El tercer domingo de adviento
(Azul o púrpura)
Tema del día: Así como Juan el Bautista, nosotros gozamos del privilegio de ser mensajeros de Dios al compartir con todos las buenas nuevas de la salvación en Jesucristo.
La Colecta: Todopoderoso Dios, que por medio de Juan el Bautista diste testimonio del advenimiento de Jesucristo y proclamaste la salvación: Concédenos a nosotros que recibamos esta salvación y te sirvamos en santidad y justicia todos los días de nuestra vida; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Isaías 61:1-3;10-11 Jesucristo, al enseñar en la sinagoga de Nazaret, dijo que las palabras de esta profecía encuentran su cumplimiento en él. Como nuestro Salvador, Cristo proclama el año de la buena voluntad de Jehova y trae libertad y alegría a su iglesia.
1El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
10En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. 11Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.
El Salmo del Día: Salmo 71
1 En ti, oh Jehová, me he refugiado;
No sea yo avergonzado jamás.
2 Socórreme y líbrame en tu justicia;
Inclina tu oído y sálvame.
3 Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente.
Tú has dado mandamiento para salvarme,
Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
4 Dios mío, líbrame de la mano del impío,
De la mano del perverso y violento.
5 Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza,
Seguridad mía desde mi juventud.
6 En ti he sido sustentado desde el vientre;
De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó;
De ti será siempre mi alabanza.
7 Como prodigio he sido a muchos,
Y tú mi refugio fuerte.
8 Sea llena mi boca de tu alabanza,
De tu gloria todo el día.
9 No me deseches en el tiempo de la vejez;
Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.
10 Porque mis enemigos hablan de mí,
Y los que acechan mi alma consultaron juntamente,
11 Diciendo: Dios lo ha desamparado;
Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre.
12 Oh Dios, no te alejes de mí;
Dios mío, acude pronto en mi socorro.
13 Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;
Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.
14 Mas yo esperaré siempre,
Y te alabaré más y más.
15 Mi boca publicará tu justicia
Y tus hechos de salvación todo el día,
Aunque no sé su número.
16 Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor;
Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola.
17 Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,
Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
18 Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,
Hasta que anuncie tu poder a la posteridad,
Y tu potencia a todos los que han de venir,
19 Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso.
Tú has hecho grandes cosas;
Oh Dios, ¿quién como tú?
20 Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males,
Volverás a darme vida,
Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.
21 Aumentarás mi grandeza,
Y volverás a consolarme.
22 Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio,
Oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa,
Oh Santo de Israel.
23 Mis labios se alegrarán cuando cante a ti,
Y mi alma, la cual redimiste.
24 Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día;
Por cuanto han sido avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban.
La Segunda Lectura: Juan 1:6-8,19-28 Juan el Bautista vino a este mundo para dar testimonio a Jesucristo como el Salvador del mundo. Juan en su predicación no buscó gloria para sí mismo, sino siempre señaló a Jesús como el Salvador prometido en el Antiguo Testamento. Como cristianos, nosotros tenemos el privilegio y responsabilidad de señalar a Jesucristo como el Salvador del mundo, no buscando nuestra propia gloria, sino la suya.
6Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 19Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; más en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. 28Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Texto Sermón: 1 Tesalonicenses 5:16-24 San Pablo nos anima a llevar vidas santas y a dar gracias a Dios en todo mientras que esperemos la venida de nuestro Señor Jesucristo.
16Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19No apaguéis al Espíritu. 20No menospreciéis las profecías. 21Examinadlo todo; retened lo bueno. 22Absteneos de toda especie de mal. 23Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
EL DIOS DE PAZ NOS SANTIFICA EN ESTE MUNDO
En la Navidad tenemos muchas cosas para hablar con otras personas, contamos como fue este año, hablamos de nuestros planes para el siguiente año, nos desahogamos de las cosas difíciles que hemos vivido, pero también hablamos de las bendiciones que recibimos este año, pero la pregunta es ¿Qué tanto hablamos de Jesús en la Navidad? La verdad, perdemos fácil el enfoque para hablar sobre Jesús, nos importa tanto nuestra vida en este mundo que dedicamos tanto tiempo en hablar de nosotros, de los demás y de las cosas que pasaron y las que no pasaron que se nos pasa el tiempo y olvidamos hablar de Jesús y el regalo más grande que tenemos, la Salvación. Estos días de Navidad, el maligno nos hace enfocar en las cosas pasajeras de este mundo, buscamos a personas que nos den claves para empezar el siguiente año con consejos para ser mejores personas, tener más dinero o cambiar de empleo para poder tener una mejor vida, pero en realidad todas estas cosas nos alejan del propósito de la Navidad, Pablo nos enseña en esta porción de Tesalonisenses que lo más importante que tenemos no solamente en este tiempo de Navidad sino en nuestras vidas son estas palabras: 23Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo. Pero nuestro viejo hombre no le interesa esta santificación en nuestra vida de parte de Dios, sino que rechaza y la prueba de esto es no hablar de Jesús o de nuestra fe a otros porque dejamos que la idolatría nos consuma con las cosas materiales de este mundo y esto nos lleva a pecar contra el tercer mandamiento por no ser predicadores de la Palabra de Dios y por esto merecemos ser castigados con la muerte eterna.
Pero volvamos de nuevo a este versículo 23 que nos habla del Dios de paz, este atributo único de Dios nos muestra el regalo más grande que hemos tenido cada uno de nosotros, Jesucristo hecho hombre, el profeta Isaías 9:6 nos habla del nacimiento del Mesías, menciona este atributo, príncipe de Paz, encontramos mucha coherencia en el Antiguo y Nuevo testamento hablando del Mesías y mostrándonos el propósito por el cual vino a este mundo, para darnos la verdadera Paz con nuestro Padre en los cielos. Nunca podemos olvidar que nuestro pecado nos hace enemigos de Dios y nuestro pecado hace que ofendamos al prójimo de muchas maneras y esto nos muestra que el pecado es sinónimo de guerra, en contra de Dios y de los demás. Pero este príncipe de Paz dejó su trono de Gloria para venir a este mundo y vencer al príncipe de este mundo que es el diablo, lo venció con su perfección, porque encontramos en la lectura del evangelio para este día lo que el apóstol Juan registró las palabras de Juan el Bautista, 27Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. ¡Que versículo más poderoso y lleno de significado es este! Habla que Jesús es Dios Eterno y sin pecado, nos habla de la verdad de nuestra salvación porque en su vida perfecta nosotros somos perdonados de nuestro pecado en contra del primer y tercer mandamiento, en su vida perfecta cada uno de nosotros encontramos nuestra santificación, es decir, separados, el mismo Espíritu Santo con el poder del evangelio nos separó para Dios y su reino. Este Dios de paz ha transformado todo nuestro cuerpo, muchos creen que el ser humano tiene espíritu, alma y cuerpo por lo que San Pablo menciona en este pasaje que estamos meditando, pero en realidad la Palabra nos esta mostrando que tanto nos ha impactado la obra de Jesús, su evangelio en nuestras vidas. Por esto volviendo al tema del inicio de este sermón y con la pregunta: ¿Qué tanto hablamos de Jesús en la Navidad? Necesitamos mostrar que siempre estamos santificados y estos días donde hay tanta depresión, tristezas, duelos y otros sentimientos que los seres humanos tenemos al final del año, es el momento indicado de hablar del verdadero regalo de nuestro Dios, Jesucristo, quien también vino a redimirnos, comprarnos de nuevo, sacrificándose por cada uno de nosotros, por esto su sangre preciosa nos limpia de todo pecado como nos dice 1 Juan 1:7 y por esto hoy cada uno de nosotros tenemos muchos motivos por agradecer a nuestro Dios porque ya no somos enemigos de Él, ya no estamos en guerra con el Dios Trino porque Jesús nos ha dado el perdón de todos nuestros pecados y ahora estamos listos para seguir en la escuela del Espíritu Santo escuchando como nos ha santificado y como nosotros vivimos para Dios.
La resurrección de Jesús es un aliciente grande en nuestras vidas porque tenemos una fe que es verdadera, una fe que nos guía no solo en confesar la salvación en Jesús sino también en mostrar esta fe en este mundo. Pero volvemos a la pregunta ¿Qué tanto hablamos de Jesús en la Navidad? Muchas cosas tenemos para hablar de Él, pero el Espíritu Santo en su escuela no solo nos enseña, sino que también nos guía en nuestra vida y tenemos un motivo por el cual estar siempre gozosos, todos nosotros tenemos muchos problemas en este mundo, por esto es nuestro enemigo, pero Jesús nos ha quitado el problema más grande que nosotros teniamos que era el pecado, el amor al mundo y el infierno, esto nos da un gozo constante y verdadero y eterno, en vez de estar lamentándonos o quejándonos de las cosas que han pasado en este año vamos a 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. Esta es la manera de orar, dando gracias por los momentos malos y buenos que hemos tenido en este tiempo, dando gracias por nuestro príncipe de Paz que hace parte de nuestra vida y es la voluntad de Dios que oremos dando gracias a Él, es la voluntad de nuestros Dios que oremos por los demás para que el poder de la Palabra los traiga a la fe, los que no son creyentes, y los que somos, podamos persistir en la fe usando los medios de gracia como el Evangelio en la Palabra y los sacramentos porque esta es la manera de no apagar el Espíritu Santo en nuestras vidas, Él es quien no solo nos mantiene vivos espiritualmente sino que nos mantiene en sincronía con el Dios de Paz y hace que vivamos diferente con el prójimo al amarlo, al valorar a nuestra familia, al amar y cuidar a nuestros hermanos en la fe y hablar de lo más importante de este mundo que es nuestra Salvación.
Este y todo tiempo es importante para nosotros tener el contacto con la Escritura porque nuestro Dios que nos ha santificado hace que no menospreciemos las profecías, la Palabra de Dios y por esto necesitamos 21Examinadlo todo; retened lo bueno. Vemos este mundo y al examinarlo con la Escritura nos damos cuenta que estamos en las señales antes del fin, anticristos y su falsa doctrina, terremotos, guerras y todas las demás señales que estamos viviendo, y por esto nuestro Dios hace que nos apartemos de hacer el mal, nos apartemos del pecado en todo nuestra vida porque nuestro Dios ha invadido todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, y todo esto nos prepara a nosotros para la venida de Jesús, todo esto nos guía a cada uno de nosotros para estar en este momento dando gracias por su primer venida que nos libro del pecado, el diablo y el mundo y cuando venga por segunda vez nos sacará de este mundo y viviremos en cuerpo y alma a su lado por toda la eternidad. Y por último ¿Qué tanto hablamos de Jesús en la Navidad? La fidelidad de Dios hará que hablemos y contemos a otros de Jesús, su venida y como nos espera a cada uno de nosotros en el cielo para que le sigamos adorando por la eternidad porque cada día está cerca nuestra victoria dada por Jesús. Amén
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Amén
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