El octavo domingo después de pentecostés

(Verde)

Tema del día: Las lecturas para esta mañana enfocan en lo que es el ministerio público de la predicación.  Dado que Dios ha establecido el ministerio público, los que rechazan a sus mensajeros, realmente están rechazando a él.  Pero a nosotros que creemos, Dios promete que nos bendecirá por medio de ellos.  Por lo tanto, qué roguemos al Señor de la mies que envíe más obreros.

La Colecta: Oh Dios, cuya providencia todo lo gobierna: Te suplicamos humildemente que apartes de nosotros las cosas que nos dañan, a fin de que nosotros, siendo capacitados en alma y cuerpo, llevemos a cabo tu santa voluntad; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos.  Amén.

La Primera Lectura: Amos 7:10-15 Así como el profeta Amos, nuestros pastores y líderes en la iglesia han sido debidamente llamados al servicio.  Han sido escogidos por Dios para proclamar su mensaje.  Por lo tanto, qué cada ministro recuerde que su propósito no es buscar su propio bien, sino buscar la gloria de Dios, y qué cada cristiano escuche a sus pastores y dé gracias a Dios por ellos.

10Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam rey de Israel: Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras. 11Porque así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio. 12Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allá; 13y no profetices más en Bet-el, porque es santuario del rey, y capital del reino.

14Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres. 15Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel.

El Salmo del Día: Salmo 78

Masquil de Asaf.

1 Escucha, pueblo mío, mi ley;

Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

2 Abriré mi boca en proverbios;

Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,

3 Las cuales hemos oído y entendido;

Que nuestros padres nos las contaron.

4 No las encubriremos a sus hijos,

Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová,

Y su potencia, y las maravillas que hizo.

5 El estableció testimonio en Jacob,

Y puso ley en Israel,

La cual mandó a nuestros padres

Que la notificasen a sus hijos;

6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán;

Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,

7 A fin de que pongan en Dios su confianza,

Y no se olviden de las obras de Dios;

Que guarden sus mandamientos,

8 Y no sean como sus padres,

Generación contumaz y rebelde;

Generación que no dispuso su corazón,

Ni fue fiel para con Dios su espíritu.

9 Los hijos de Efraín, arqueros armados,

Volvieron las espaldas en el día de la batalla.

10 No guardaron el pacto de Dios,

Ni quisieron andar en su ley;

11 Sino que se olvidaron de sus obras,

Y de sus maravillas que les había mostrado.

12 Delante de sus padres hizo maravillas

En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13 Dividió el mar y los hizo pasar;

Detuvo las aguas como en un montón.

14 Les guió de día con nube,

Y toda la noche con resplandor de fuego.

15 Hendió las peñas en el desierto,

Y les dio a beber como de grandes abismos,

16 Pues sacó de la peña corrientes,

E hizo descender aguas como ríos.

17 Pero aún volvieron a pecar contra él,

Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;

18 Pues tentaron a Dios en su corazón,

Pidiendo comida a su gusto.

19 Y hablaron contra Dios,

Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?

20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas,

Y torrentes inundaron la tierra;

¿Podrá dar también pan?

¿Dispondrá carne para su pueblo?

21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó;

Se encendió el fuego contra Jacob,

Y el furor subió también contra Israel,

22 Por cuanto no habían creído a Dios,

Ni habían confiado en su salvación.

23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba,

Y abrió las puertas de los cielos,

24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen,

Y les dio trigo de los cielos.

25 Pan de nobles comió el hombre;

Les envió comida hasta saciarles.

26 Movió el solano en el cielo,

Y trajo con su poder el viento sur,

27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo,

Como arena del mar, aves que vuelan.

28 Las hizo caer en medio del campamento,

Alrededor de sus tiendas.

29 Comieron, y se saciaron;

Les cumplió, pues, su deseo.

30 No habían quitado de sí su anhelo,

Aún estaba la comida en su boca,

31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios,

E hizo morir a los más robustos de ellos,

Y derribó a los escogidos de Israel.

32 Con todo esto, pecaron aún,

Y no dieron crédito a sus maravillas.

33 Por tanto, consumió sus días en vanidad,

Y sus años en tribulación.

34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios;

Entonces se volvían solícitos en busca suya,

35 Y se acordaban de que Dios era su refugio,

Y el Dios Altísimo su redentor.

36 Pero le lisonjeaban con su boca,

Y con su lengua le mentían;

37 Pues sus corazones no eran rectos con él,

Ni estuvieron firmes en su pacto.

38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía;

Y apartó muchas veces su ira,

Y no despertó todo su enojo.

39 Se acordó de que eran carne,

Soplo que va y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,

Lo enojaron en el yermo!

41 Y volvían, y tentaban a Dios,

Y provocaban al Santo de Israel.

42 No se acordaron de su mano,

Del día que los redimió de la angustia;

43 Cuando puso en Egipto sus señales,

Y sus maravillas en el campo de Zoán;

44 Y volvió sus ríos en sangre,

Y sus corrientes, para que no bebiesen.

45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban,

Y ranas que los destruían.

46 Dio también a la oruga sus frutos,

Y sus labores a la langosta.

47 Sus viñas destruyó con granizo,

Y sus higuerales con escarcha;

48 Entregó al pedrisco sus bestias,

Y sus ganados a los rayos.

49 Envió sobre ellos el ardor de su ira;

Enojo, indignación y angustia,

Un ejército de ángeles destructores.

50 Dispuso camino a su furor;

No eximió la vida de ellos de la muerte,

Sino que entregó su vida a la mortandad.

51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto,

Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.

52 Hizo salir a su pueblo como ovejas,

Y los llevó por el desierto como un rebaño.

53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor;

Y el mar cubrió a sus enemigos.

54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa,

A este monte que ganó su mano derecha.

55 Echó las naciones de delante de ellos;

Con cuerdas repartió sus tierras en heredad,

E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo,

Y no guardaron sus testimonios;

57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres;

Se volvieron como arco engañoso.

58 Le enojaron con sus lugares altos,

Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.

59 Lo oyó Dios y se enojó,

Y en gran manera aborreció a Israel.

60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo,

La tienda en que habitó entre los hombres,

61 Y entregó a cautiverio su poderío,

Y su gloria en mano del enemigo.

62 Entregó también su pueblo a la espada,

Y se irritó contra su heredad.

63 El fuego devoró a sus jóvenes,

Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64 Sus sacerdotes cayeron a espada,

Y sus viudas no hicieron lamentación.

65 Entonces despertó el Señor como quien duerme,

Como un valiente que grita excitado del vino,

66 E hirió a sus enemigos por detrás;

Les dio perpetua afrenta.

67 Desechó la tienda de José,

Y no escogió la tribu de Efraín,

68 Sino que escogió la tribu de Judá,

El monte de Sion, al cual amó.

69 Edificó su santuario a manera de eminencia,

Como la tierra que cimentó para siempre.

70 Eligió a David su siervo,

Y lo tomó de las majadas de las ovejas;

71 De tras las paridas lo trajo,

Para que apacentase a Jacob su pueblo,

Y a Israel su heredad.

72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,

Los pastoreó con la pericia de sus manos.

La Segunda Lectura: Efesios 1:3-14 Por siglos, el misterio de la predestinación ha sido tropiezo para muchos aún para unos grandes teólogos.  Por lo tanto, qué dejemos al lado nuestro orgullo pecaminoso y nuestra razón humana, y veamos estas palabras de Pablo por los ojos de fe, porque son palabras de pura gracia: Dios nos ha escogido antes de la creación del mundo para ser sus hijos queridos.

3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

11En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. 13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Pues, la Palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes. ¡Aleluya!

El Evangelio: Marcos 6:7-13 Cristo escogió y envió a hombres sencillos para predicar su santo ministerio, pero a ellos les dio autoridad y un mensaje poderoso.  Fueron mensajeros del rey.  Si alguien rechazara a ellos, realmente estaba rechazando a Dios que les envió.  Así es también con los ministros públicos hoy en día, son nada más vasos de barro que llevan el tesoro precioso del evangelio.  Su autoridad viene de Dios y su poder de la Palabra de Dios.

7Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. 8Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, 9sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. 10Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar. 11Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad. 12Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. 13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

AMADOS DE DIOS, AMEMOS LOS PREDICADORES DE LA ESCRITURA

Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Este versículo lo leemos en Mateo 11:23 y al leer la Escritura en cuanto a este lugar aprendemos que Jesús lo uso como base de operaciones en su ministerio público, allí vivió y allí tuvo su casa, su sinagoga y, fue un lugar testigo de muchos milagros y acciones de Jesús. El contexto de este pasaje, hablando de Marcos 6 nos muestra la reacción de duda de los Capernuenses al escucharlo hablar en su sinagoga y por esto Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Tristemente Capernaúm es un ejemplo de las bendiciones de Dios dadas y rechazadas y por esto fue abatida por su incredulidad.

Estas palabras de Jesús, dadas en Capernaúm, inmediatamente muestran nuestro problema, nuestro pecado en contra del tercer mandamiento que nos manda a escuchar la Palabra de buena voluntad, pero en realidad no somos así, nosotros caemos en el pecado del pastor latría porque solo queremos escuchar a un pastor determinado, solo queremos que predique una sola persona y cuando hay alguien nuevo predicando empezamos a criticarlo. Nosotros somos personas idealistas como los de Capernaúm que rechazaron a Jesús como el Mesías porque lo conocieron siendo un hijo de carpintero, y esto nos trae serios problemas en nuestra vida espiritual porque olvidamos que Dios ha puesto a hombres para que sean instruidos y llamados por la iglesia y puedan servir en el ministerio público y además de esto por estar criticando o teniendo una negativa hacia ellos olvidamos cuidar lo más importante de nuestra fe, la Palabra de Dios. La falsa doctrina siempre está lista en los micrófonos de todos los predicadores del mundo entero y esto porque somos pecadores, queremos que nos idealicen y queremos vendernos como los mejores elocuentes del mundo entero, pero en realidad si una congregación o los oidores de la predicación de la Escritura no prestan atención a lo que se predica de la Palabra de Dios por ser Idealistas terminaremos enlodados todos, pastor y congregación con la falsa doctrina y esto debilita nuestra fe y, terminamos en un banquete del diablo siendo su presa y condenados en el infierno eterno por confiar en el hombre y no escuchar la Palabra de buena voluntad.

Pero este problema no es solo de hoy en día, los fariseos, maestros de la ley y todos los líderes religiosos de la época de Jesús tenían sus seguidores y por esto Jesús dijo que vio al pueblo de Israel como ovejas que no tienen pastor y este es un motivo por el cual llamó, preparó y envió a sus apóstoles para que cumplieran su ministerio de predicar la Ley y el Evangelio. Los apóstoles tuvieron un llamado mediato de parte de Jesús y nosotros los pastores de hoy tenemos un llamado inmediato, es decir, que Dios nos ha llamado por medio de la iglesia en la cual servimos. Bíblicamente nadie puede servir en el ministerio público si no es llamado por la iglesia y usamos textos como estos para tener la práctica del llamamiento público del pastor por medio de la congregación donde va a servir. ¿Pero para que llamamos a un pastor? Todos nosotros tenemos el llamado del sacerdocio universal para predicar la Palabra a todas las naciones, es decir, todo cristiano está llamado y respaldado por Dios para la predicación de la Palabra. Pero llamamos a hombres teniendo en cuenta lo que nos dice Pablo en 1 Timoteo 3:1-7 1Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 2Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad 5(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); 6no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 7También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. Estos requisitos son indispensables tenerlos en cuenta cuando llamamos a alguien que nos represente como pastor porque le llamamos para que nos represente, nos guíe y nos cuide espiritualmente predicando la Palabra de Dios y administrando los sacramentos.

En estos versículos de Marcos para este día, necesitamos tener en cuenta que Jesús solo llamó, envió y dio poder a sus doce apóstoles, los envió de dos en dos, la autoridad que Jesús les dio era para que fueran sus representantes al hacer estos milagros porque una de las evidencias que el reinado del Mesías estaba en este mundo eran los milagros que hacían como lo leemos en el último verso de este pasaje echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban. Pero Jesús también los llamó para que predicaran la Palabra, la Ley y el Evangelio, 10Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar. 11Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad. El motivo por el cual ellos iban a entrar en casas o salir de ellas es lo que hacían, porque Marcos, nos muestra muy bien el trabajo de estos apóstoles: predicaban que los hombres se arrepintiesen, es decir, ellos predicaban la ley y el evangelio puesto que la Biblia tiene el poder para cambiar los corazones. La Ley de Dios puede convencer a los pecadores de la culpa de sus pecados, ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Romanos 3:20; puede hacerlo porque el Espíritu Santo obra por medio de la ley para convencer a los pecadores, 8Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, por cuanto no creen en mí; Juan. 16:8-9. La palabra griega para arrepentimiento significa cambio en el corazón; el Espíritu Santo cambia el corazón del pecador, respecto del pecado; lo golpea con los terrores de conciencia cuando él tal ve que merece la justa condenación del Dios santo.

Pero detrás de toda esta Palabra de Jesús también encontramos el perdón de nuestro pecado en contra del primer y tercer mandamiento por comportarnos sin amor a la Palabra con la pastor latría, Jesús sabía que sus apóstoles no eran personas perfectas, porque también eran pecadores, es solo dar un vistazo a los evangelios que no ocultan el pecado de ellos, más sin embargo Jesús les envió porque ellos tenían la fe puesta en Jesús, el Espíritu Santo había hecho el trabajo en estos hombres por medio del poder del Evangelio. Jesús como nuestro sustituto escogió, llamó y envió a estos hombres porque Él quiso perfectamente predicar la Palabra de Dios y por esto cada uno de nosotros somos perdonados, pero la predicación llega al alto nivel cuando somos llevados a la Cruz, nuestro Señor se humilló tanto que el autor de los hebreos nos dice que se hizo inferior a los ángeles para poder cumplir su obra de Redención y leemos el precioso evangelio que nos dice Hebreos 2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Es un beneficio perfecto del perdón que nosotros hemos recibido, la muerte de Jesús abrió el cielo para nosotros y nos dio la bendición de que cada uno de nosotros compartamos el amor que el mismo Dios nos ha dado.

Este amor que viene del cielo se nos ha dado de las intimidades de la Palabra de Dios, es por medio de ella que nuestro Dios trata con cada uno de nosotros, no solamente dándonos perdón, sino que nos guía en nuestro caminar, por esto el salmista nos dice: La Palabra es guía a nuestros pies. Y esta guía hace que amemos primero a Dios y le agradezcamos por darnos ministros, profesores, misioneros, maestras de escuela dominical fieles a la Palabra, no vamos a ver estos servidores de manera idealista porque ellos también son pecadores, sino que vamos a apoyar sus ministerios con oración, también Jesús les dijo a sus apóstoles que no necesitaban nada material para cumplir su ministerio 8Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, 9sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. Y nosotros podemos apoyar el ministerio público de nuestra iglesia con nuestras ofrendas, esto lo hacemos por agradecimiento y para que podamos tener ministros de tiempo completo que puedan dedicar su tiempo a estudiar y enseñar bien la Palabra de Dios, que ellos puedan visitarnos y aconsejarnos en los momentos que podamos y lo más importante que ellos vayan en nuestra representación a llevar el mensaje de la Palabra a otros que en estos momentos están necesitados de oír la Palabra de Dios. Hermanos, demos gracias a Dios por poner en nuestro corazón el amor a su Palabra que la escuchemos de buena voluntad y damos gracias porque la escuchamos en comunidad y nos ha bendecido con hombres que la predican fielmente para seguir nuestro caminar hacia la vida eterna. Amén.

Los Himnos:

Algunos himnos sugeridos:

Cantad al Señor:

38        Tu Palabra es mi cántico

45        Fortalece a tu Iglesia

55        Serviremos al Señor

56        ¡Alzad la cruz!

57        Antiguo Espíritu despierta

58        En nuestros afanes

59        Levántate despierta

60        Señor, despierta y llama

61        Señor Jesús, atiende

Culto Cristiano:

113      Preciosa herencia otorga Dios

136-138 Los himnos para el ministerio

145-150 Los himnos para misiones

263      Escuchad, Jesús nos dice

264      Grato es contar la historia

296      Después, Señor, de haber tenido aquí

301      La Palabra hoy sembrada

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