SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD

Dios da la filiación a los nacidos en la esclavitud

TEMA DEL DÍA

El regalo de Navidad de Dios es para los esclavos, pero no los deja así. Como cumplimiento de todas las promesas de Dios, Jesús vino a liberarnos de nuestros enemigos. Vino a los que eran esclavos para hacerlos hijos de Dios. Nos da todos los derechos de la filiación. Nos hace herederos de una herencia gloriosa. Nos libera de una servidumbre forzada a nuestros enemigos y la sustituye por un servicio gratuito a nuestro amoroso Padre celestial.

Oración del día

Dios todopoderoso, tú nos has llenado de la luz nueva del Verbo que se hizo carne y vivió entre nosotros. Que la luz de nuestra fe brille en todo lo que hacemos; por tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.

PRIMERA LECTURA: Génesis 17:1-7

A la edad de 99 años, Dios se aparece a Abram y le deja claro que había llegado el momento de actuar. Se presenta de una manera inusual: Dios Todopoderoso, El-Shaddai. El nombre revela a un Dios que «posee el poder de realizar sus promesas, incluso cuando el orden de la naturaleza no presentaba ninguna perspectiva de su cumplimiento, y los poderes de la naturaleza eran insuficientes para asegurarlo» Dios no sólo deja claro que es capaz de actuar, sino que deja claro que ha llegado el momento de que lo haga. Dios da a Abram el nuevo nombre de Abraham, indicando que sería el padre de muchas naciones.

1Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. 2Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. 3Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 4He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. 5Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. 6Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. 7Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.

SALMO DEL DÍA 148

La Iglesia canta el Salmo 148 en los servicios que alaban a Dios por cumplir sus promesas. La palabra hebrea traducida «todo» se repite diez veces cuando se llama a toda la creación a alabar al Señor. Martín Lutero dijo: «El Salmo 148 es un salmo de acción de gracias. Todas las criaturas son exhortadas y amonestadas a alabar a Dios en el cielo y en la tierra, especialmente los que le sirven, los que tienen su Palabra y su culto. Realmente toda la creación no debería ser más que una lengua, siempre alabando la grandeza y la bondad del Señor».

Aleluya.

1Alabad a Jehová desde los cielos;

Alabadle en las alturas.

2Alabadle, vosotros todos sus ángeles;

Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.

3Alabadle, sol y luna;

Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.

4Alabadle, cielos de los cielos,

Y las aguas que están sobre los cielos.

5Alaben el nombre de Jehová;

Porque él mandó, y fueron creados.

6Los hizo ser eternamente y para siempre;

Les puso ley que no será quebrantada.

7Alabad a Jehová desde la tierra,

Los monstruos marinos y todos los abismos;

8El fuego y el granizo, la nieve y el vapor,

El viento de tempestad que ejecuta su palabra;

9Los montes y todos los collados,

El árbol de fruto y todos los cedros;

10La bestia y todo animal,

Reptiles y volátiles;

11Los reyes de la tierra y todos los pueblos,

Los príncipes y todos los jueces de la tierra;

12Los jóvenes y también las doncellas,

Los ancianos y los niños.

13Alaben el nombre de Jehová,

Porque sólo su nombre es enaltecido.

Su gloria es sobre tierra y cielos.

14El ha exaltado el poderío de su pueblo;

Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,

El pueblo a él cercano.

Aleluya.

SEGUNDA LECTURA: Gálatas 4:4-7

Los judíos del Antiguo Testamento que esperaron pacientemente a que Dios cumpliera la promesa hecha a Abraham eran, de hecho, hijos de Dios. Sin embargo, sus vidas se parecían en muchos aspectos a las de los esclavos. Tenían muchas obligaciones bajo la ley, incluyendo la circuncisión. A los cristianos que vivían en Galacia se les decía que todavía se les exigían estas obligaciones. Si querían ser hijos de Dios, la fe en Jesús no era suficiente. Este engaño ponía en peligro su vida espiritual. Si dependían de la obediencia a la ley para justificarse ante Dios, permanecerían bajo la maldición del pecado (Gálatas 3:10).

4Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

EVANGELIO: Lucas 1:68-79

Zacarías sabía lo que era esperar. Como miembro de la nación de Israel y parte de la clase sacerdotal, había esperado durante siglos a que Dios cumpliera la alianza que había hecho con Abraham, el padre de la nación. Él y su mujer, Isabel, habían esperado durante años a que Dios les bendijera con hijos. Ahora, debido a su falta de fe en el anuncio del ángel de que él e Isabel tendrían un hijo, Zacarías tuvo que esperar una vez más. Gabriel le había dicho: «ahora vas a quedarte mudo, y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda.» (Lucas 1:20).

68Bendito el Señor Dios de Israel,

Que ha visitado y redimido a su pueblo,

69Y nos levantó un poderoso Salvador

En la casa de David su siervo,

70Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;

71Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;

72Para hacer misericordia con nuestros padres,

Y acordarse de su santo pacto;

73Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre,

Que nos había de conceder

74Que, librados de nuestros enemigos,

Sin temor le serviríamos

75En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.

76Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado;

Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;

77Para dar conocimiento de salvación a su pueblo,

Para perdón de sus pecados,

78Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

Con que nos visitó desde lo alto la aurora,

79Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte;

Para encaminar nuestros pies por camino de paz.

               Jesús Nos Salvó de Nuestro Enemigo, “La Duda”

Me pregunto lo que Zacarías pensaba durante aquellos nueve meses en los que no podía hablar. ¿Cuáles pensamientos pasaban por su mente? Zacarías, un sacerdote en Jerusalén, había estado ofreciendo el incienso en el templo. De repente un ángel del Señor se le apareció y profetizó que Zacarías y su esposa estéril Elizabet iban a tener un hijo en su vejez. Este hijo, que se llamaría Juan, iba a ser un profeta importante que prepararía el camino para el Mesías. Pero Zacarías dudó de esta promesa de Dios. Y por eso, no podía hablar hasta que su hijo naciera. Nueve meses es un tiempo largo para pensar y no hablar. Por tanto, me pregunto lo que Zacarías pensaba durante aquellos nueve meses.

Tal vez Zacarías pensaba en los problemas de su vida. Aunque Zacarías y Elizabet “andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor” (Lucas 1:6), ellos no podían tener hijos. Aunque ellos conocían las Escrituras impecablemente y Zacarías servía a Dios en el templo, ellos no eran libres de la sombra de los romanos. Zacarías no podía evitar a los romanos ni la esterilidad. De pronto Zacarías pensaba en estos enemigos durante aquellos nueve meses de silencio.

Pero Zacarías tenía enemigos peores que estos. Peor que los romanos y la esterilidad fue el hecho que Zacarías había dudado de la promesa de Dios ¡aunque un ángel de Dios se le apareció! En estos nueve meses Zacarías debió sentirse terrible. “¡Qué estúpido era yo! ¿Cómo pasó que yo dudé de Dios!” Tal vez Zacarías tenía dudas del perdón. “¿Cómo puede Dios perdonarme por algo tan estúpido?” Pensando en duda, Zacarías se dio cuenta de que él necesitaba un salvador, por su enemigo “la duda”.

Aquí vemos que Zacarías también pensaba en Abraham (v. 72-73). Abraham era como Zacarías. Él no podía tener hijos con su esposa estéril Sara. Él vivía en una tierra extraña y tenía que protegerse de otros grupos hostiles (Génesis 14). Pero, como Zacarías, Abraham tenía enemigos peores que estos. Él también dudó de Dios y su promesa de un descendiente. Él tuvo vida sexual pecaminosa para tener un descendiente con Agar, su esclava, rompiendo el 6º mandamiento. Abraham probablemente tenía dudas del perdón. “¿Cómo puede Dios perdonarme por este pecado terrible?” Como Zacarías, Abraham se dio cuenta de que él necesitaba un salvador, por su enemigo “la duda”.

Zacarías también pensaba en el rey David (v. 69), quien también tenía muchos enemigos. David era perseguido por el rey Saul y, más adelante, su hijo Absalón intentó de quitarle la realeza. Pero David también tenía un peor enemigo, el enemigo de “la duda”. Él dudó de que el designo de Dios para el matrimonio fue suficiente, y entonces él durmió con Betsabé, rompiendo el 6º mandamiento. Además, él no se arrepintió hasta que el profeta Natán le mostró su pecado. Por el resto de su vida David posiblemente tenía dudas del perdón. Como Zacarías y Abraham, David se dio cuenta de que él necesitaba un salvador, por su enemigo “la duda”.

Yo no sé cuáles enemigos tienen en sus vidas ahora hermanos en Cristo. De pronto su enemigo es las finanzas, y usted no puede pagar sus facturas. Tal vez su enemigo es un gran problema en su matrimonio, y usted no sabe cómo se puede solucionar. Quizás su enemigo es una enfermedad que le da mucho miedo. Cualesquiera que sean los enemigos que ustedes tienen, yo sé que todos nosotros tenemos enemigos espirituales, los peores enemigos. Yo sé que todos nosotros tenemos un enemigo especial en común con Zacarías, Abraham, y David: el enemigo de “la duda”. 

El diablo quiere que dudemos de Dios y pensemos que la palabra de Dios no vale nada. El mundo quiere que dudemos de que Dios es suficiente y pensemos que necesitamos más, ya sea comida, sexo o televisión. Nuestro viejo hombre quiere que sigamos estas tentaciones y dudar de la advertencia de Dios que el pecado es muy serio. Después de que pecamos, el diablo quiere que dudemos de la necesidad del arrepentimiento. Si nos arrepentimos, el diablo quiere que dudemos de la promesa de Dios del perdón completo y gratis por la obra de Jesús y creamos que tenemos que hacer algo para compensar. Muchas veces creemos estas mentiras y dudamos de Dios. Rompemos el primer y el tercer mandamiento por no confiar en Dios y en su palabra. Por nuestra duda, merecemos la condenación eterna de Dios en el infierno. Cuando pensamos en esto, como Zacarías, Abraham, y David, nos damos cuenta de que necesitamos un salvador, por nuestro enemigo “la duda”.

Ustedes ya saben que no es bueno tener un enemigo. Los enemigos producen miedo y ansiedad y quitan la paz. Nuestro enemigo “la duda” es algo que nos parece imposible controlar. Anhelamos estar libre de este enemigo, pero no podemos librar a nosotros mismos. Así que, piensen, hermanos en Cristo: “¿Qué pasaría si tuviéramos un Salvador de nuestro enemigo, “la duda”? ¿Cuánto gozo tendríamos?” Zacarías tenía este mismo pensamiento. Este pensamiento lo causa volver a pensar en Abraham, David y las promesas de Dios.

Como (Dios) habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron (v. 70-71). Zacarías recordó cómo, por toda la historia del mundo, todos los seres humanos han tenido enemigos espirituales, especialmente el enemigo de “la duda”. Pero Dios tuvo misericordia con ellos (v. 72) y les prometió un Salvador.

Aunque Abraham había pecado y dudó de Dios, Dios hizo juramento con Abraham y le dio la promesa del Mesías: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:18). Aunque David había pecado y dudó de Dios, Dios de nuevo hizo juramento y le dio otra promesa del Rey Mesías: “Cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino” (2 Samuel 7:12). Durante estos 9 meses, Zacarías se dio cuenta de que todas estas profecías estaban a punto de ser cumplidos. Dios se había acordado de sus promesas.

Zacarías cantó gozosamente: (Dios) ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo (v. 68-69). Me parece interesante como Zacarías hablaba como si estos eventos ya hubieran sucedido. En este momento Jesús todavía no había nacido. Pero en sus meditaciones en la palabra de Dios durante estos nueve meses, el Espíritu Santo había removido de Zacarías las dudas y las había reemplazado con la confianza en la palabra de Dios. La solución para el enemigo de dudar de la palabra de Dios es la palabra de Dios misma. Esta palabra nos muestra lo que hizo Jesús por nosotros y cómo Dios nos envió un Salvador. Cuando miremos cómo Dios cumplió todas sus promesas a través de la historia del mundo, tenemos mucha confianza en la palabra de nuestro Dios inspirado por el Espíritu Santo.

En esta estación de la Navidad nosotros contemplamos el regalo de esta fiesta, el prometido Mesías. Jesús es un regalo para nosotros, los que habíamos nacidos cautivos de los enemigos espirituales, especialmente el enemigo de “la duda”. Jesús nunca dudó de Dios, pero usó la palabra de Dios para vencer el diablo (Mateo 4). En el nacimiento de Jesús miramos que Dios nos levantó un poderoso Salvador (v. 69) para que este Salvador un día estaría levantado en una cruz para redimirnos. Miramos que Dios nos levantó un poderoso Salvador (v. 69) para que este Salvador se levantara de un sepulcro para mostrarnos sin duda que nuestra salvación es garantizada.

Recordemos la segunda lectura para hoy: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos…así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:4-5,7). Por su obra, Jesús nos hizo santos y justos delante de Dios (v. 75). Somos sus hijos y vivimos con mucha paz y confianza por la obra del Espíritu Santo. No dudamos de si hemos hecho lo suficiente para Dios porque sabemos que Cristo agradó a Dios perfectamente por nosotros. Somos herederos del cielo por el poder del evangelio.

Jesús nos salvó de nuestro enemigo “la duda”.  Así que, librados de nuestros enemigos, sin temor podemos servir a Dios en santidad y en justicia…todos nuestros días (v. 74-75). Cuando estamos tentados a dudar, podemos huir a la palabra de Dios.Podemos ver todas las promesas que Dios cumplió y tener consuelo, sabiendo que todo lo que Dios nos ha prometido para el futuro va a ser cumplido. Nuestros pecados son perdonados. Dios estará con nosotros hasta el fin del mundo. Vamos a vivir con Jesús después de nuestra muerte. Cuando leemos la palabra de Dios y nos damos cuenta de que somos libres de nuestro enemigo “la duda”, como Zacarías, Abraham, David y todos los otros creyentes, tenemos un gozo indecible. Cómo Juan, queremos ir a otros con esta palabra y dar conocimiento de salvación…(y) perdón de…pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios (77-78). Queremos dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte (v. 79).

En aquellos nueve meses, Zacarías tenía mucho tiempo para pensar. Lo que él pensaba es lo que queremos pensar esta Navidad. Zacarías se dio cuenta de que él tenía un enemigo horrible: el enemigo de dudar de Dios. Pero Dios misericordiosamente cumplió sus promesas. Él levantó al prometido Mesías que nos hizo hijos de Dios. Jesús nos salvó de nuestro enemigo “la duda”. Ahora, por la obra del Espíritu Santo creemos en la palabra de Dios. Somos salvos por Jesús y este hecho es uno que ninguna duda nos puede quitar. Hermanos en Cristo, libres de dudas y llenos de gozo, vengamos con Zacarías y digamos a otros este mensaje bonito de la Navidad. Amén.

Himnos

Oh Santísimo. Himno 355

Al mundo Gozo proclamad. Himno 10

Grato es contar la historia. Himno 264

Oíd un Son en alta esfera. Himno 11

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