vive en ti por la fe, él te llevará a través del futuro y te llevará a casa con él.
Esperar la venida de Jesús no es como esperar el bus, no. Tienes una expectativa razonable de que el bus aparecerá cuando crees que lo hará, pero nadie excepto Dios sabe cuándo regresará Jesús. Pero siempre es más fácil esperar cuando alguien está ahí contigo, y hermanos míos, tienes a tus compañeros cristianos y a tu Dios todopoderoso para ayudarte a esperar. Amen.
Sermón predicado por el Vicario Jacob Bitter
Himnos:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
1 A ti loor y gloria
2 Ven, Jesús muy esperado
3 Oíd su voz
99 Cuando suene la trompeta
100 Pronto vuelve Jesucristo
101 Yo sólo espero ese día
Culto Cristiano:
1-7 Los himnos para el adviento
78 De mil arpas y mil voces
156 Ven Tú, ¡oh Rey eterno!
339 Iglesia de Cristo
341 Tú ya vienes ¡oh Dios mío!
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