NOVENO DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Una vida centrada valora adecuadamente el tesoro celestial.
TEMA DEL DÍA
Sólo Cristo puede proporcionar su antídoto. Él pone ante nuestros ojos al Padre amoroso que tenemos por la fe. El mismo Padre que nos dice que busquemos su reino proclama que se complace en dárnoslo y promete entregarnos también las posesiones terrenales que necesitemos. Podemos buscar el tesoro celestial de todo corazón, seguros de que nuestro Padre sabe todo lo que necesitamos.
Oración del día
Dios todopoderoso y eterno, tú estás siempre más dispuesto a oír que nosotros a orar y dispuesto a dar mucho más de lo que deseamos o merecemos. Derrama sobre nosotros la abundancia de tu misericordia, perdonándonos aquello de lo que nuestra conciencia tiene miedo, y concediéndonos aquellos bienes que no somos dignos de pedir sino por los méritos y la mediación de tu Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.
Primera lectura: Génesis 15:1-6
Para fortalecer su fe y calmar sus temores, el Señor se apareció de nuevo a Abram. ¿En qué se basaba la orden del Señor de no tener miedo? El Señor mismo era su escudo. No importaba cuántos reyes quisieran la tierra, el Señor protegería a Abram. El Señor mismo era la recompensa de Abram. Mucho mayor que las bendiciones territoriales y familiares que se le habían prometido a Abram, su relación con el Señor era su mayor tesoro. El Señor también repitió y aumentó su promesa de hijos. Un hijo de su propia carne sería su heredero. Su descendencia no sólo sería tan numerosa como el polvo bajo sus pies. Serían tan numerosos como las estrellas de los cielos más altos.
1Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. 2Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 4Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.6Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Salmo del Día: Salmo 121
La Iglesia canta el Salmo 121 en los servicios que celebran el valor de la fe en Dios, independientemente de nuestras circunstancias. El salmista afirma con confianza que el Señor nos protege tanto del daño físico como del espiritual. Martín Lutero dijo: «El Salmo 121 es un salmo de consuelo». Vemos cómo el Señor trata tanto al salmista como a nosotros cuando permanecemos fuertes en la fe, esperando su ayuda y protección. Incluso cuando parece que Dios duerme, no es así. Él vela y nos mantiene seguros hasta el final».
Cántico gradual.
1Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
2Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
3No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
4He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
5Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
6El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
7Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
8Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.
Segunda lectura: Hebreos 11:1-3,8-16
Como parte de su estímulo para seguir perseverando en la fe, el escritor les recuerda que, al hacerlo, están en buena compañía. En el capítulo 11, enumera a muchos miembros de la gran nube de testigos que habían vivido por la fe. Su confianza no estaba en lo que podían ver, sino en la realidad subyacente que no podían ver.
1Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 2Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
8Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
13Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
Texto Sermón: Evangelio: Lucas 12:22-34
Las palabras de Jesús sobre la preocupación deben dirigirse a sus discípulos porque su relación con él, y por tanto con Dios, es la cura definitiva para la preocupación. Es natural pensar que la solución a la preocupación es estar ocupado. Jesús ilustra, sin embargo, lo poco que consigue nuestra ocupación. Incluso sin preocupaciones, los cuervos tienen comida y las flores se visten. ¿Por qué nos preocupamos? ¿ocurrirá lo mismo con nosotros? Incluso con toda nuestra preocupación, no podemos añadir una sola hora de pecado a nuestras vidas. Si no podemos hacer esta pequeña cosa, ¿por qué preocuparnos por cosas mucho mayores?
22Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. 23La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. 24Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? 25¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? 26Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? 27Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 28Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 29Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. 30Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. 31Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
32No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. 33Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. 34Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
MIS HERMANOS, LA FE EN CRISTO ES NUESTRO TESORO
Hoy hablaremos de las prioridades de cada uno de nosotros en este mundo, no necesitamos dar una explicación gramatical sobre el significado de esta palabra porque la entendemos no solo en su significado, sino en el uso diario de la vida. Una prioridad es la necesidad que tenemos frente a una situación o una toma de decisiones, pero, muchas veces las prioridades que tenemos son producidas por nuestro propio pecado o el pecado de los demás. Esto nos lleva a pensar en las decisiones que hemos tomado en este mundo guiado por nuestras emociones y nuestro viejo hombre haciendo a un lado la fe y la confianza en nuestro Padre Celestial. Pensando en este sermón en cuanto a la relación de nosotros como creyentes y las cosas materiales, llegaron muchos pensamientos personales, puesto que no soy el mejor ejemplo para hablar de como manejar la economía y como poder poner las cosas materiales en un nivel secundario porque realmente las emociones me han jugado malos momentos en la decisión de adquirir cosas materiales que ni siquiera uso en este momento. Pero creo que todos nosotros tenemos un poco del hombre rico que Jesús usó de ejemplo en el contexto cuando hablo a su alma: 18Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. (Lucas 12:18-19). Nosotros tenemos tanta confianza en las cosas materiales de este mundo que, si somos honestos los problemas que tenemos económicos, en el matrimonio, en el trabajo y hasta con amigos es por nuestra mala mayordomía donde hemos pecado en contra del prójimo y de Dios al no pagar nuestras deudas o al abusar del dinero del prójimo creyendo que ellos tienen una obligación económica con nosotros o siendo acumuladores de cosas materiales que compramos y solo la usamos una sola vez.
Si estudiamos el quinto y el séptimo mandamiento sería una buena guía para tenerlos conectados con estas palabras de Jesús, porque estos mandamientos nos enseñan como cuidar el bienestar de nosotros en este mundo, nuestra vida, y como ser administradores de los regalos que Dios nos da. Pero Jesús habla a sus discipulos y a nosotros hoy queriendo que seamos como los cuervos, sabemos que este es un animal impuro en las leyes ceremoniales que Dios dio a su pueblo, pero también Jesús usa esta ave para que aprendamos a tener la actitud de ella en cuanto a las cosas que necesitamos en este mundo y por esto nos dice: Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. (Lucas 12:24), el cuervo es un animal que se alimenta de basura, sintiéndose satisfecho con los desperdicios, y no piensa en almacenar comida para el futuro, esta es la actitud en la cual Jesús quiere que pensemos y practiquemos en nuestra vida de creyentes, porque en verdad, cuando hablamos de las cosas materiales por las cuales trabajamos o deseamos solo salen a la luz nuestra avaricia, inconformidad y la falta de confianza en nuestro Dios, es por esto mis hermanos que nosotros pecamos contra el primer mandamiento cuando encontramos la confianza y la felicidad en las cosas materiales en este mundo y pecamos contra la vida y las posesiones de los demás cuando estamos llenos de envidia, avaricia y hasta llegamos a robar solo por complacer nuestra carne pecaminosa, por esto merecemos ser hechados en el fuego eterno por nuestra falta de fe y confianza en nuestro Dios.
La riqueza que nosotros tenemos no alcanzamos a entenderla, ni a disfrutarla porque el enemigo siempre quiere ocultarla a nuestros ojos. Pero el Espíritu Santo que es Dios se ha encargado de mostrarnos a cada uno de nosotros el alcance de esta riqueza al vivir dentro de nosotros, Dios mismo habita en nosotros y esto sucedió por la obra de Jesús quien por amor a cada uno de nosotros vivió como los cuervos, Él tenia la seguridad del pan diario que su Padre le daba, es más hasta con cinco panes y dos peces dio de comer a más de quince mil personas y dio gracias a Dios, Pedro y algunos de los apóstoles estaban pescando durante toda la noche y no tuvieron éxito pero luego Jesús llegó y les mando a tirar la red de nuevo al mar y tuvieron la mejor pesca que jamás hubieran tenido y todo esto porque Jesús es Dios, vino a este mundo a vivir perfectamente confiando en Dios y esta confianza nos abraza a cada uno de nosotros, solo por Jesús hoy nosotros tenemos la riqueza del perdón y del cielo. San Pedro nos dice el costo de nuestra redención con estas palabras: 18sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación (1 Pedro 1:18-20). Nuestra riqueza esta en el cielo donde nuestro Padre Celestial nos espera a cada uno de nosotros porque nos compró con un precio costoso, la vida de su Hijo.
Mis hermanos, en verdad somos ricos, no por las cosas materiales que tenemos sino por la vida espiritual en la que vivimos porque nuestro Dios, el único Dios proveedor en este mundo nos da diariamente el techo, la comida y el vestido y también provee nuestro cuidado espiritual con los medios de Gracia como el Evangelio y los Sacramentos. Esto es lo que confesamos cuando decimos que “Creemos en Dios Padre Todo poderoso, Creador del Cielo y la Tierra” y al confesar nuestra fe de esta manera estamos afirmando que no ganamos nada con afanarnos o preocuparnos por que comer o que vestir en este mundo porque esto está asegurado de parte de nuestro Dios hacia cada uno de nosotros, nosotros no podemos ni siquiera administrar lo menos que nos ha dado nuestro Dios, pero Él por amor a nosotros nos cuida diariamente, no solamente de manera material sino también espiritual. Materialmente vemos como nos enseña para darnos seguridad con el cuidado que Él tiene con las aves, las plantas, las flores, la hierba cuidándolas cada día y por esto encontramos todo el sentido cuando nos dice:Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas (Lucas 12:31) este versículo va directo a la prioridad que vamos a tener con nuestra vida espiritual, cada día de nuestros días el devocional personal, estudio de la Escritura, la oración y la meditación es la manera de mostrar que buscamos el Reino de Dios. Porque de esta manera nos diferenciaremos del mundo pagano o las gentes del mundo que están muy preocupados buscando su bienestar material, en cambio nosotros que somos manada pequeña, Jesús nos dice que vendamos lo que tenemos y ayudemos a los necesitados, esto no es como lo hizo Francisco de Asís que, regaló todo lo que tenía y empezó a llevar una vida de pobreza, Jesús quiere que nosotros nos distanciemos de las actitudes del mundo que glorifican la vida terrenal y los bienes materiales dando prioridad a nuestra vida de fe y confianza en nuestro Dios.
El mismo Dios nos enseña que nuestra prioridad sea nuestra vida espiritual y lo material es la añadidura Él la dará a cada uno de nosotros, pero también con esto nos enseña de la mayordomia y el cuidado de las posesiones materiales que tenemos y que Dios nos ha dado. Es por esto que cuando estudiamos el séptimo mandamiento nos ayuda a saber que usemos el dinero con la prioridad de dar la ofrenda a Dios, sabemos que Dios no necesita dinero, pero Él nos ha dado el dinero para que apoyemos la obra en nuestra congregación porque nuestra prioridad es que el evangelio se siga expandiendo. Pero también vamos a cuidar a nuestra familia porque el dinero que Dios nos da es para nuestro sustento en este mundo y también para ayudar a los que necesitan. Dentro de esta mayordomía vamos a pagar lo que debemos, necesitamos mostrar amor y respeto a los hermanos en la fe o al prójimo que nos ha prestado dinero para una necesidad determinada y nosotros devolverlo, esto es hablar también con la verdad. Seamos responsables con nuestras finanzas y aprendamos cada día a ser felices con las cosas que Dios nos da para nuestro sostenimiento en este mundo y la mejor mayordomia es poner nuestro corazón en el tesoro que tenemos, la fe en Cristo Jesús que nos ha regalado el cielo y allí esta nuestro verdadero tesoro. Amén
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