Tercer domingo después de Epifanía

Recepción al descubierto: el rechazo no es la excepción, sino la regla.

Tema del Día

Es fácil suponer que la Palabra de Dios debe ser un huésped bienvenido dondequiera que se predique. Es fácil sorprenderse cuando esa Palabra es recibida con apatía o rechazo por quienes la escuchan. Es fácil concluir que cuando la Palabra de Dios ofende las mentes y los corazones humanos (incluidos el tuyo y el mío), algo ha ido terriblemente mal.

Oración del día

Dios todopoderoso, que enviaste a tu Hijo para proclamar tu Reino y enseñar con autoridad. Úngenos con el poder de tu Espíritu para que también nosotros podamos llevar la buena noticia a los afligidos, vendar a los quebrantados de corazón y proclamar la libertad a los cautivos; por tu Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.

Primera Lectura: Isaías 61:1-6

Lo que prometen estos versículos es más grande y glorioso que el regreso de Israel del exilio. El pueblo que Dios redimiría como propio estaría formado tanto por judíos como por gentiles. No necesitarían una clase especial de sacerdotes para representarlos ante Dios y ofrecer sacrificios continuos. Todos serían llamados sacerdotes y servirían en la casa de Dios. En lugar de incurrir en más deudas y necesitar oportunidades para empezar de nuevo una y otra vez, la riqueza de las naciones sería traída a los pies del pueblo de Dios.

1El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. 4Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. 5Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. 6Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes.

Salmo 146

La Iglesia canta el Salmo 146 en servicios que animan a confiar en las Escrituras porque dan testimonio de Jesús. Presta especial atención al amor de Dios por los humildes. Martín Lutero dijo: «El Salmo 146 es un salmo de agradecimiento a Dios por ayudarnos en tiempos de necesidad. Nos enseña a confiar en Dios y no en príncipes u otros seres humanos, como hace la gente una y otra vez. Dios es el único que puede ayudarnos de verdad en nuestros momentos de necesidad, y sólo su ayuda puede llamarse de verdad ayuda. La ayuda humana es incierta y no dura».

Aleluya.

1Alaba, oh alma mía, a Jehová.

2Alabaré a Jehová en mi vida;

Cantaré salmos a mi Dios mientras viva.

3No confiéis en los príncipes,

Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.

4Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra;

En ese mismo día perecen sus pensamientos.

5Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,

Cuya esperanza está en Jehová su Dios,

6El cual hizo los cielos y la tierra,

El mar, y todo lo que en ellos hay;

Que guarda verdad para siempre,

7Que hace justicia a los agraviados,

Que da pan a los hambrientos.

Jehová liberta a los cautivos;

8Jehová abre los ojos a los ciegos;

Jehová levanta a los caídos;

Jehová ama a los justos.

9Jehová guarda a los extranjeros;

Al huérfano y a la viuda sostiene,

Y el camino de los impíos trastorna.

10Reinará Jehová para siempre;

Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.

Aleluya.

Segunda lectura: Hechos 4:23-31

Al comenzar el ministerio profético de Jesús después de la Ascensión, fue acompañado de milagros, al igual que lo había sido el ministerio profético terrenal de Jesús. En nombre de Jesús, Pedro y Juan curaron a un hombre cojo de nacimiento (Hechos 3:1-10). La gente se quedó atónita, lo que dio a Pedro y Juan la oportunidad de instarles a que se arrepintieran y escucharan a Jesús, el profeta más grande que Moisés que Dios había prometido (Hechos 3:11-26).

23Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25que por boca de David tu siervo dijiste:

¿Por qué se amotinan las gentes,

Y los pueblos piensan cosas vanas?

            26         Se reunieron los reyes de la tierra,

Y los príncipes se juntaron en uno

Contra el Señor, y contra su Cristo.

27Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 28para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. 29Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 31Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Evangelio: Lucas 4:16-30

Jesús al rechazo de las personas más cercanas y familiarizadas con él. En lugar de considerar este rechazo como un fracaso y ajustar su mensaje en consecuencia, Jesús llama la atención sobre el hecho de que así es como siempre había sido y siempre sería. Los profetas del Antiguo Testamento, como Elías y Eliseo, también fueron rechazados dentro de las fronteras de Israel. Como resultado, su mensaje y sus milagros fueron dados a los de fuera. Del mismo modo, el rechazo de Jesús en su propia ciudad natal sirvió de impulso para llevar su mensaje y sus milagros a otros lugares.

16Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo* entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

            18         El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

            19         A predicar el año agradable del Señor.

20Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. 22Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? 23Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. 24Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. 25Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; 26pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 27Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. 28Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; 29y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. 30Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.

EL ESPÍRITU SANTO NOS LLEVA EN TODO MOMENTO HABLAR DE JESÚS

Hablar de Jesús no es fácil, el cristianismo está muy subvalorado porque muchos que han llegado a la fe han caído en la trampa de la perfección. En la Biblia leemos claramente que Dios quiere que seamos perfectos como Él lo es, pero muchos cristianos hoy en día han sentido que lograron esta perfección porque no pecan, al decir que un niño no tiene pecado afirman pensamientos filosóficos que sostienen la idea que el hombre nace bueno pero la sociedad lo corrompe, todos estos pensamientos y afirmaciones de personas que tienen la Biblia abierta y cada día solo dicen que “Jesús les dijo” o que “Dios les habló” solo buscan mostrar que son mejores que otros porque han alcanzado la perfección creyendo que son modelos de vida para el mundo. Este es un motivo por el cual hablar de Jesús hoy en día es difícil porque las personas están tan prevenidas del cristianismo que no les interesa escuchar más fraudes de personas que moralmente se sienten perfectas. Pero también hablar de Jesús es difícil para nosotros a causa de nuestro propio pecado, las personas que saben que practicamos el cristianismo reuniéndonos en un lugar y leyendo la Palabra de Dios solo se burlan de nosotros a causa de nuestros pecados que no podemos ocultar, nos ven enojados, airados, usando malas palabras, peleando en casa en nuestro matrimonio o con los hijos, nos han visto pasados de copas, y hasta han visto como hemos mirado a la mujer o el hombre del prójimo con codicia. Cuando hablamos de Jesús, ellos solo se burlan de nosotros o sencillamente no nos quieren escuchar.

Estamos en tiempos como los que vivió Jesús en Nazaret, para él también fue difícil hablar de su nombre y su obra. En el contexto podemos ver como Jesús después que fue tentado por el diablo en el desierto empezó su ministerio público, mostrarse al mundo como el Mesías, el Cristo, el Ungido esperado. Lucas nos dice: 14Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. 15Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos. (Lucas 4:14-15). La mayoria de personas que vivían en Galilea eran gentiles, ellos escucharon a Jesús y muchos creyeron en Él como el Cristo, por esto le glorificaron, podemos ver que Jesús tuvo este acierto al empezar su ministerio en Galilea, pero todo no fue color de rosas, al llegar donde Él había crecido, en Nazaret, todo fue diferente porque después de leer dentro de la sinagoga al profeta Isaías afirmó: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros, la actitud de sus paisanos fue contraria a los de Galilea, estos querían asesinarle, tirarle por un peñasco porque se sintieron ofendidos por las palabras de Jesús: 23Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. 24Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Hablar de Jesús es difícil y hasta violento, el libro de Hechos de los Apóstoles esta lleno de historias violentas hacia todo aquel que hablaba de Jesús. Nosotros tal vez no hemos vivido una violencia física, pero si hemos pasado por momentos difíciles al hablar de Jesús a otros. Una de las cosas que muchos no aceptan, hablando de cristianos, es la salvación por Gracia, toda la obra de Jesús, su vida perfecta, sufrimiento y muerte fue suficiente para que nosotros seamos perdonados e ir al cielo. Pero cuando predicamos esto a personas que creen en la salvación por obras nos rechazan inmediatamente, dicen que llevamos un cristianismo relajado, y no prestamos atención a las obras que Dios quiere que hagamos para ser salvos, siempre el hombre quiere buscar y encontrar una buena excusa para mostrar que puede salvarse por sus propios méritos. Nosotros sabemos cual es el rechazo de muchos cuando hablamos de Jesús y su obra redentora que es suficiente. Pero hemos pecado contra el tercer mandamiento porque en oportunidades nos hemos acobardado y hemos guardado silencio al no querer hablar de Jesús por miedo o por sentir pena en el rechazo, no nos gusta que nos rechacen y por esto guardamos silencio al no hablar de Jesús. Pero la raíz de no querer hablar de Jesús para evitar burlas esta en nuestra confianza en el Padre de los cielos, este es nuestro problema principal, olvidamos estar por debajo de Dios como sus criaturas creadas y salvadas y, decidimos por nuestra propia conclusión que es más importante cuidar nuestro nombre que el de Dios y es por esto que merecemos morir eternamente en el infierno.

Ahora concentrémonos en la obra del Espíritu Santo hecha por nosotros, lo primero que siempre hace es llevarnos a Jesús, Él no tuvo miedo de ser rechazado en su comunidad, al contrario por amor a nosotros cumpliendo el primer y tercer mandamiento hablo de su obra sin tapujos, les dijo que Él no era un Mesías guerrillero que vencería a Roma, el vino a cumplir las palabras del profeta Isaías, nos vino a liberar del diablo, el pecado y la muerte: 18El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19A predicar el año agradable del Señor. El pueblo de Israel en los tiempos de Isaías había olvidado y se habían alejado de su creador, la idolatría los había llevado a dudar de Dios y es por esto que Isaías prometió que vendría el Ungido del Señor a darles riqueza espiritual, reparar el corazón idólatra dando libertad a causa del pecado y vista no solamente al pueblo pecador del tiempo de Isaías sino al hombre pecador de todos los tiempos. Nosotros hoy, estamos escuchando que nuestra vida es el año agradable del Señor porque somos perdonados en la vida perfecta de Jesús al predicar perfectamente su ministerio a sus paisanos. Pero es increíble como este rechazo subió al alto nivel de gobernantes religiosos de Israel y llevaron a Jesús ante Poncio Pilato con la acusación que se estaba haciendo hijo de Dios, ellos negaron esta verdad y convencieron al gobernador Romano de crucificar a Jesús, pero esta muerte de Jesús tuvo un propósito nunca alcanzado, el perdón de nuestros pecados, 21Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado 22en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él. (Colosenses 1:21-22).

¡Este es el poder del evangelio hermanos! Hoy el Padre en los cielos por la obra de Jesús nos ve santos y sin mancha, esta es la motivación para que vayamos a hablar de Jesús a otros así se burlen de nosotros o nos rechacen, porque realmente no es el rechazo a nosotros sino al mismo Dios porque vamos en su nombre y predicamos su Palabra. Jesús enseñó a sus paisanos que Dios nunca para en llevar el mensaje, si es rechazado en un lugar va a otro, así como paso con los profetas Elías y Eliseo. Elías fue enviado para ayudarle a sobrevivir a una viuda no israelita de la severa hambre aun cuando había muchas viudas que estaban sufriendo en las ciudades judías (1 Reyes 17:7–24). Eliseo sanó al general gentil Naamán, aunque había muchos leprosos en Israel (2 Reyes 5:1–19).  Dios va a todo el mundo con su Palabra, pero se queda con aquellos que su corazón se ha quebrantado con la Ley y vivificado con el Evangelio. No perdamos la oportunidad de hablar de Jesús a otros, no solamente con una predicación sino también con nuestras vidas, Santiago nos enseña que es importante la fe acompañada por obras, mostramos en quien creemos cuando ayudamos a las personas en lo más importante, su incredulidad, pero también mostramos amor al prójimo al ayudarle en sus necesidades materiales y comportándonos como cristianos renacidos usando seriamente los mandamientos como guía, esto también habla del amor de Dios. Por esto seamos megáfonos de la Palabra de Dios, hablemos de Jesús, aunque estos tiempos sean difíciles y mostremos como nosotros miserables pecadores hemos sido perdonados y santificados únicamente por la obra perfecta de Jesús sin miedo y temor porque el Espíritu Santo hace la obra en los corazones que aún no han nacido espiritualmente por el poder de su Palabra. Amén.

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