EL TERCER DOMINGO DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
El juicio produce perseverancia para los que sufren.
Tema del Día: Mientras los cristianos esperan el regreso de Jesús, no son los únicos que sufren a manos de otros. Sin embargo, a menudo se encuentran entre ellos. Cuando sufrimos, ¿qué opciones tenemos? ¿Tomamos cartas en el asunto y buscamos venganza? ¿Levantamos las manos desesperados? El futuro mejor que promete Jesús nos ofrece una opción mucho mejor. Podemos esperar pacientemente el juicio perfecto que traerá, seguros de nuestra posición ante Dios por la fe en nuestro justo juez.
Oración del día: Señor Dios todopoderoso, gobierna nuestros corazones y nuestras mentes con tu Espíritu Santo, para que podamos esperar siempre el fin de este presente siglo malo y el día de tu justo juicio. Mantennos firmes en la fe verdadera y viva, y preséntanos al fin santos e irreprensibles ante ti; por tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén
Primera lectura: Malaquías 4:1-6. En estos versículos, Malaquías ve una imagen vívida y reconfortante de ese día. En el día del juicio, los que hacen el mal serán abatidos como el fuego reduce un campo a mero rastrojo. Por el contrario, ese día traería rescate para los que temen al Señor. Así como el sol se asoma por el horizonte y sus rayos salen disparados como alas con el don del calor, la luz y la vida, así también el día del juicio traería sanidad para los perseguidos y oprimidos.
1Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. 2Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. 3Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.
4Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
5He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.
Salmo 98 La Iglesia canta el Salmo 98 en los servicios en los que alaba a Dios por traer justicia y salvación a las personas de todo el mundo. Tradicionalmente se canta el día de Navidad. Martín Lutero dijo: «Como el Salmo 97, el Salmo 98 es una profecía del reino de Cristo que se extiende por todo el mundo. Invita a todos a alegrarse y a alabar a Dios por su salvación. Lo hacemos predicando y dando gracias por la redención que se nos ha concedido a través de Cristo. Él nos ha redimido del pecado y de la muerte por sí mismo, sin mérito nuestro».
Salmo.
1Cantad a Jehová cántico nuevo,
Porque ha hecho maravillas;
Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo.
2Jehová ha hecho notoria su salvación;
A vista de las naciones ha descubierto su justicia.
3Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel;
Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
4Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;
Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.
5Cantad salmos a Jehová con arpa;
Con arpa y voz de cántico.
6Aclamad con trompetas y sonidos de bocina,
Delante del rey Jehová.
7Brame el mar y su plenitud,
El mundo y los que en él habitan;
8Los ríos batan las manos,
Los montes todos hagan regocijo
9Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
Y a los pueblos con rectitud.
Segunda lectura: 2 Tesalonicenses 1:5-10. Cuando Jesús «se manifieste desde el cielo con sus poderosos ángeles», traerá angustia a los que angustian a otros y alivio a los angustiados. Los tesalonicenses no necesitaban desesperarse. No tenían que tomar el asunto en sus manos. Más bien, podían seguir perseverando con la esperanza cierta de que Jesús acabaría trayendo el juicio.
5Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. 6Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 7y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).
Texto del Sermón: Evangelio: Lucas 21:5-19. Los discípulos se quedaron asombrados y perplejos cuando Jesús les dijo que llegaría el momento en que no quedaría piedra sobre piedra del magnífico templo de Herodes. En respuesta, Jesús desvió su atención de lo que el futuro deparaba a este edificio a lo que el futuro les deparaba a ellos. Después de la partida de Jesús, no sólo habría conflicto entre las naciones del mundo. Habría conflicto entre el mundo y la iglesia de Cristo.
5Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: 6En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.
7Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? 8Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. 9Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
10Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; 11y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo. 12Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. 13Y esto os será ocasión para dar testimonio. 14Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; 15porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. 16Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; 17y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. 18Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 19Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
LA MISERICORDIA DE DIOS EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
8Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. (2 Pedro 3:8-9). Nada mejor que empezar este sermón con estos versículos del Apóstol Pedro, porque nos muestra dos cosas, primero, quien es nuestro Dios Creador y Salvador, estamos frente a la eternidad de Dios puesto que le tiempo de Él es muy diferente al nuestro. Pero esto no quiere decir que no sepa lo que sucede en este mundo. Pero también muestra su amor Ágape a los incrédulos porque no quiere que ellos vayan al infierno. Estos versículos nos llevan a ver los tiempos finales y el fin del mundo de manera diferente, sin miedo, sin intrigas. El Evangelio hace que nuestra cara este mirando al cielo con toda la confianza de la venida de Jesús por segunda vez.
El texto del evangelio para el día de hoy, nos muestra como Jesús usó la destrucción de Jerusalén y el templo como referencia al fin del mundo. 18 metros de largo y 2 metros de alto tenían las piedras del templo de Jerusalen, debió ser muy majestuosa esta edificación, puesto que los apóstoles de Jesús se maravillaron al verla, así como lo relata Lucas: 5Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: 6En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. (Lucas 21:5-6). El templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas volitivas y dijo Jesús: En cuanto a estas cosas que veis días vendrán en que no queden piedras sobre piedras que no sea destruida. No quedará piedra sobre piedra que no sea destruida dice nuestro Señor, es decir, todo lo que ellos estaban viendo iban a quedar en ruinas, lo mismo con Jerusalén: 41Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 43Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. (Lucas 19:41-44). Sabemos lo que sucedió en los años 70 D.C cuando el General Tito destruyó a Jerusalén junto con su templo, pero estas palabras de Jesús surtieron efecto con unas palabras de sus discipulos: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder? (Lucas 21:7). Sabemos la historia y la fecha en la cual sucedió la destrucción de Jerusalén y su templo hecho por los romanos. Pero para contestar la pregunta cuando va a suceder esto con el fin del mundo necesitamos tener otras referencias bíblicas.
Pedro en sus cartas nos afirma: Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche (2 Pedro 3:10). Esta misma información la dio Jesús y Marcos la Registra: Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. (Marcos 13:32). Ya tenemos con estos dos versículos una respuesta dada por el Espíritu Santo en este día, no sabemos cuando viene Jesús por segunda vez. Pero este no saber hace que el mundo entero este desconectado de Dios, aún nosotros los creyentes olvidamos que es lo que Jesús nos dice en cuanto a la actitud de nosotros frente a las señales antes del fin y frente a la espera de su segunda venida, dice la Palabra de Dios que velemos y oremos, esto es lo que manda Jesús cuando estamos estudiando sobre este tema, pero ahí es donde encontramos el problema espiritual nuestro, dejamos el contacto con la Palabra y nos dedicamos a la búsqueda del sostenimiento en este mundo, estamos tan afanosos por nuestro bienestar en este mundo que la vida espiritual pasa a un segundo plano y solo escuchamos la palabra cada vez que nos congregamos, solo oramos cuando tenemos problemas y solo buscamos de Dios en nuestras tribulaciones. ¿Qué muestra estás actitudes? Nuestro pecado en contra del tercer mandamiento, el centro de este es la Palabra de Dios y al no tener este contacto necesario con ella encontramos que caemos en un tiempo de relajación espiritual y el diablo empieza a llenarnos de tantas ocupaciones, deberes y quehaceres que olvidamos el estar preparados para el día de nuestra muerte o el día de la segunda venida de Jesús. El diablo quiere ganar nuestras almas, y nosotros la ponemos en bandeja de plata para que él nos conquiste de nuevo llevándonos al lugar que merecemos por no amar la Palabra y a Dios, el inferno eterno.
Estos versículos muestran en verdad el mundo en el que vivimos, falsos cristos que engañan a la iglesia con promesas falsas, legalismo y hasta han dado fechas para el fin del mundo. Esto es acompañado con las guerras, los rumores de guerras, las sediciones, anarquías que vivimos en estos momentos, pero todo esto es por la falta de amor a nuestro Dios y hacia el prójimo. Los terremotos, las hambres y pestilencia, terror y grandes señales del cielo es lo que hemos visto en nuestras vidas. Pero ¿cuál es nuestra actitud frente a estas señales? Es le momento que dejemos que el Espíritu Santo nos lleve a Jesús. ÉL por amor a nosotros tuvo en alta estima la Palabra de Dios y estas señales que dio no eran nuevas porque tenemos el ejemplo del profeta Malaquías que predijo el fin del mundo con estas palabras: Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. (Malaquías 4:1). Jesús mantuvo este mensaje del Antiguo Testamento y no cambio este mensaje en cuanto al fin del mundo, lo predicó como nuestro sustituto, cumpliendo así el tercer mandamiento perfectamente para que usted y yo seamos perdonados. Pero también encontramos el perdón de nuestros pecados con su sufrimiento y muerte, cada vez que tenemos la oportunidad de tomar la santa cena escuchamos estas palabras: Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. (1 Corintios 11:26). La muerte de Jesús no solo nos trajó el perdón de nuestros pecados, también nos conecta con su segunda venida, Él vendrá por segunda vez en su estado de Exaltación y nosotros seremos puestos a su derecha, escucharemos las bellas palabras del Evangelio “Venid a mi benditos de mi Padre ha este reino preparado para ustedes” Pero también por su muerte hoy vivimos en la Paz verdadera que nos ha dado nuestro Señor con su sangre preciosa la cual derramó en la cruz y por medio de su sacrificio nosotros tenemos un lugar en el cielo que nos espera.
En el Evangelio escuchamos no solo como los apostoles de Jesús no solo escucharon de estas palabras que hablan de las señales antes del fin, sino que también escucharon las cosas que ellos iban a sufrir a causa de llevar el evangelio, la cárcel, persecusión, juicios, traiciones y hasta la muerte. Pero también escucharon sobre la protección de Dios en sus vidas, aunque murieran sus almas tenían la garantia del cielo, nosotros también tenemos esta misma garantia, cuando Jesús venga por segunda vez si hemos muerto la biblia dice que vamos a resucitar en cuerpo y alma y estaremos en el cielo. Si estamos vivos como ahora nuestros cuerpos se convertirán en cuerpos glorificados y recibiremos a Jesús que vendrá en una nube y también estaremos en cuerpo y alma en el cielo. Pero mis hermanos mientras esperamos la venida de Jesús, vamos aplicar por la obra del Espíritu Santo el versículo con el cual termina el evangelio de hoy: Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas. Estas palabras están muy conectadas con los versículos que leímos de Pedro al iniciar este sermón y esto nos anima a que por la obra del Espíritu Santo sigamos llevando este evangelio, el mensaje de salvación a los que no creen. Dios quiere que este evangelio sea predicado en todos los lugares de este mundo y nosotros ponemos nuestro granito de arena el cual estamos preparados para que sigamos predicando la Ley y el Evangelio y así el reino de los cielos será lleno de todos aquellos que necesitamos a Cristo en nuestras vidas. Amén
Comentarios recientes