El vigésimo segundo domingo después de pentecostés
(Verde)
Tema del día: Jesucristo vino a este mundo para servirnos como nuestro gran Sumo Sacerdote, sacrificándose en la cruz para ganar por nosotros el descanso eterno en el cielo. Nuestra respuesta ante este amor de Cristo es servicio humilde a él y a nuestro prójimo.
La Colecta: Señor, te suplicamos que tu gracia nos acompañe de manera que nos ocupemos continuamente en hacer buenas obras; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La Primera Lectura: Isaías 53:10-12 Vemos aquí en esta lectura el precio de nuestra salvación: Cristo se humilló a sí mismo, sufriendo la muerte en la cruz. Pero ya que Cristo ganó la justificación por todo el mundo, Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio la gloria y honor que solamente el Hijo de Dios, nuestro Salvador, merece.
10Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
El Salmo del Día: Salmo 22
Este salmo es uno de los más importantes, ningún otro Salmo es citado con más frecuencia en el Nuevo Testamento. Este salmo se eleva por encima de los salmos que le rodean; describe primeramente los sufrimientos y los triunfos de David, con el fin de darnos un cuadro gráfico del sufrimiento y el triunfo del Mesías. La primera mitad describe la humillación y el sufrimiento del Mesías; sólo Isaías 53 se iguala a él como descripción que se encuentra en el Antiguo Testamento del sufrimiento del Salvador. La segunda mitad describe la exaltación del Mesías.
Al músico principal; sobre Ajelet-sahar. Salmo de David.
1Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
2Dios mío, clamo de día, y no respondes;
Y de noche, y no hay para mí reposo.
3Pero tú eres santo,
Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
4En ti esperaron nuestros padres;
Esperaron, y tú los libraste.
5Clamaron a ti, y fueron librados;
Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.
6Mas yo soy gusano, y no hombre;
Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.
7Todos los que me ven me escarnecen;
Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:
8Se encomendó a Jehová; líbrele él;
Sálvele, puesto que en él se complacía.
9Pero tú eres el que me sacó del vientre;
El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.
10Sobre ti fui echado desde antes de nacer;
Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.
11No te alejes de mí, porque la angustia está cerca;
Porque no hay quien ayude.
12Me han rodeado muchos toros;
Fuertes toros de Basán me han cercado.
13Abrieron sobre mí su boca
Como león rapaz y rugiente.
La Segunda Lectura: Hebreos 4:9-16 Nosotros tenemos entrada en el “Sábado” (el descanso) eterno por medio de nuestro gran Sumo Sacerdote, Jesucristo, el cual vino a este mundo y llevó una vida perfecta como nuestro substituto.
9Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
11Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. 12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 13Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
14Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
El Versículo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas. ¡Aleluya!
El Evangelio: Marcos 10:35-45 Cristo dejó la gloria del cielo y vino a este mundo, no para ser servido, sino para servirnos y para dar su vida por todo el mundo. Nuestra respuesta ante este amor tan grande es servir a Dios y a los demás en humildad. Al ver el amor de Dios y la gloria del cielo que él ganó por nosotros, qué le agradezcamos con vidas de servicio.
35Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36El les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 38Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. 41Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. 42Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
EL ESPÍRITU SANTO NOS AYUDA A SER SERVIDORES DE DIOS
La palabra esclavo tiene una connotación negativa en nuestros tiempos, hoy nosotros podemos decir que, no estamos de acuerdo con la esclavitud por algunas películas que vimos o por la historia del mundo que hemos conocido. Pero cuando leemos la Escritura nos damos cuenta que la esclavitud era algo muy común en los tiempos biblicos. Entre los hebreos, un esclavo o esclava era propiedad de su amo, en un sentido era esclavo o parte de los enseres del hogar. Un amo podía adquirir un esclavo comprándolo, por captura en guerra, por el nacimiento de hijos de los esclavos o como pago de una deuda de aquel que es hecho esclavo, de este modo el deudor se vendía a sí mismo como esclavo o como regalo. Pero también la Escritura habló a los hebreos de los derechos y deberes de los esclavos para que no fueran abusados y también en todo el contexto bíblico ellos también vivieron el amor de Dios porque otras naciones paganas eran crueles con sus esclavos. Hoy en día existen tipos de trabajos donde tenemos la impresión que hay unos menos importantes que otros, por ejemplo, una empleada doméstica o empleada de servicio en una empresa no es tan valorada o importante que un gerente o dueño de una empresa. Estos pensamientos y actitudes de ver la importancia de los trabajos son porque el hombre lo ha visto así desde siempre y es por esto que unos ganan más dinero que otros por el hecho de marcar cual es la importancia del oficio que se realiza.
Este es el punto de nuestro sermón, vemos el servicio como algo humillante, algo que solo nos rebaja o algo que no tiene importancia. Tenemos como referencia lo que acabamos de escuchar. Y cuando leemos la biblia nos encontramos con un relato de cuando Jesús lavó los pies a sus discipulos el jueves santo, hizo esto no solamente para mostrar como sirvió Él a toda la humanidad, sino también, para enseñarnos que es el servicio como hijos de Dios. Pero la Biblia nunca muestra el servicio como algo humillante o sin importancia, pecamos contra el tercer mandamiento cuando cambiamos el sentido de las enseñanzas de la Palabra de Dios en nuestra vida de santificación y en especial con la enseñanza del servicio. En nuestro corazón aún hay orgullo pecaminoso y esto lo vemos representado en Jacobo y Juan, su petición: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Estaban totalmente desalineados con lo que Jesús les había enseñado y ellos habían visto de Él, porque estaban equivocados en dos cosas, su conocimiento en cuanto al reino de Dios y en su vida de santificación con el don del servicio a Dios y a los demás. Podemos ver esta misma actitud en nuestra casa, siendo hijos creemos que la mamá es una empleada doméstica, ella tiene que despertarnos, lavar nuestra ropa, hacernos la comida pero, ella no puede decirnos nada porque cada vez que nos llama la atención en algo que hicimos malo creemos que es una entrometida. Pero vemos que nuestro papá, paga la comida, los servicios públicos, paga nuestra educación y él no tiene el derecho de opinar en nuestras vidas porque no entiende los tiempos de nuestra juventud y tampoco tiene comprensión con nosotros como hijos. Este es el problema que vivimos como familias, tratamos a nuestros padres como esclavos que tienen que servir a los hijos porque esta es su obligación. Igual pasa con los esposos y más en este tiempo que el esposo y esposa trabajan, nuestro machismo solo espera que la esposa se levante lo más temprano que pueda para hacer la comida del día, despachar los hijos al colegio y cuando llega en la noche ella tiene que lavar la ropa, limpiar la casa, lavar los baños y nosotros no podemos hacer nada porque estamos muy cansados y esto sucede mucho por la manera en que muchos fuimos criados. Pero esto también lo trasladamos a nuestra vida de congregación, estamos tan ocupados con nuestras vidas, con el trabajo o con el estudio y no nos interesa servir en nuestra congregación, pensamos que están siempre las mismas personas para limpiar el templo o lugar de reunión, pensamos que es obligación de los líderes predicar y preparar los cultos y nosotros somos expectadores y solo abriendo nuestra boca para criticar lo poco o mucho que hacen los demás por la congregación.
Todo esto sucede por nuestra falta de entendimiento del servicio y no entender cuál es nuestro papel en el reino de Dios. Jacobo y Juan pecaron de esta manera en contra del tercer mandamiento y hacia la segunda tabla de la ley y nosotros hacemos lo mismo, creemos que tenemos posiciones privilegiadas donde no podemos servir a otros por el solo hecho de que creemos que somos más importantes que ellos, más importantes que nuestros padres, más importantes que nuestras esposas, más importantes que cualquier hermano en nuestra congregación. Y esto solo muestra que aún caemos en el pecado de todos los pecados, el orgullo que habita en cada uno de nosotros.
El mismo Dios que nos creó, nos salvó es quien nos sirvió. El Espíritu Santo hoy señala la fuente de servicio, Jesucristo. En su amor perfecto mostró a los hijos de Zebedeo que ellos no sabían lo que pedían, porque el reino de Dios es muy diferentes a los reinos terrenales, dijo Jesús: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Podemos ver todo lo que sucede con los gobernantes de una nación, como le cuidan en todos los sentidos, nadie puede acercarse a ellos, su comida debe ser muy especial y tiene muchas personas solo para su servicio. Pero el reino de los cielos no funciona así porque Jesús dijo: no será entre vosotros así, porque este reino tiene un principio del servicio que viene del mismo Dios: el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Nuestro Redentor nos sirvió al dejar su vida a un lado y solo vivir para nosotros cumpliendo la voluntad del Padre, Él pudo vivir como quisiera, pero no lo hizo, solo vivió para su Padre en los cielos cumpliendo su voluntad perfecta y de esta manera nos sirvió a cada uno de nosotros, es por Él que nuestro pecado en contra del primer, tercer mandamiento y la segunda tabla de la ley fue perdonado. Jesús vivió y enseño perfectamente que el reino de los cielos es espiritual guiado por la Palabra de Dios que nos muestra su servicio perfecto por amor a nosotros. Por esto Él hablo de su dolor y sufrimiento que tuvo al ser castigado en la cruz por nuestros pecados, Jesús les respondió a ellos: ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 39Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados. El vaso que habla Jesús o el bautismo que menciona en estos versos es su propia muerte, en el Antiguo Testamento se usa esta figura de pasar por muchas aguas, para mostrar problemas, dificultades y todo lo que pasó el pueblo para ser liberado. Jesús pasó por el dolor, la humillación y por muchas aguas por amor a nosotros al ir a la cuz y sintió el castigo del infierno sobre Él al estar en la cruz y morir. Pero su resurrección es una prueba que el servicio que hizo al Padre por nosotros fue aceptado.
Ahora, nosotros estamos felices porque pertenecemos a un reino de Gracia. Los apóstoles que se enojaron con Jacobo y su hermano Juan vivieron unas vidas de servicio en el reino de Dios, podemos verlos como entendieron que el Padre en los cielos los había hecho parte de su reino y también bebieron del vaso y pasaron por muchas aguas a causa de la predicación del evangelio, Hechos 12:2 nos relata que Jacobo fue muerto por Herodes y sabemos por el libro de apocalipsis que Juan estaba en la isla de Patmos por la persecusión que había en ese momento hacia el cristianismo. Nosotros hoy, no sufrimos de la manera que los apostoles sufrieron, pero tenemos el mismo llamado que ellos para servir, no solo servimos predicando el evangelio a otros, nuestra vida es reflejo del servicio. Mostramos amor y agradecimiento a Dios cuando servimos a nuestros padres, nuestra familia necesita ser un lugar de servirnos los unos a los otros, agradezcamos a Dios por nuestros padres y todo lo que hicieron por nosotros. La mejor manera de servir a nuestros padres es ser responsables de nuestros deberes, ayudar con los oficios de la casa y hacer sentirlos como reyes en este mundo, sin traerles problemas por nuestra inmadurez y cuidarlos en todo momento, aún si estamos casados. Pero también recordemos que Dios nos ha llamado a dar amor sacrificial a nuestras esposas, todos sabemos todo lo que ellas hacen por la familia y la manera de agradecerle es compartir los quehaceres de la casa que son muchos, si la esposa va a descansar es porque nosotros hemos ayudado con cosas en el hogar para descansar con ella, si ella es nuestra ayuda idónea, tratémosla como tal con respeto y amor. Nuestra congregación necesita de todos nosotros para servir, dejemos de mostrar nuestro desinterés hacia ella, por esto damos ofrendas para que podamos seguir cuidando nuestro templo, a medida que podamos, sirvamos para limpiar o apoyar esta limpieza de muchas maneras, dejemos a un lado la frase “no tengo tiempo o no puedo hacerlo” todos sabemos cómo podemos ayudar a nuestro tiempo y con nuestros dones. También sirvamos a nuestra congregación con la oración, oremos por cada uno de nuestros hermanos, por las familias de nuestra congregación para que vivamos juntos guiados por el poder del Evangelio que ha cambiado nuestras vidas y corazones. Agradezcamos hoy a Dios por nuestras vidas de servicio hacia los demás, el cual queremos que muchos seres humanos sean beneficiados del amor de Dios hacia toda la humanidad. Amén
Los Himnos:
El Sermón:
El Predicador: El Liturgista:
Algunos himnos sugeridos:
Cantad al Señor:
17 De tal manera Dios amó
18 Te saludo, Cristo santo
27 ¡Cristo es mi alegría!
28 El profundo amor de Cristo
30 Jesús es la roca
31 Manos cariñosas
34 Salvador, Jesús amado
47 A nadie amaré como a Cristo
48 Busca primero el reino de Dios
49 Con el buen Jesús andemos
51 Dios de gracia, Dios de gloria
53 Seguidme a mí, dice el Señor
Culto Cristiano:
193 De boca y corazón
194 Al trono majestuoso
219 Roca de la eternidad
225 Por gracia sola yo soy salvo
229 Tal como soy de pecador
246 Mi fe descansa en ti
254 Firmes y adelante
255 Qué mi vida entera esté
257 Mirad y ved a nuestro Dios
259 Tu vida, ¡oh Salvador!
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