El decimotercer domingo después de pentecostés
(Verde)
Tema del día: Las lecturas para esta mañana nos animan a examinar nuestra dieta espiritual. Para mantenerse vivo espiritualmente, uno necesita el pan verdadero que es Jesucristo. Sólo recibimos este alimento espiritual por el evangelio en Palabra y Sacramentos. Cualquier otra forma de alimentación para el alma debilita y termina en la muerte.
La Colecta: Padre misericordioso, que diste en sacrificio por nuestro pecado a tu Hijo unigénito: Concédenos la gracia a fin de que recibamos con gratitud los frutos de su obra redentora y sigamos su camino; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Proverbios 9:1-6 Aquí el sabio Rey Salomón, profetiza de Jesucristo, llamándolo “la sabiduría.” Nos invita Cristo al banquete para recibir la comida espiritual que da la verdadera sabiduría la cual viene solamente por medio de la fe. Los que rechazan esta invitación, están rechazando la verdadera sabiduría y la vida eterna.
1La sabiduría edificó su casa,
Labró sus siete columnas.
2Mató sus víctimas, mezcló su vino,
Y puso su mesa.
3Envió sus criadas;
Sobre lo más alto de la ciudad clamó.
4Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos de cordura dice:
5Venid, comed mi pan,
Y bebed del vino que yo he mezclado.
6Dejad las simplezas, y vivid,
Y andad por el camino de la inteligencia.
La Segunda Lectura: Efesios 5:15-20 Esta lectura, como las otras, muestra que hay dos caminos por los cuales el hombre puede andar. Puede andar con Dios, dándole gracias por todo lo que le ha dado o puede andar por el camino ancho del pecado. Sólo se puede andar por el camino de Dios por medio de su poder que nos concede en su Palabra.
15Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Porque la Palabra de Dios es eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. ¡Aleluya!
El Evangelio: Juan 6:51-58 El pan de este mundo no dura; se echa a perder; los que lo comen eventualmente se mueren, pero el pan de vida es diferente. Por medio de Jesucristo recibimos el pan que dura, el pan que da la vida eterna. En su sola gracia Dios nos da este pan. ¡Qué tontos seríamos si rechazáramos este pan espiritual, para el pan terrenal que no dura! Por medio de su Palabra, Dios nos alimenta, dándonos este pan espiritual y la vida eterna.
51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 53Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
Texto Sermón: Salmo 1
1Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
3Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
4No así los malos,
Que son como el tamo que arrebata el viento.
5Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
6Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.
EL EVANGELIO NOS TRASPLANTÓ DE ADAN A CRISTO
Un espejo es una buena ayuda cuando nos estamos preparando para una fiesta. Queremos vernos fenomenales, deseamos que las personas nos admiren en la fiesta y no queremos dejar ningún detalle al azar, sencillamente porque queremos ser el centro de atracción de la fiesta. Esto me recuerda unas palabras de Jesús que muestran la actitud de un hombre fariseo:«9A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13Mas el publicano, estando lejos, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.» Lucas 18:9-14.
Menciono el ejemplo del espejo comparado con la actitud de este hombre fariseo de Lucas porque son tan parecidos a nosotros cuando leemos el Salmo 1. Creemos que nosotros somos ese árbol plantado y somos como el hombre justo porque pensamos y decimos que no estamos en el consejo de los malvados, ni estamos detenidos en la senda de los pecadores, y tampoco cultivamos amistad con los blasfemos, sino que en la ley del Señor nos deleitamos, y día y noche meditamos en ella. Estas palabras muestran lo que realmente somos, Adán. Es increíble que nosotros, como cristianos, estamos involucrados y aceptando el consejo de los malos cuando perdemos el temor a Jehová y no queremos congregarnos o vivir sin arrepentimiento. El silencio de nuestro pecado es la voz de nuestra conciencia que apoya el no confesar un pecado y dar frutos de arrepentimiento. En la vida de los cristianos abundan los divorcios, las divisiones, los conflictos personales con el dinero, el egoísmo y la avaricia, y esto es el resultado de alimentar a nuestro Adán. Pero este salmo también nos muestra que hemos andado con pecadores que aman estar en contra de Dios y tener amistad con blasfemos. Lo hacemos cada vez que escuchamos a personas con doctrinas que van en contra de la Palabra, cada vez que preferimos oír y confiar en gurús de la felicidad para salir de las tristezas, o cada vez que queremos tener la clave de no tener problemas en este mundo buscamos a personas que nos den sus mejores consejos y terminamos avalando a todo aquel que habla de Dios, pero sin el control de la doctrina. Finalmente, ¿encontramos delicia en estudiar la Palabra de Dios cada día? Si somos sinceros, nuestra manera de vivir actualmente es un reflejo de no usar la Escritura en nuestra vida y es por no tener el temor a Jehová que cada uno de nosotros peca contra el primer mandamiento. Por esto se refleja nuestra falta de amor a Dios, su Palabra y al prójimo, y el resultado final es la muerte eterna.
Todo esto muestra que merecemos ser condenados ahora y en el juicio final porque pereceremos por estar en la senda de los malos. Como dice los versos 4-5: “4No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. 5Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos.” El tamo que arrebata el viento es un símbolo de lo que sucederá en el día final. Nosotros podemos pararnos ante tribunales de la tierra para justificarnos delante de los hombres e inclusive recibir gran honor de ellos. Podemos lavarnos las manos como Poncio Pilato y declararnos inocentes, pero cuando llegue el juicio ante el Señor y su Ungido, no podremos permanecer de pie porque seremos condenados en el infierno por tener y amar a nuestro Adán.
Ahora que estamos convencidos de que este Salmo no habla especialmente de ninguno de nosotros, miserables pecadores, nos preguntamos: ¿quién es este hombre justo? El Espíritu Santo, usando el evangelio, nos lleva a Jesús. Hebreos 12:2 nos dice: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” El Espíritu Santo nos trasplantó de Adán a Cristo, es decir, nos dio la fe en la obra de Jesús, quien, por amor a nosotros, nunca pecó, nunca favoreció el pecado y a los pecadores, y nunca su conciencia le aconsejó hacer el mal puesto que es perfecto Dios y lo demostró en su naturaleza humana al amar perfectamente la delicia en la Ley de Jehová y meditó en ella de día y de noche. El evangelio de Juan nos dice: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.” Juan 6:51. Jesús vino a este mundo no solo para darnos la fe, sino también para alimentarla en su Palabra. Cada vez que leemos la Escritura y la usamos como espejo en nuestras vidas, nos dirige a Jesús, quien no solo vivió perfectamente por nosotros, sino que dio su carne, sufrió la cruz, fue menospreciado por amor a cada uno de nosotros, y fue así como fuimos trasplantados de Adán a Cristo.
La misma Palabra de Dios nos enseña que nosotros por la obra del Espíritu Santo pasamos de ser árboles secos y vivir en tierra árida a ser un árbol plantado junto a corrientes de aguas, “Que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.” Solo Cristo Jesús pudo hacer esto por nosotros, y el Espíritu Santo ha puesto en nuestras vidas el deseo de vivir guiados por Él para la gloria de Dios Padre. Qué bueno que no necesitamos auto referenciarnos en cómo vivimos, dando frutos y siendo bienaventurados y bendecidos por nuestro Dios, porque al tener el Pan de vida en nuestras manos, la Palabra de Dios, produce un fruto en nosotros porque es nuestra delicia, nuestro alimento sólido que nos aparta de vivir en el pecado y nos cuida de no confundirnos con pecadores. Usando este Salmo, nos lleva a tres importantes ecos de la Biblia que podemos usar como ejemplos en nuestra vida de santificación.
El primer eco lo podemos ver con Josué. Es increíble cómo el Espíritu Santo nos habla de él de la siguiente manera: “7Solamente esfuérzate y sé muy valiente para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. 8Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” Josué 1:7-8. Sabemos de la fidelidad de este hombre dada por la Palabra de Dios, puesto que la generación que salió de Egipto murió en el desierto incluyendo a Moisés. Josué junto con Caleb, fueron los únicos de esa generación que entraron a la tierra prometida. Estos versos nos enseñan que el Espíritu Santo nos hace árboles plantados con las fuentes poderosas de la Palabra de Dios y Él mismo no nos deja desviar a las cosas de este mundo, sino que nos mantendrá en camino a nuestra tierra prometida: el cielo y por esto necesitamos cada día de nuestro pan de vida que es la delicia de la Palabra de Dios usando la Ley y el Evangelio en nosotros para mantener vivo el perdón por la gracia, los frutos de arrepentimiento y los frutos de fe.
El segundo eco de este Salmo lo encontramos con el profeta Jeremías. “1Justo eres tú, oh Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente? 2Los plantaste, y echaron raíces; crecieron y dieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones.” Jeremías 12:1-2. El profeta presentó al Señor esta queja porque no veía que los impíos recibieran su merecido. Nosotros no podemos caer en esta trampa del diablo creyendo que los impíos viven mejor que nosotros al practicar el pecado, el diablo tiene engañado al mundo usando las minorías para justificar la esclavitud que tiene a muchos y quiere engañarnos a nosotros también haciendonos parecer que ellos viven mejor que nosotros. Por esto, este Salmo nos llama bienaventurados porque encontramos en el evangelio fuente de vida y nos guía en nuestras vidas. No importa cuál sea nuestra situación social y económica; lo que importa es que somos hijos de Dios y solo queremos que nos use para predicar la ley y el evangelio a los impíos, para que vivan como nosotros en la confianza al Dios Trino que nos lleva cada día no solo a estudiar la Palabra sino también a predicarla a otros.
El tercer eco nos lleva a un mensaje poderoso que tenemos con el evangelista Juan y este Salmo en el verso 6 “Porque Jehová conoce el camino de los justos.” Y Juan 14:6 nos habla: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Toda nuestra vida necesita estar conectada con Jesús porque nos asegura que nuestro camino en este mundo tiene un destino seguro, fiel y perfecto: el cielo, la vida eterna. El mismo Espíritu Santo hace que no confiemos en mensajes vanos de hombres, sino en la promesa única de la Palabra de Dios. Nosotros fuimos trasplantados de Adán a Cristo y es por esto que hoy somos llamados justos delante del Padre en los cielos y vamos en la dirección correcta al ser guiados por este Camino, Verdad y Vida. Amén.
Los Himnos:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
17 De tal manera Dios amó
32 Oh, Verbo humanado
35 Desciende, oh Santo Dios
37 Ven, Espíritu Santo
38 Tu Palabra es mi cántico
39 No podemos caminar (Santa Cena)
47 A nadie amaré como a Cristo
48 Busca primero el reino de Dios
51 Dios de gracia, Dios de gloria
53 Seguidme a mí
54 Santo Espíritu llena mi vida
Culto Cristiano:
109 Sosténnos firmes, ¡oh Señor!
112 Padre, tu Palabra (Salmo)
116 Tu Palabra, ¡oh Padre santo!
165 Hay una fuente
202 Oí la voz del Salvador
239 El rey de amor
240 En Jesucristo se halla la paz
242 Jesús es mi pastor
246 Mi fe descansa en ti
251 ¡Oh qué amigo nos es Cristo!
253 A los pies de Jesucristo
254 ¡Firmes y adelante!
272 Me guía Cristo
273 Mi mano ten
274 No temas ya
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