SEGUNDO DOMINGO DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Tema del Día
El futuro que Jesús nos tiene reservado a su regreso comienza con una resurrección. La esperanza cristiana no es una eternidad inmaterial en un reino espiritual nebuloso. La esperanza cristiana es la reunión del cuerpo y el alma y una eternidad en un nuevo reino físico. Jesús no vino a allanar el camino hacia una especie de premio de consolación, una eternidad a la que nuestras almas pudieran escapar y dejar atrás el mundo físico irreparablemente roto. Vino para hacer nuevas todas las cosas y devolverlas a lo que siempre debieron ser. Partió a su hogar celestial, en cuerpo y alma.
Oración del día
Dios vivo, tu omnipotencia se manifiesta sobre todo en la misericordia y la piedad. Concédenos la plenitud de tu gracia para asirnos a tus promesas y vivir eternamente en tu presencia; por tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.
Primera lectura: Isaías 65:17-25
La segunda mitad de Isaías fue escrita para un pueblo cuya vida y cuyo mundo se habían desmoronado. Ofrece al pueblo en el exilio una visión del mejor futuro que Dios ha planeado para ellos y la esperanza que conlleva. Esta esperanza no se limitaba a un futuro retorno del exilio. Era incluso mayor que la nación que Dios establecería en la tierra en la iglesia del Nuevo Testamento. Esta esperanza incluía el hogar definitivo de Dios para la humanidad: «nuevos cielos y nueva tierra»
17Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. 18Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. 19Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. 20No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. 21Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. 22No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. 23No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. 24Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. 25El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.
Salmo 148
La Iglesia canta el Salmo 148 en los servicios que alaban a Dios por cumplir sus promesas. La palabra «todo» se repite nueve veces cuando se llama a toda la creación a alabar al Señor. Martín Lutero dijo: «El Salmo 148 es un salmo de acción de gracias. Todas las criaturas son exhortadas y amonestadas a alabar a Dios en el cielo y en la tierra, especialmente los que le sirven, los que tienen su Palabra y su culto. Realmente toda la creación no debería ser más que una lengua, siempre alabando la grandeza y la bondad del Señor».
Aleluya.
1Alabad a Jehová desde los cielos;
Alabadle en las alturas.
2Alabadle, vosotros todos sus ángeles;
Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.
3Alabadle, sol y luna;
Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.
4Alabadle, cielos de los cielos,
Y las aguas que están sobre los cielos.
5Alaben el nombre de Jehová;
Porque él mandó, y fueron creados.
6Los hizo ser eternamente y para siempre;
Les puso ley que no será quebrantada.
7Alabad a Jehová desde la tierra,
Los monstruos marinos y todos los abismos;
8El fuego y el granizo, la nieve y el vapor,
El viento de tempestad que ejecuta su palabra;
9Los montes y todos los collados,
El árbol de fruto y todos los cedros;
10La bestia y todo animal,
Reptiles y volátiles;
11Los reyes de la tierra y todos los pueblos,
Los príncipes y todos los jueces de la tierra;
12Los jóvenes y también las doncellas,
Los ancianos y los niños.
13Alaben el nombre de Jehová,
Porque sólo su nombre es enaltecido.
Su gloria es sobre tierra y cielos.
14El ha exaltado el poderío de su pueblo;
Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,
El pueblo a él cercano.
Aleluya.
Segunda lectura: Apocalipsis 22:1-5
En el paraíso del Edén, un río era la fuente de vida tanto para las plantas como para las personas. En los cielos nuevos y la tierra nueva, un río volverá a satisfacer nuestra necesidad. Fluirá directamente «del trono de Dios y del Cordero». En el Edén había un árbol de la vida cuyo fruto, si se comía, haría que la humanidad viviera para siempre. El fruto de este árbol fue finalmente prohibido a causa del pecado. En los nuevos cielos y la nueva tierra, sin embargo, alimentará y sanará a las naciones continua y eternamente. Ya no habrá muerte. En el Edén, el pecado hizo que la humanidad escondiera su rostro de Dios por vergüenza. Sin embargo, en los cielos nuevos y la tierra nueva, la humanidad verá a Dios cara a cara.
1Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
Texto Sermón Evangelio: Lucas 20:27-38
El Evangelio de esta semana presenta a los lectores de Lucas a un grupo que no había mencionado antes: los saduceos. En tiempos de Jesús, los saduceos eran adversarios religiosos y políticos de los fariseos. Rechazaban la tradición oral de los rabinos en favor de la Ley escrita de Moisés. Negaban la resurrección y la existencia de ángeles y otros espíritus. Su visión del mundo era materialista. Como resultado, no es de extrañar que ocuparan la mayoría de los puestos religiosos y políticos prominentes en tiempos de Jesús. Cuando esta vida y este mundo son todo lo que hay, la mejor esperanza es hacer que este mundo y esta vida sean lo mejor posible.
27Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron, 28diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano. 29Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 32Finalmente murió también la mujer. 33En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
34Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 37Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. 38Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.
Hijos de la Resurrección: La Familia en el Cielo
La historia de la lectura de hoy siempre ha parecido un poco rara para mí. ¿Porque preguntarían los saduceos algo tan aleatorio a Jesús, el buen maestro? Obvio que Jesús tenía sabiduría sobresaliente en muchos temas. ¿No es una pérdida de tiempo preguntar sobre siete hermanos? No, porque su propósito no era aprender de Jesús, quisieron atraparlo. El capítulo 20 de Lucas está lleno de luchas verbales entre Jesús y sus enemigos. Sugiero que ustedes lean todo el capítulo esta semana, pero hoy vamos a enfocarnos en los versículos de la lectura, la lucha entre los saduceos y Jesús.
Para entender el contexto de la discusión, solo por un rato, vamos a ser Saduceos. No se preocupen, vamos a volver a ser nosotros mismos después. Pero por ahora somos Saduceos. Hay un maestro nuevo en el área de Jerusalén. Porque la mayoría de nosotros somos lideres importantes en los consejos y templos de los judíos, estamos un poco preocupados por la influencia que tiene este “Jesús” sobre la gente. Por un lado, estamos celosos del éxito que han tenido las enseñanzas de Jesús, por otro lado, tenemos miedo de la posibilidad de la intervención de los Romanos. Ahora disfrutamos nuestras posiciones de poder y apoyamos a los gobernantes, pero este alborotador podría causar una terminación de nuestras vidas cómodas.
Esperábamos que nuestros rivales, los Fariseos, iban a vencer a Jesús en debates, pero seguían perdiendo. ¡Y que escándalo, hay algunos que han empezado a seguir al maestro! Ya no podemos soportar esto. Necesitamos enfrentar este maestro y mostrar a la gente que él es un guía falso. No vamos a usar las enseñanzas de los rabinos como los fariseos, porque esas no valen nada para nosotros. Podemos usar los libros de Moisés, porque obviamente muestran que esta vida es todo lo que tenemos. Sus reglas no dejan espacio para una resurrección de los muertos. Bueno, ya tenemos un plan…
Tranquilos, ahora no somos Saduceos. Regresamos a ser cristianos, pero con más entendimiento de los pensamientos de los Saduceos. Vimos que tenían presuposiciones sobre la vida y muerte que influían su interpretación de los libros de Moisés. Formularon su enigma para preguntar a Jesús con creencias falsas. Por eso parece un poco extraño a nosotros, porque su vista del mundo fue muy diferente. Una comparación podría ser los materialistas de hoy en día, que dicen que la materia es todo que existe. Entonces no venían con preguntas de salvación. No iban a preguntar como heredar la vida eterna porque no creían que existiera. En vez de eso, preguntaron sobre una situación hipotética para mostrar que la resurrección era ridícula.
¿Si siete hombres toman una mujer como esposa, de quien será esposa en la vida venidera? La pregunta viene de una costumbre en la ley cívica de la Tora de Moisés. Si un
hermano mayor murió sin hijos, fue la responsabilidad del otro dar un heredero para mantener el linaje de la familia. Solo el primer niño de la mujer sería legalmente del hermano muerto, si tuvieran otros serían del hermano vivo. Los saduceos pensaban que esta regla sería ridícula si existía una vida venidera. Y así pusieron su trampa para Jesús.
Pero Jesús fácilmente evita sus intenciones malas. Vamos a leer su respuesta otra vez. “Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 37Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. 38Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.” Con estas palabras Jesús destruyó su trampa con la pregunta que hicieron, y además atacó a sus presuposiciones para mostrar que fueron incorrectas desde su fundación. Vamos a ver a los dos partes.
El matrimonio es algo de esta época. Jehová lo dio a Adán y Eva y todos los que viven en este mundo, con la bendición de ser fruticoso y multiplicar. Pero eso mandato no va a existir en el cielo. Los procesos de casarse, empezar familias, la reproducción humana, todo estos no serán parte del mundo venidero. Después del día de juzgamiento, no habrá humanos nuevos. Eso nos muestra Jesús usando la comparación con los ángeles. Pero ten cuidado: Jesús no está diciendo que los creyentes van a convertir a ser ángeles. Unas personas malentienden y dicen después de una muerte que, “el cielo tiene un ángel más.” Eso no es verdad. Seremos como los ángeles, no ángeles mismos. ¿Pero “como los ángeles” en qué sentido? Vemos al contexto. Es sobre las relaciones familiares. Entonces en el cielo, los creyentes serán como ángeles porque no van a casarse, no van a reproducir, no van a tener padres físicos, y no van a morir. Entonces nuestra existencia será mucho más similar a los ángeles, pero no vamos a ser ángeles mismos. Y creo que el énfasis viene en estas dos oraciones: “son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
La herencia física que se enfocaban los saduceos, y de hecho muchos judíos, no va a importar en el cielo. Pablo dice en Gálatas 3, “25Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” Los que son dignos de la vida eterna serán definidos por su relación con Dios, no por las cosas ni relaciones de este mundo.
¿Pero quiénes son los que son dignos de la vida eterna? La respuesta depende del grupo que haga la pregunta. Los Saduceos dirían nadie porque la vida venidera no existe. Los Fariseos dirían que solo los que siguen las reglas de los rabinos y Tora perfectamente, como ellos mismos, en sus mentes. La Ley y nuestras conciencias dirían nadie porque hemos quebrantado los mandamientos y somos pecadores horribles contra personas y Dios. Y el horror es que son correctos. Dice el Salmo 14, “Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Pero nosotros no necesitamos escuchar a esta respuesta, porque tenemos un buen maestro quien va a responder para nosotros. En el capítulo anterior dice Jesús, “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Y en Juan capítulo 10 dice, “14Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.” Como ovejas perdidas, no éramos dignos de la vida eterna. Pero Jesús el buen maestro y pastor vino a este mundo para vivir perfectamente según la ley en una manera imposible aun para los fariseos, para ser sacrificio inocente en la cruz, y para resucitar de entre los muertos para mostrar su victoria sobre la muerte. Y ofrece esa victoria a todos los que creen en él. ¿Según la ley, quien es digno de la vida eterna? Nadie. ¿Según Jesús, quien es digno? Usted. Y yo. Nosotros los creyentes, a pesar de nuestros pecados. Somos hijos del Dios vivo.
Hablando del Dios vivo, necesitamos mirar por un rato al resto de la respuesta de Jesús. “37Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. 38Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.” Miren como hábilmente Jesús usa la fuente supuesta de las ideas de los Saduceos, Moisés, para mostrar que sus interpretaciones son incorrectas. Mira a esto, Saduceos, que aun el hombre que ustedes supuestamente siguen cree que Dios es un Dios de los vivos. Si no hay vida después de la muerte, Abraham, Isaac, Jacob serían nada, porque ya eran muertos. ¿Qué valor hay para identificar con hombres que ya no existen? Pero Dios podía decir que era Dios de ellos tres porque ya estaban vivos en el cielo. Algo interesante en este tema encontramos en el libro de Hebreos 11:19 donde dice que Abraham creía que Dios podía levantar a Isaac de entre los muertos aun si hubiera sido sacrificado. También, después de la muerte de su hijo, el Rey David dice que iba a verlo después en el futuro. La resurrección era una realidad para los padres de la fe tanto como era una realidad para Jesús y sus seguidores. Los Saduceos no tenían nada que decir.
Pero algunos otros si lo tenían. Estos versículos directamente después no son parte de la lectura de hoy, pero me gustan mucho. Después de la respuesta de Jesús, dice, “39Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. 40Y no osaron preguntarle nada más.” Probablemente estos escribas fueron fariseos o algo similar, y muy
felices ver a sus rivales perdiendo contra Jesús en esta discusión. Sabemos que aun en el siglo de los apóstoles, los Saduceos abusaron de su poder luchando contra el evangelio y pusieron unos discípulos en la cárcel. Sus ideas no podían vencer a Jesús, pero usaban su fuerza contra sus discípulos. Últimamente perdieron totalmente. Ya no hay Saduceos, pero hay billones de cristianos, quienes creen en la resurrección, de Jesús y también de todos al último día. Dios es Dios de los vivos, y gracias a Jesús, somos contados en esa multitud.
Voy a terminar mi sermón con un retrato del cielo, en que podemos meditar mientras nos acercamos al fin del calendario eclesiástico. Escuchemos y demos gracias a Jesús que este es nuestro futuro. No podremos morir, seremos como los ángeles, hijos de la resurrección, hijos de Dios. El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo el santo monte de Jehová. Jehová se alegrará con Jerusalén, y se gozará con su pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
¿Reconocen los versículos? Venían de las lecturas de hoy. Hay mucho que no sabemos sobre el cielo, pero como en todas cosas, lo que Dios nos enseña es suficiente. Gracias a Dios, si hubo y si habrá una resurrección. Hubo la resurrección de Jesús, el dador de vida a todos los creyentes. Y habrá la resurrección suya y mía. Dice Jesús, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Amen.
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