DÉCIMO NOVENO DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Las promesas producen persistencia en la oración
Tema del Día
Aprender a orar no es como muchas otras cosas que aprendemos a hacer en la vida. Una vez que sabemos escribir nuestro nombre, atarnos los zapatos o montar en bicicleta, el aprendizaje está hecho. Sabemos hacer esas cosas y nunca corremos el riesgo de olvidarlas. Sin embargo, aprender a orar es diferente. No es algo que aprendemos a hacer una vez y luego sabemos cómo hacerlo correctamente para el resto de nuestras vidas. Aprender a orar consiste en toda una vida de persistencia y lucha. Cuando luchamos con Dios en la oración, no es una indicación de que algo va mal. Es una indicación de que todo está bien. La lucha forma parte de la naturaleza misma de la oración, y está en el corazón de las bendiciones que nos aporta en nuestra vida de fe.
Oración del Día
Dios, refugio y fortaleza nuestra, ten piedad de tu Iglesia mientras venimos en oración ante ti. No nos respondas juzgando nuestros pecados, sino con la paz y el perdón; por tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre. Amén
Primera lectura: Génesis 32:22-30
Ya antes de salir del vientre de su madre, Jacob se había ganado el apodo de «el que agarra los talones». A lo largo de su vida, hizo honor a esta reputación de ser engañador con su hermano Esaú, con su padre Isaac y con su tío Labán y por esto tuvo que huir. Años después Jacob tuvo una pelea verbal con Dios durante el día, luego se convirtió en un combate físico durante toda la noche. El Señor asumió la postura del adversario de Jacob, obligándole a luchar con él por lo que había prometido. Esta lucha forma parte de la naturaleza de la oración.
22Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 23Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. 24Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. 27Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 28Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.
Salmo 121
La Iglesia canta el Salmo 121 en los servicios que celebran el valor de la fe en Dios, independientemente de nuestras circunstancias. El salmista afirma con confianza que el Señor nos protege tanto del daño físico como del espiritual. Martín Lutero dijo: «El Salmo 121 es un salmo de consuelo. Vemos cómo el Señor trata tanto al salmista como a nosotros cuando permanecemos fuertes en la fe, esperando su ayuda y protección. Incluso cuando parece que Dios duerme, no es así. Él vela y nos mantiene seguros hasta el final».
Cántico gradual.
1Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
2Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
3No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
4He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
5Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
6El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
7Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
8Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.
Segunda lectura: 1 Juan 5:13-15
La fe en Jesucristo da a la persona una confianza absoluta en la eternidad. También produce confianza presente en la oración. Con pocas y sencillas palabras, Juan enseña a sus lectores en prosa directa exactamente lo que las palabras de Jesús enseñaron a sus oyentes en parábolas indirectas y lo que el encuentro de Jacob con el Señor demostró en la narración.
13Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. 14Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Texto del Sermón: Evangelio Lucas 18:1-8
La justicia prometida daba a los discípulos de Jesús todas las razones para ser persistentes en la oración. De hecho, aunque a un juez no le interesara en absoluto la justicia, la persistente insistencia de un peticionario podría ser recompensada. Si la persistencia puede dar sus frutos incluso en el caso de un juez que no es justo, ¿cuánto más se verá recompensada con un juez que sí lo es? Mientras luchamos con Dios en la oración, no tenemos por qué dudar de que nos dará lo que nos ha prometido. La única cuestión que queda por resolver es si estamos dispuestos a luchar con Él por esas promesas en la oración y a aferrarnos a ellas con fe.
1También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, 2diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
OREMOS A DIOS SEGÚN SUS PROMESAS
Veinte años paso Jacob fuera de su casa, sin ver a sus padres y su hermano Esaú. Todos sabemos la historia de esto porque el patriarca tuvo que escapar de su familia por ser engañador. La consecuencia de su pecado le llevo a vivir en tierras lejanas, pero también fue un tiempo donde Dios le dio madurez, no solo en su vida física, sino también en su vida espiritual. Todo esto lo digo porque aprendemos de Jacob sobre la persistencia de la oración. La noche que tuvo el encuentro con el Ángel de Jehová peleo con Él. Recordemos este relato Bíblico que esta en Génesis 32:24-26 24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Las últimas palabras de estos versículos son las claves para nosotros meditarlas con la parábola de Jesús para el día de hoy. No te dejaré, si no me bendices, esto es la persistencia de la oración, esto es mis hermanos lo que necesitamos aprender en nuestra vida de santificación, orar con persistencia.
Jesús contó esta parábola a sus apóstoles porque en el contexto inmediato de este pasaje habló de su segunda venida, del sufrimiento que iba a tener y también como los apóstoles iban a sufrir a causa de su trabajo de llevar el mensaje de Salvación. Por esto Jesús les está animando a orar. Tiempos difíciles esperaban vivir los apóstoles y nosotros también estamos viviendo tiempos difíciles, estamos viviendo las señales antes del fin y estas nos afectan cada día en nuestras vidas. Las guerras y rumores de guerras es una muestra de falta de amor hacia el prójimo, vemos como se destruyen las familias, los niños sufren y muchas personas quedan afectadas emocionalmente. Pero también somos testigos de como hombres abusan del poder, se han vuelto dictadores y han mantenido su poder oprimiendo a su pueblo. Pero también estamos viendo como las familias se están destruyendo, no solo por el orgullo, sino que, el diablo esta usando el alcoholismo, las drogas, la sexualidad desordenada y muchos otros pecados para esclavizar a miembros de nuestras familias y así se ha dañado la relación entre esposos o con los hijos o familiares cercanos. Realmente estamos viviendo tiempos difíciles porque ha aumentado el desempleo, los sistemas de salud han colapsado y no se está encontrando medicamentos y citas médicas a tiempo, cada día es más difícil la relación entre personas y cada día es más evidente la falta de Dios en la vida de muchas personas, pero lo más triste pasa con nosotros los cristianos que vivimos peor que los que no tienen fe y la falsa doctrina en oportunidades no la detectamos y terminamos viviendo o practicando pecados que hacen nuestro cristianismo irreconocible.
Podemos ver el panorama de toda esta situación y como somos afectados personalmente, pero pasamos desapercibidos porque no detectamos que todas estas situaciones el maligno las usa para atacar la fe. En estos tiempos donde las sillas de las iglesias están más vacías, donde la fe se debilita fácil y donde dedicamos poco tiempo a la meditación de la Palabra y la oración son oportunidades para que el diablo gane sus batallas y esto lo vemos en las congregaciones, grupos sembradores o en el evangelismo, como las personas van y vienen sin ninguna identidad espiritual. Hermanos pecamos contra el segundo mandamiento, este es el que habla de la oración porque nos manda a invocar el nombre de Dios en toda necesidad, lo adoremos, alabemos y le demos gracias. Pero en realidad somos mediocres y perezosos para la oración y esto es una muestra de nuestra falta de confianza en Dios, pero también es un síntoma de nuestro pecado predominando en nuestra vida y por esto mis hermanos merecemos la muerte eterna, ser destruidos eternamente por nuestra falta de confianza a Dios.
El Espíritu Santo ha visto nuestro corazón débil, desconfiado y lleno de temores. ¡Pero ha venido a nuestro rescate! Nos ha traido a la fe en Cristo Jesús, el poder del Evangelio nos ha llevado a confesar que tenemos perdón de nuestro pecado hacia el primer y segundo mandamiento por la vida de Jesús. Los evangelios constantemente nos muestran como Jesús dedicó mucho tiempo a la oración y esto lo hizo perfectamente, pero también dedicó tiempo en la instrucción de la oración cuando enseñó sobre el Padre Nuestro y como en el día de hoy nos enseña de la persistencia en la oración. Usó de ejemplo a una mujer viuda, en los tiempos biblicos estas personas eran muy desprotegidas, al igual que los huérfanos. Pero Jesús cuenta esta situación por medio de una parábola, un juez injusto, incrédulo que no temía a Dios ni al hombre no queria escuchar y hacer su trabajo para esta mujer, pero Jesús habla de la persistencia de ella que la escuchó y ejecutó la petición de esta mujer para que le hiciera justicia. Ahora Jesús nos enseña: este juez incrédulo e injusto actúo por la persistencia de esta mujer, ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Todos nosotros sabemos la respuesta a estas dos preguntas, Dios sí hará justicia, Dios si responde nuestras oraciones y encontrará creyentes cuando Jesús venga por segunda vez. Todo esto sucede por Jesús, nuestro único mediador entre Dios y los hombres. Pero también Jesús ganó nuestra paz con Dios estando en la cruz, pensemos en las siete palabras que dijo al estar crucificado, muchas de estas palabras usadas en textos mesiánicos del Antiguo Testamento, pero su oración final: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” podemos ver que después de esta petición murió, lo hizo para pagar por nuestros pecados, Jesús fue a la cruz para reconciliarnos con nuestro Padre en los cielos recibiendo el castigo que nosotros merecemos. Sólo por la vida perfecta, el sufrimiento, muerte y resurrección nosotros somos perdonados y tenemos las puertas abiertas para orar a nuestro Dios.
Pero el mismo Espíritu Santo nos lleva a orar confiada y constantemente. En verdad la oración es un acto de adoración a nuestro Dios, así como usamos el segundo mandamiento para ver nuestro pecado, ahora vamos a usarlo como guía en nuestras vidas, volviendo a la explicación de Lutero en el catecismo: invoquemos el nombre de Dios en toda necesidad, lo adoremos, alabemos y le demos gracias. Ya sabemos como es el panorama en este mundo y por lo tanto es necesario en medio de todas estas circustancias que vivimos la oración. Nosotros necesitamos conocer bien la Escritura para saber como orar y que pedir a Dios, porque ÉL siempre contesta nuestras oraciones a base de sus promesas y por esto vamos a pedir a Dios por este mundo que necesita el evangelio, es la única manera de cambiar el corazón del hombre. No podemos parar guerras, hambrunas, catástrofes de la naturaleza porque estás tiene que ocurrir, pero si podemos orar para que muchas personas escuchen la Palabra de Dios y sean creyentes porque la voluntad de Dios es que todo hombre sea salvo. Oremos por los matrimonios para que tengan principios cristianos, es decir que Cristo sea quien guie sus relaciones, Jesús dijo: lo que unió Dios no lo separé el hombre, bajo esta promesa necesitamos orar para que los matrimonios perduren hasta que la muerte los separe. Pero también oremos por nuestros hijos, Dios ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo y esta es nuestra petición que no se aparte de nuestros hijos y los mantenga en la fe. Pero también demos gracias porque el ha prometido que nunca habrá un justo que le falte pan, ÉL ha cumplido esto dandonos cada día techo, comida y vestido. Pero también cuando pidamos cosas materiales como tener buen empleo, buena salud u otras necesidades como tener una casa propia usemos la palabra clave: Hágase tu voluntad. Finalmente demos gracias a Dios porque tenemos un lugar donde alimentar nuestra fe y pidamos tener obreros fieles que sigan predicando la Palabra de Dios. Hermanos antes de orar pensemos en las promesas de Dios y tengamos la actitud de Jacob en la oración, No te dejaré, si no me bendices. Amén.
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