El cuarto domingo de cuaresma
(Púrpura)
El Tema del Día: Somos salvos solamente por la fe en Cristo Jesús, nuestro Señor crucificado. El ganó por nosotros el perdón de los pecados y la salvación al ser levantado en la cruz, y nosotros recibimos esta salvación nada más al creer en él.
La Colecta: Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial: Tus misericordias son nuevas cada mañana, y pese a que no merecemos tu bondad de ninguna manera, tú provees abundantemente todas nuestras necesidades de alma y cuerpo: Concédenos, te rogamos, tu Espíritu Santo para que reconozcamos tu bondad misericordiosa para con nosotros, te damos gracias por todos tus beneficios y te sirvamos de buena voluntad; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Números 21:4-9 Por causa de su rebelión, el pueblo de Israel cayó bajo el juicio de Dios y sufrió una plaga de víboras venenosas. Sin embargo, Dios en su misericordia les ofreció un remedio: creer en sus promesas y serían salvos.
4Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. 5Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. 6Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. 7Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. 8Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. 9Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.
El Salmo del Día: Salmo 38
Salmo de David, para recordar.
1 Jehová, no me reprendas en tu furor,
Ni me castigues en tu ira.
2 Porque tus saetas cayeron sobre mí,
Y sobre mí ha descendido tu mano.
3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;
Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.
4 Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;
Como carga pesada se han agravado sobre mí.
5 Hieden y supuran mis llagas,
A causa de mi locura.
6 Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,
Ando enlutado todo el día.
7 Porque mis lomos están llenos de ardor,
Y nada hay sano en mi carne.
8 Estoy debilitado y molido en gran manera;
Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.
9 Señor, delante de ti están todos mis deseos,
Y mi suspiro no te es oculto.
10 Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,
Y aun la luz de mis ojos me falta ya.
11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,
Y mis cercanos se han alejado.
12 Los que buscan mi vida arman lazos,
Y los que procuran mi mal hablan iniquidades,
Y meditan fraudes todo el día.
13 Mas yo, como si fuera sordo, no oigo;
Y soy como mudo que no abre la boca.
14 Soy, pues, como un hombre que no oye,
Y en cuya boca no hay reprensiones.
15 Porque en ti, oh Jehová, he esperado;
Tú responderás, Jehová Dios mío.
16 Dije: No se alegren de mí;
Cuando mi pie resbale, no se engrandezcan sobre mí.
17 Pero yo estoy a punto de caer,
Y mi dolor está delante de mí continuamente.
18 Por tanto, confesaré mi maldad,
Y me contristaré por mi pecado.
19 Porque mis enemigos están vivos y fuertes,
Y se han aumentado los que me aborrecen sin causa.
20 Los que pagan mal por bien
Me son contrarios, por seguir yo lo bueno.
21 No me desampares, oh Jehová;
Dios mío, no te alejes de mí.
22 Apresúrate a ayudarme,
Oh Señor, mi salvación.
La Segunda Lectura: Efesios 2:4-10 En esta lectura encontramos la base de nuestra salvación: que nosotros por naturaleza estamos muertos en nuestros pecados, pero que Dios en su amor nos da la salvación y vida eterna en Jesucristo. La salvación es un regalo que recibimos por medio de la fe. Y esta misma salvación nos motiva a hacer con corazones agradecidos las buenas obras que Dios ha preparado de antemano para que nosotros las hagamos.
4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 8Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie se gloríe. 10Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
El Versículo: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él no se pierda, más tenga vida eterna.
El Evangelio: Juan 3:14-21 Comparándose con la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto, Cristo enseña a Nicodemo la verdad más básica de la fe cristiana, que Dios en su amor envió a su Hijo unigénito para salvar a la humanidad. Todo aquel que en él cree, no será condenado, sino tendrá la vida eterna en el cielo
14Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
De tal manera amó Dios al mundo
16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. 17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
CREAMOS QUE ES POR MEDIO DE LA FE
Es muy común hablar con personas y escucharlas decir que tienen mucha fe en Dios, este término de la fe se ha vuelto una muletilla, es decir, se repite mucho por hábito y no por el sentido que debe ser, estas personas que estoy hablando por lo general no leen la biblia, no se congregan, no saben que es la santa cena y toda su vida religiosa se basa solo en una costumbre, escuchó hablar a sus abuelos y a sus padre de Dios y lo importante que es, pero no tienen la fe bíblica o la fe salvífica. Por naturaleza todos los seres humanos saben por la naturaleza y la conciencia que Dios existe, pero este mero conocimiento no salva, tampoco la fe es conocer los hechos que dicen los evangelios, el nacimiento, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús porque la Biblia nos aclara en Santiago 2:19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan, los demonios tienen esta clase de creencia, pero no son salvos. Ahora te pregunto ¿Qué clase de fe tienes? Si nosotros creemos que podemos tener una relación con Dios sin la Escritura, si negamos la obra del Espíritu Santo en la conversión al decir que nosotros aceptamos a Cristo, si aún creemos que Dios perdonará a todo el mundo no importando el estado espiritual de nosotros y el resto de los seres humanos o creemos que somos salvos por el hecho de ser luteranos confesionales o porque hemos estudiado mucho, tengo malas noticias si pensamos así, porque esto solo es pecar contra Dios, es amar y confiar en el hombre y sus pensamientos, además es rechazar la obra del Espíritu Santo y al pecar contra los dos primeros mandamientos nos lleva al castigo eterno por el hecho de rechazar el mensaje de la Palabra que nos enseña y nos da la verdadera fe.
Este evangelio de hoy tiene como personaje a Nicodemo, el capítulo 3 de Juan nos dice que era un fariseo y un principal entre los judios, pero este hombre conocedor de la Escritura y movido por el Espíritu Santo fue llevado a una cita en secreto con Jesús. Es muy claro el porqué este tipo de cita secreta por la presión que ejercían los fariseos y los líderes religiosos en los días de Jesús, que creían tener fe, pero es evidente como ellos entraron en el listado de personas que Jesús dijo en este evangelio: pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Aquí también es importante que hablemos si creemos que tenemos libre albedrío en escoger ser creyentes o incrédulos, muchos hoy tienen confusión con este tema, pero la biblia es muy clara, nosotros por naturaleza hacemos lo malo y es por lo que es fácil rechazar el mensaje del evangelio que es creer en Jesús, tener confianza en su obra, hemos sido perdonados de todos nuestros pecados y librados del castigo eterno que merecemos en la vida perfecta, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús. Por naturaleza nuestro viejo hombre dice: “no quiero lo que hizo Jesús por mí, no necesito lo que hizo por mí. Quiero lo que yo he hecho por mí” Nicodemo tenía una gran pregunta para Jesús: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él, podemos notar como este fariseo identificó a Jesús como maestro, y necesitaba algo más que nos cuenta el apóstol Juan, nacer de Nuevo, esto es lo que necesitaba Nicodemo para creer y tener confianza en Jesús como el Mesías prometido y enviado al mundo para redimir al hombre perdido. Pero en esta conversación Jesús llevó a este hombre para que conociera del bautismo, el lavar con agua unido a la Palabra, el nacer de agua y del Espíritu, no podemos ver esto como dos experiencias separadas sino como lo enseñó Jesús en ese momento: El agua y el Espíritu obran juntos en el nuevo nacimiento. Jesús estaba hablando del bautismo, por medio del que el Espíritu obra la fe salvadora. Mediante el bautismo el Espíritu Santo nos une con el reinado amoroso de Dios. Él obra una regeneración, que hace de una persona un hijo de Dios y un miembro de su reino. El apóstol Pablo dijo lo mismo cuando escribió: “[Dios nuestro Salvador] nos salvó… por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” Tito 3:5.
Para que Nicodemo y nosotros como creyentes hoy en día podamos entender más de las bendiciones de Dios como la fe Salvífica, Jesús usa un acontecimiento que sucedió en los tiempos de Moisés, lo leímos en la primer lectura para este día, el pueblo de Israel pecó contra Dios al rodear la tierra de Edom y se desanimó el pueblo como lo leemos 5Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Números 21:5. Como consecuencia de su pecado, Dios envió serpientes venenosas las cuales mataron a mucho pueblo, pero ellos al darse cuenta de su pecado y castigo confesaron su pecado Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Números 21:7, Jesús le recordó la solución al pecado de Israel en ese momento y también nos recuerda la solución de nuestro gran problema de ser pecadores, 14Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Esta es la fe que nos ha dado únicamente el Espíritu Sano por el poder del Evangelio, el creer que, por Jesús, su vida sin pecado y su obra en la cruz somos perdonados, la fe es el instrumento por medio del cual Dios nos ha dado esta seguridad y confianza en su amor 16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Este amor de Dios lo entendemos al confesar que no nos dio lo que merecemos el castigo del infierno, nos dio lo que necesitamos, su perdón y la fe salvífica nos da la confianza en este amor que nos lleva a creer que la vida eterna es dada únicamente por medio de Jesucristo. Este amor se transforma en obras, el escritor sagrado Santiago nos dice que la fe sin obras está muerta, el incrédulo ama más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Pero esta fe Salvífica que nos mantiene en el amor de Dios hace que se cumpla en cada uno de nosotros este versículo: 21Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Es por esto que nosotros mostramos amor al prójimo al predicar la ley y el evangelio para que puedan tener la fe que lleva a la vida eterna, también escudriñamos las Escrituras que nos guía como compartir nuestro amor con el prójimo con nuestros buenos pensamientos, palabras y acciones guiada por el Espíritu Santo que usa el Evangelio, igualmente al orar al Padre de los cielos para que nos mantenga en la fe, mantenga un lugar donde alimentarla y para que los incrédulos por el mismo poder de la Palabra dejen de amar la oscuridad y amen la luz, esto lo vemos con Nicodemo, paso de identificar a Jesús como un maestro al creer en Él como su Salvador, después de la muerte de Jesús vemos su amor por su Señor 39También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 40Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Juan 19:39-40. Este cuarto domingo de Cuaresma es un día para meditar en nuestra fe, como vivimos por medio de ella y como ella nos hará llegar a nuestro destino final. La vida eterna porque hoy creemos en Jesús como nuestro único Señor y Salvador. Amén.
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