PRIMER DOMINGO DE EPIFANÍA

Unción descubierta-Lo que los ojos ven difiere de lo que Dios decreta

TEMA DEL DÍA

Muy a menudo, lo que ven nuestros ojos difiere de lo que Dios decreta. Esto fue cierto en la vida de Jesús, y es cierto en la vida del cristiano. Hijo de Dios, elegido, lleno del Espíritu Santo: esto es lo que Dios decretó sobre Jesús. Esto es lo que Dios decreta sobre nosotros. Sin embargo, estos decretos no coinciden en absoluto con lo que ven nuestros ojos.

Oración del día

Padre que estás en los cielos, que en el bautismo de Jesús en el Jordán lo declaraste Hijo tuyo predilecto y lo ungiste con el Espíritu Santo. Consérvanos a los bautizados en Cristo fieles en nuestra vocación de hijos tuyos, y haznos herederos con él de la vida eterna; por tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.

PRIMERA LECTURA 1 Samuel 16:1-13

Cuando Israel le pidió al Señor un rey, el hombre que el Señor eligió ciertamente parecía el adecuado. El padre de Saúl, Cis, era un hombre de prestigio. Saúl era el hombre más apuesto que se podía encontrar en Israel. Era más alto que cualquiera de sus pares. Sin embargo, debido a su desobediencia, el Señor rechazó a Saúl y eligió a un hombre para reemplazarlo, no basándose en su apariencia sino en su corazón.

1Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. 2Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. 3Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere. 4Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? 5El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.

6Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. 7Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. 8Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová. 9Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová. 10E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos. 11Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. 12Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. 13Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

SALMO DEL DÍA. Salmo 2

La Iglesia canta el Salmo 2 en los servicios que hacen hincapié en la relación del Padre y el Hijo. El Hijo gobierna con la misma autoridad que el Padre, incluso cuando los gobernantes intentan frustrar el gobierno de Dios. El Nuevo Testamento cita con frecuencia este salmo como aplicable a Cristo, el Hijo de David. Martín Lutero dijo: «El Salmo 2 es una profecía de cómo Cristo sufrirá y se convertirá en Rey y Señor de todo el mundo. Este salmo promete que los que creen en Cristo serán bendecidos. Por medio de Cristo, Dios nos ha liberado del pecado, la muerte y el infierno, y nos ha llevado a la vida eterna. Esta es la bendición por la que oramos en la Segunda Petición del Padre Nuestro, que venga su Rey».

1¿Por qué se amotinan las gentes,

Y los pueblos piensan cosas vanas?

2Se levantarán los reyes de la tierra,

Y príncipes consultarán unidos

Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

3Rompamos sus ligaduras,

Y echemos de nosotros sus cuerdas.

4El que mora en los cielos se reirá;

El Señor se burlará de ellos.

5Luego hablará a ellos en su furor,

Y los turbará con su ira.

6Pero yo he puesto mi rey

Sobre Sion, mi santo monte.

7Yo publicaré el decreto;

Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;

Yo te engendré hoy.

8Pídeme, y te daré por herencia las naciones,

Y como posesión tuya los confines de la tierra.

9Los quebrantarás con vara de hierro;

Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

10Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;

Admitid amonestación, jueces de la tierra.

11Servid a Jehová con temor,

Y alegraos con temblor.

12Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;

Pues se inflama de pronto su ira.

Bienaventurados todos los que en él confían.

Segunda lectura. Tito 3:4-7

Si juzgáramos por las apariencias externas, no tendríamos ninguna razón para creer que hay alguna diferencia entre los que se salvan y los que no. Cuando venimos a este mundo, todos somos parte de la misma multitud de pecadores, ninguno diferente del resto. Dios interviene, motivado puramente por su bondad y misericordia, todo lo que obra en nosotros es invisible a simple vista. Sí, hemos renacido. Somos adoptados como hijos de un Padre celestial.

4Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

Evangelio. Lucas 3:15-17,21,22

A juzgar por las apariencias, no es de extrañar que la gente se preguntara si Juan podría ser el Mesías. A juzgar por las apariencias, no sorprende que nadie se preguntara si Jesús de Nazaret era el Mesías. Durante 30 años había vivido en el anonimato. Podía venir al río Jordán junto con las multitudes, ponerse en fila junto a ellas y ser bautizado igual que ellas sin causar ningún tipo de conmoción (versículo 21). De hecho, aunque Juan sabía que él no era el Mesías, no estaba totalmente seguro de quién lo era (véase Juan 1:31-34).

15Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, 16respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

21Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, 22y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.

LA EPIFANÍA NOS HACE VIVIR POR FE Y NO POR VISTA

“No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” Estas palabras las escuchó el profeta Samuel cuando estaba buscando al siguiente rey de Israel, él recordó cómo era el aspecto físico del descartado rey Saúl y por esto estaba buscando un mismo tipo de rey, con buena estatura y de hermoso parecer. Todos los seres humanos tenemos esta actitud de Samuel, nos basamos siempre en lo que vemos antes de escoger. Tenemos este dicho “tienes un buen ojo” y esto lo usamos cuando creemos que hemos escogido o seleccionado bien lo que queremos. Espiritualmente es igual, muchos solo buscan donde congregarse guiándose por su vista, siempre preguntan cuantos miembros tiene la congregación, donde están ubicados, si tienen templo o si tiene ayudas humanitarias para poder asistir. Siempre el hombre pecador está poniendo su ojo en lo que para él es bueno o le sirva de provecho. Pero nosotros estamos contagiados por esta misma actitud, solo aceptamos lo que nuestra vista acepte o crea que esta bien y en oportunidades hemos dicho que no nos gusta este predicador, o este profesor o no nos gustó el servicio divino porque no estamos acostumbrados a esto. Como luteranos confesionales venimos de una costumbre muy litúrgica, vestimenta de pastores, templos con torres y campanario, la música alemana que suena con órgano y otras cosas más. Cuando estábamos en esta pequeña transición de cambiar un poco la adoración por lo que hacemos con Academia Cristo, el ala más tradicional de nuestra iglesia empezó a no estar de acuerdo con el tipo de música y la forma de hacer los servicios, solo dicen que somos muy bajos en la liturgia, porque entre nosotros existe la diferencia entre la liturgia alta y la baja. Todo esto muestra como nuestros ojos siempre nos engañan, al igual que al profeta Samuel y al igual que el pueblo en los días de Juan el Bautista y Jesús.

Ellos estaban en gran expectativa, no sabían sí Juan el bautista era el Cristo, sus ojos les engañaron porque estaban acostumbrados a estar en el espléndido templo de Jerusalén, los sumos sacerdotes y sus vestiduras, las grandes fiestas para los judíos. El desierto es el lugar menos esperado para preparar el camino del Salvador, un poco de agua sobre las personas en el rio Jordán no era lo esperado para preparar el camino del Señor, un hombre vestido de pelo de camello y, que tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre no era lo que esperaba ver y escuchar los judíos en la época de Jesús. Por esto la pregunta que le hicieron a Juan el Bautista, puesto que ellos tal vez esperaban a ángeles del cielo anunciando al Cristo o esperaban una banda marcial marchando y presentándole a las personas o esperaban un edicto del rey para poder recibir al Cristo. ¿Pero eso solo sucedió en los días de Jesús? Los sembradores de la Academia Cristo conocen este sentimiento de desprecio por muchos que solo buscan por vista, se reúnen en sus casas, las sillas que usan son las de su sala y el comedor, el altar es algo improvisado y solo les dicen que esto no es una iglesia y que están engañando a las personas. También nos han dicho a nosotros que engañamos a los sembradores porque no damos dinero para que puedan crecer con sus grupos sembradores y así tener un templo, un carro para evangelizar y pagar a un pastor  y empezamos todos a dudar de lo que estamos haciendo y es donde pecamos en contra del tercer mandamiento porque por los comentarios de la gente dejamos de predicar el mensaje de Salvación y creemos que Dios no está con nosotros porque somos pocos y nos dejamos engañar por la vista pecando en contra de Dios y el prójimo que necesita escuchar la Palabra. Por esto merecemos morir eternamente.

Pero grande es el Espíritu Santo en nuestras vidas, Juan el Bautista no le importo la forma, su vestido, su comida y el lugar, 16respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. El Espíritu Santo nos enseña en estos versículos que Juan le dio más importancia al mensaje que cualquier otra cosa, esto es lo que necesitamos hacer como sembradores de la Palabra de Dios que usamos nuestras casas, un parque, una tienda, un restaurante, un parqueadero u otros lugares para empezar a enseñar de Jesús. Juan el Bautista mostró claramente que no era el Cristo porque él era pecador, en cambio Jesús de Nazaret no tenía ningún pecado,  por esto Juan dijo que no era digno de desatar la correa de su calzado, mostro el precursor que Jesús es Dios y que iba hacer cosas más grandes e importantes que él como bautizar en Espíritu Santo y fuego, así anunciando el día de Pentecostés donde los apóstoles iban a continuar predicando la Ley y el Evangelio fuera de Jerusalén, fuera del templo y fuera de las sinagogas a todas las personas que pudieran y es lo que leemos en Hechos de los Apóstoles. Pero Juan también fue fiel al predicar a cerca del Juicio, esto pasará cuando Jesús venga por segunda vez, limpiará su era, la iglesia, el trigo de la paja. Todos los que tenemos fe en Cristo Jesús por el poder del Evangelio somos el trigo. Los que rechazan el mensaje de Salvación es la paja que serán echados al infierno que es el fuego que nunca se apagará. Por esto en este tiempo de la Epifanía, Jesús se nos presenta como el Cristo, el Mesías esperado quien vino a Salvarnos a nosotros pecadores y es de quién necesitamos hablar no importando el lugar que estemos evangelizando o reunidos en su nombre.

El Dios Trino avaló la predicación de Juan el Bautista, mostró al pueblo que Juan no hablaba mentiras y es por esto que uso el desierto y el Jordán para presentar a Jesús, 21Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, 22y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Padre, Hijo y Espíritu Santo no solamente estaban respaldando el mensaje de Juan el Bautista, sino que también estaban señalando a Jesús de Nazaret como el Cristo, como aquel que complació al Padre en todo y esto lo hizo al predicar perfectamente la Palabra de Dios, nuestro Señor usó diferentes escenarios para llevar este mensaje: uso la orilla del mar, barcas, predicó en su casa, en la sinagoga, en un monte y hasta predicó en la cruz antes de morir y esto lo hizo como nuestro sustituto, Él cumplió por nosotros el tercer mandamiento y llevó a cabo esta complacencia hasta ir a la cruz donde su ejecutor después de vivir como testigo de la muerte de Jesús dijo: Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. Marcos 15:39. Jesús al morir y resucitar complació al Padre de los cielos y es por esto que hoy nosotros con el mismo respaldo del Dios Trino vamos a predicar el mensaje de Salvación. En la sala de nuestra casa, en un autobús, en la calle, en el trabajo o en cualquier lugar que estemos, recordemos no importa la forma, es decir donde estamos, lo que realmente importa es predicar la Ley y el Evangelio, lo que realmente importa es hablar de Jesús quien vino a redimirnos y lo que realmente importa es dejar al Espíritu Santo actue por medio del poder de su Palabra.

Por esto mis hermanos, en la misiología, es decir, como hacemos la misión no hay un método humano perfecto, hoy usamos Academia Cristo para instruir y animar a los creyentes a empezar en sus casas con su grupo sembrador, esto como punto de inicio para que empiecen a practicar hábitos que todo creyente y congregación hacen con frecuencia como el congregarse frecuentemente, buscar a los perdidos, usar los sacramentos, estudiar la Palabra en comunidad y así con la ayuda del Espíritu Santo irán creciendo a su tiempo. No hay nada mejor que tener un plan de evangelismo dejando que sea el Espíritu Santo quien lo guie y bendiga. También sigamos haciendo evangelismo personal, hablando a otros acerca de Jesús, esta predicación es la Epifanía para muchos incrédulos porque Jesús cambia sus vidas de condenados a salvados, de paja a trigo y así va creciendo la iglesia del Señor en todo el mundo, predicando la Palabra de Dios y mostrando amor los unos por los otros y esto lo seguiremos haciendo hasta que partamos de este mundo o Jesús venga por segunda vez viviendo por fe y no por vista. Amén.

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