Primer domingo de Cuaresma
Contra la roca de la obediencia, la tentación es aplastada.
Tema del Día
Cuando Dios aplasta nuestra justicia propia con las exigencias y amenazas de la ley, es como si depusiéramos las armas. Deponemos las armas solo porque sabemos que tenemos un campeón que ha entrado en esa batalla para luchar en nuestro favor. Nuestro campeón debe cumplir dos requisitos importantes. Para ser nuestro sustituto, debe ser uno de nosotros. Debe proceder de nuestras filas. De lo contrario, su victoria será sólo suya y no nuestra. Al mismo tiempo, debe ser diferente de nosotros. Debe tener una habilidad que nosotros no poseamos. De lo contrario, el resultado de su batalla contra nuestro enemigo no sería diferente del resultado de la nuestra.
Oración del día
Dios y Padre poderoso, nuestro Señor Jesús caminó por el desierto para enfrentarse a las tentaciones del diablo, pero no sucumbió a las mentiras de Satanás ni vaciló en su resolución de salvar al mundo de la prisión del infierno. Refuerza nuestra fe con su poderosa victoria para que podamos luchar contra las fuerzas del mal con valentía y confianza; por tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.
Primera lectura: 1 Samuel 17:4-11,32-40,45-49
Cuando Jesús entró en el campo de batalla para ganar una victoria que contaría para muchos, no era la primera vez. Dios había proporcionado a su pueblo otra victoria vicaria un milenio antes. Esta vez el enemigo era Goliat, el poderoso campeón de Gat. El autor nos habla de su estatura, su armadura y su armamento. Como nuestro viejo y malvado enemigo, no había nadie en la tierra como él. Como nuestro viejo y malvado enemigo haría más tarde, Goliat atacó la relación entre Israel y su Dios durante 40 días ininterrumpidos.
4Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. 6Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. 7El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. 8Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. 10Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 11Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.
32Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. 33Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. 34David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 36Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. 37Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. 38Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. 39Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. 40Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.
45Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
48Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. 49Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
Salmo 91
La Iglesia canta el Salmo 91 en los servicios que se centran en momentos de crisis, especialmente de tentación o persecución. El león y la serpiente son a veces referencias bíblicas al diablo, y el diablo utiliza este salmo para tentar a Jesús. Martín Lutero dijo: «El Salmo 91 es un salmo de consuelo. Nos anima a confiar en Dios a través de toda angustia y aflicción. Está lleno de ricas y reconfortantes promesas derivadas del Primer Mandamiento. Es el segundo salmo (después del Salmo 34) en el que los queridos ángeles son proclamados como nuestros guardianes, lo cual es reconfortante y bueno de notar.»
1El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
2Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré.
3El te librará del lazo del cazador,
De la peste destructora.
4Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.
5No temerás el terror nocturno,
Ni saeta que vuele de día,
6Ni pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del día destruya.
7Caerán a tu lado mil,
Y diez mil a tu diestra;
Mas a ti no llegará.
8Ciertamente con tus ojos mirarás
Y verás la recompensa de los impíos.
9Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo por tu habitación,
10No te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada.
11Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,
Que te guarden en todos tus caminos.
12En las manos te llevarán,
Para que tu pie no tropiece en piedra.
13Sobre el león y el áspid pisarás;
Hollarás al cachorro del león y al dragón.
14Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
15Me invocará, y yo le responderé;
Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.
16Lo saciaré de larga vida,
Y le mostraré mi salvación.
Segunda Lectura: Evangelio: Lucas 4:1-13
Jesús se enfrentó al diablo como uno de nosotros. Lucas destaca este hecho de forma única en la disposición de su evangelio. En el río Jordán, Jesús se puso voluntariamente en el lugar de la humanidad pecadora bajo las aguas bautismales de Juan. Antes de proseguir con su tentación en el desierto, como Mateo y Marcos, Lucas inserta la genealogía de Jesús. Traza la ascendencia humana de Jesús hasta nuestro padre común, Adán. Lucas lo hace dolorosamente obvio: Jesús se enfrentó al diablo como uno de nosotros.
1Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto 2por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. 3Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. 5Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. 6Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. 7Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. 8Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. 9Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; 10porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden;
11y,
En las manos te sostendrán,
Para que no tropieces con tu pie en piedra.
12Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. 13Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo.
Texto Sermón: Hebreos 4:14-16
Jesús tenía esto en común con los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento. Había sido tentado en todo, igual que nosotros. Las batallas que soportó contra nuestro enemigo no son en modo alguno diferentes de las que experimentamos nosotros. Él sabe lo que es enfrentarse a las tentaciones que nosotros afrontamos, como debe hacerlo todo sumo sacerdote.
14Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
JESÚS EL VERDADERO REPOSO DEL PECADOR
Toda la creación es de Dios, encontramos muchos pasajes bíblicos en todas la Escritura que afirma esta verdad. No solo por lo que dice los dos primeros capitulos de Génesis, sino porque el Espíritu Santo nos ha dado la confianza en esta Palabra para que confesemos que todo le pertenece a Dios como lo dice el Salmista De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. (Salmo 24:1). La traición es un pecado que ha trascendido en toda la historia del mundo. Dios creo los ángeles en uno de los días de la creación, pero por lo que leemos en los profetas Isaías y Ezequiel, uno de estos ángeles se enalteció, traicionó a Dios e hizo que Adán y Eva traicionarán a su Creador. Dios, el dueño del mundo ha sido traicionado muchas veces a causa del pecado que hay en el mundo, por esto en oportunidades el Señor muestra la relación que tiene con su pueblo en forma de matrimonio, mostrando a una esposa traicionera, adorando otros dioses y Él, es un esposo Justo y Amoroso que después de entrar el pecado al mundo, en su misericordia quiso conquistar al hombre con el poder del Evangelio.
El Antiguo Testamento está lleno de historias donde Dios usó a su pueblo para conquistar tierras y naciones, pero también vemos como estos pueblos paganos atacaron al pueblo de Dios para conquistarlos. Vemos el ejemplo en la lectura de 1 Samuel 17, con Goliat y los Filisteos, querian conquistar a Israel en los días del rey Saúl. Pero también en este capítulo 4 de Hebreos, en el contexto se menciona a Josué que fue llamado por Dios para entrar y conquistar a Canaán. Todas estas batallas que Dios ha hecho por nosotros han tenido un único propósito, darnos el verdadero reposo, el reposo eterno, estar en nuestra Canaán espiritual, el cielo. Pero mientras estamos en este mundo, vivimos en una guerra donde constantemente estamos en peligro, no es nada parecido a las guerras que hay en el mundo o las que vemos en las películas, nos duele la destrucción y muerte que hay en toda clase de guerra, pero esta guerra es espiritual y eterna, porque el traidor, Satanás quiere conquistar nuestra alma, quiere recuperar nuestra alma, porque nosotros en el momento de ser concebidos pertenecíamos a él a causa del pecado original, nacimos en este mundo siendo hijos de la ira y Dios nos conquistó con el poder de su Palabra en las aguas del bautismo, y nos rescató por el poder de esta Palabra que es viva y eficaz, más cortante que una espada de dos filos (Hebreos 4:12).
Pero el traidor usa a muchos Goliat que hay en nuestra carne pecaminosa para hacernos traicionar a Dios, crea en nosotros duda en la Palabra de Dios, estamos tentados constantemente a negar las verdades de la Escritura, el traidor quiere que vayamos contra nuestro creador y afirmemos que nuestras obras nos dan el verdadero reposo, quiere que peleemos contra nuestro Dios asegurándonos que la verdadera felicidad está en las cosas materiales que podemos tener en este mundo, la verdadera felicidad está en tener vidas sexuales desordenadas porque la pasión y el placer hace que sintamos una satisfacción única y verdadera, nos confunde en nuestra libertad cristiana llevándonos por los caminos de abusar de la gracia, haciéndonos creer que entre más pequemos somos más perdonados. Pero el listado puede seguir, porque este traidor usa bien nuestra ira, egoísmo, egocentrismo para que traicionemos a Dios pecando y alabando así al este Diablo traidor. En el capítulo 4 de Hebreos nos recuerda esta situación, recordando la vida de Israel en el desierto: Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. 6Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia. (Hebreos 4:5-6). Muchos perdieron su vida en el desierto a causa de su desobediencia a Dios y nosotros también podemos perder esta guerra, puesto que veamos a nuestro alrededor o pensemos en aquellos que han abandonado la fe, muchos de ellos ya no están por su impenitencia o por tener fe con su razón, han rechazado el verdadero reposo, el traidor a ganado esta guerra, pero ¿nosotros?
En este tiempo de cuaresma, Dios quiere que veamos la influencia de Satanás en nuestras vidas, nuestro Señor quiere que vivamos el arrepentimiento, reconozcamos nuestra desobediencia porque nos ha llevado a pecar en contra del primer mandamiento, el traidor ha movido nuestro viejo hombre para no temer a Dios y decir que su Palabra no tiene importancia, por esto merecemos la muerte eterna. Pero en esta cuaresma Dios quiere que no solamente veamos como el pecado es una piedra de tropiezo para nuestras vidas, sino que también nos manda a creer y confiar en la roca verdadera, Cristo Jesús.
Hebreos nos dice que tenemos un Sumo Sacerdote, no sabemos quién es el escritor de esta carta, pero por su manera de escribir demuestra que conoce muy bien el Antiguo Testamento. Este Sumo Sacerdote vino a este mundo para enfrentarse al traidor por amor a nosotros, Él conoce nuestra debilidad y por esto Dios le envió al mundo. Pero el traidor creyó que cuando estaba Jesús en el desierto por 40 días y 40 noches iba aprovecharse de Él. Vió esa oportunidad, así como en el Edén, tentó a Jesús. El escritor de Hebreos nos dice: fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (Hebreos 4:15). El desierto, sin comer, sin dormir, el traidor vio una oportunidad propicia para hacer pecar a Jesús, le tentó con su hambre, con poder y con dejar de adorar a Dios, pero este traidor no entendió la diferencia entre Adán y Eva y, Jesús. Ellos fueron creados por el Dios Trino, fueron creados por Jesús y por esto Jesús no pecó, porque es el mismo Dios. Este traidor queria que el mismo Dios se traicionara así mismo, pero la Santidad de Dios es más poderosa, Jesús venció la tentación del diablo en el desierto y lo hizo por amor a cada uno de nosotros. Hoy, tenemos el verdadero descanso por la vida perfecta de Jesús. Pero esta perfección la llevo también a la cruz, allí el traidor hizo su último intento de hacer caer a Jesús, cada latigazo, escupitajo y humillación hacia la integridad de Jesús pudo haberlo hecho desfallecer, pero no fue así, en el momento más dificil de Jesús al decir: Dios mío, Dios mío porque me has desamparado, sufriendo en ese instante el castigo del infierno eterno, no dudo en el amor del Padre, Él sabía que tenía que ser castigado fuertemente para que nosotros no fuéramos al infierno. ¡Hermanos, Cristo venció a este traidor! Y recordemos que nuestro Señor fue al infierno para declarar su victoria, como lo enseña Pedro 18Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; 19en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados. (1 Pedro 3:18-19). Cristo resucitó para demostrarle a este traidor que ya no tiene poder sobre nosotros.
El Espíritu Santo nos ha dado un regalo, la fe en la vida perfecta, sufrimiento, muerte y resurrección de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Todo esto lo tenemos gracias a la Palabra de Dios, 12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12). Esta palabra usando los dos filos, la Ley y el Evangelio ha penetrado todo nuestro ser anunciándonos el verdadero reposo que tenemos en Cristo Jesús, ahora no lo vemos como dice el pasaje para este día: 14Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. La Nueva versión internacional nos traduce que aferrémonos a esta fe. Es bueno que Jesús este en el cielo y también este aquí con nosotros, no le vimos subir al cielo y ahora no le vemos, pero tenemos el testimonio de la Palabra que nos dice que su presencia constante en nuestras vidas es verdadera y al ser guiados por este Sumo Sacerdote que no mira hacia otro lado cuando ve nuestras debilidades sino que nos ha llamado a esta acción que solo lo podemos hacer por la obra del Espíritu Santo 16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Cada vez que este traidor empiece a buscar nuestra caída, el Espíritu Santo hace que nos acerquemos al trono de Gracia, allí es donde encontramos la protección de estos ataques del enemigo, tenemos la seguridad que Jesús triunfó sobre él y cada vez nos ataca más fuerte con nuestro viejo hombre, pero la misericordia de Dios hace que el nuevo hombre crezca cada vez más y confíe en el poder de la Palabra. El estudio de la Escritura, unido a la oración nos lleva en medio de la tentación a no caer en ella, a no pecar. Por esto no traicionamos a Dios, vamos a amarlo y a mostrar temor hacia Él, esto lo demostramos al usar cada mandamiento como guía, mostramos que amamos y tememos a Dios cuando no traicionamos, obedecemos, cuidamos, protegemos al prójimo y hermano en la fe. Nuestros matrimonios cuando pase por las diferentes tentaciones, solo confiará en aquel que se sacrificó por nosotros y viviremos en el perdón; ayudaremos a nuestro prójimo y hermano en la fe para que le vaya bien en la vida en las cosas que hace y oramos por ellos para que encuentren en Jesús el verdadero descanso; también estamos llamados a ser prudentes y no dañar el nombre de nuestro prójimo y hermano en la fe, somos luz para los que están en oscuridad y sal para preservar a este mundo de los ataques del traidor y por esto hoy, en este primer sermón de cuaresma demos gracias a nuestro Dios por la promesa del verdadero descanso en el cielo y ahora ponemos todas nuestras cargas en Él porque es nuestro verdadero reposo. Amén.
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