Tercer domingo de Cuaresma
Contra la roca de la presencia fiel se aplasta la falsa seguridad.
Tema del Día
¿Dónde está Dios? Dios debe recordarnos constantemente dónde quiere que le encontremos. Se le encuentra en el Evangelio. Se hace presente ocultando esa presencia en la Palabra y los sacramentos. Aunque no sea la clase de presencia que pedimos, nos lleva al destino espiritual que Dios desea. Porque Él está siempre presente, nos damos cuenta de la urgente necesidad de apartarnos del pecado que Él desprecia.
Oración del día
Oh Dios, cuya gloria es siempre tener misericordia, ten piedad de todos los que se han desviado de tus caminos, y haz que, con corazón arrepentido y fe firme, abracen y se aferren a la verdad inmutable de tu Palabra; por tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.
Primera lectura: Éxodo 3:1-15
Lo que había sido una familia de 70 personas era ahora una nación entera que llenaba la tierra de Egipto. Sin embargo, esta nación tenía motivos para preguntarse: «¿Dónde está Dios?». Habían pasado de ser los residentes favorecidos de la segundo al mando de esclavos mal tratados. En los dos primeros capítulos del Éxodo de Moisés, Dios parece totalmente ausente. La palabra Dios apenas se pronuncia y su nombre propio, el SEÑOR, no aparece por ninguna parte.
1Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
7Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. 11Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 12Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
13Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. 15Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
Salmo del Día: Salmo 85
La Iglesia canta el Salmo 85 en los servicios en los que nos encontramos con la santidad de Dios, que nos conduce al arrepentimiento y a la paz mediante la fe en Jesús, nuestro santo Salvador. El salmo utiliza el nombre del pacto SEÑOR una vez en cada una de sus cuatro secciones.
Martín Lutero dijo: «El Salmo 85 es un salmo de oración. El salmista pide a Dios que retenga su ira y conceda su gracia. En mi opinión, Dios muestra su ira cuando retiene su Palabra, la predicación fiel, el buen gobierno, la paz y la buena economía. Cuando permite estas cosas en su gracia, las personas son capaces de vivir vidas pacíficas y tranquilas en toda piedad y santidad, como nos enseña San Pablo en 1 Timoteo 2:2».
Al músico principal. Salmo para los hijos de Coré.
1Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová;
Volviste la cautividad de Jacob.
2Perdonaste la iniquidad de tu pueblo;
Todos los pecados de ellos cubriste.
Selah
3Reprimiste todo tu enojo;
Te apartaste del ardor de tu ira.
4Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación,
Y haz cesar tu ira de sobre nosotros.
5¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?
6¿No volverás a darnos vida,
Para que tu pueblo se regocije en ti?
7Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,
Y danos tu salvación.
8Escucharé lo que hablará Jehová Dios;
Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
Para que no se vuelvan a la locura.
9Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen,
Para que habite la gloria en nuestra tierra.
10La misericordia y la verdad se encontraron;
La justicia y la paz se besaron.
11La verdad brotará de la tierra,
Y la justicia mirará desde los cielos.
12Jehová dará también el bien,
Y nuestra tierra dará su fruto.
13La justicia irá delante de él,
Y sus pasos nos pondrá por camino.
Segunda lectura: 1 Corintios 10:1-13
Pablo instó a los cristianos de Corinto a aprender de su ejemplo. En lugar de utilizar la presencia de Dios en los sacramentos como una licencia para pecar (ya sea por idolatría, inmoralidad sexual o refunfuñando), esos sacramentos deben servir como evidencia indiscutible de que Dios es fiel. Él está siempre presente en la vida de su pueblo.
1Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar;2y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, 3y todos comieron el mismo alimento espiritual, 4y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 5Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
6Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. 7Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. 8Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. 9Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. 10Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. 11Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
Texto Sermón:Evangelio: Lucas 13:1-9
La presencia de Dios no puede medirse por su intervención visible en los asuntos humanos. Suponer que una tragedia concreta es una respuesta divina a un pecado concreto es exactamente el tipo de interpretación errónea de los tiempos que Jesús acababa de mencionar. No sólo es errónea, sino que conduce fácilmente a una falsa sensación de seguridad. Nos lleva a suponer que el arrepentimiento es algo que otras personas (la gente que experimenta la tragedia) necesitan hacer. Nos permite ignorar la llamada personal y urgente de Jesús de que todos necesitamos arrepentirnos.
1En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. 2Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? 3Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
6Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. 7Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? 8Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
HIJOS DE DIOS, VIVAMOS CADA DÍA EL ARREPENTIMIENTO DIARIO
En cierta oportunidad estaba hablando con una persona acerca de la fe y nuestra identidad espiritual como luteranos confesionales. Ella empezó a contar una historia de la muerte trágica de alguien y me dijo que murió de esa forma por un castigo de Dios. Pero cuando hablamos con otros acerca de este tema, nos encontramos que tienen la misma idea: “la manera en que mueres muestra si eres salvo o condenado”. Pero todo esto es muy común escucharlo porque ven el arrepentimiento como una obra que hace el hombre para ganar la salvación. Por esto, en oportunidades hacemos la pregunta ¿Sí un creyente muere en medio de una discusión o pelea va al infierno? Y puedes poner la situación difícil que quieras y hacer la misma pregunta ¿va al infierno el creyente que muere en medio del pecado? Y nos sorprende como la mayoria de creyentes siempre contestan que van al infierno por morir en medio de una pelea o discusión con sus padres, sus hijos o su pareja de matrimonio, también podemos pensar que un creyente antes de morir dijo una mentira va al infierno o teniendo malos pensamientos y, el listado de ejemplos puede seguir. Toda esta confusión la encontró Jesús en sus días, es lo que nos enseña el pasaje del evangelista Lucas para este día.
El problema de ese tiempo y hoy en día radica en estas palabras de Jesús ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo? (Lucas 12:56) ¡Así es hermanos! nosotros sabemos cuándo va a llover o que tan fuerte va a salir el sol, pero muchas veces nuestro viejo hombre hace que escondamos el problema grave que vivimos en este mundo, el rechazo al evangelio. Este es un serio problema porque muchos van a ir al infierno por su incredulidad o en este momento muchos están muriendo y han rechazado el mensaje de salvación porque la biblia es muy clara al mostrar que es lo que lleva al infierno usando el evangelista Juan, El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (Juan 3:18). Sí juntamos estos dos versículos nos damos cuenta cual es el problema, la hipocresía, porque en ella ocultamos los verdaderos sentimientos, podemos estar aquí escuchando la Palabra, podemos estar en nuestra congregación adorando con otros hermanos, podemos abrir la Escritura y leerla, pero en nuestro corazón no creemos que Jesús es nuestro Señor y Salvador, preferimos confiar en nuestras obras y no en la obra de Cristo. Esto nos lleva a la conclusión que, las personas que creen que alguien va al infierno por su pecado no tienen la fe salvadora, han rechazado la gracia porque creen que son salvos por sus obras, puesto que ven el arrepentimiento como una obra para la salvación y creen que la obra de Jesús no es suficiente.
Nosotros también hemos pecado contra el primer mandamiento porque creemos que solo podemos confiar en lo que vemos, nuestras obras, el arrepentimiento y fruto del arrepentimiento, pero esto nos lleva a pecar en contra del tercer mandamiento por interpretar mal la Palabra de Dios, no reconociendo que la verdadera necesidad de las personas y nosotros es creer en Jesús y ha esto le añadimos pecar contra el octavo mandamiento porque hablamos de aquel que murió juzgándolo que fue al cielo o al infierno por sus obras sin tener en cuenta su estado espiritual delante de Dios. Nosotros al igual que los que estaban allí con Jesús merecemos la muerte eterna por no entender bien que es la necesidad que tiene toda persona y por olvidar que somos pecadores y moriremos como pecadores.
Dos ejemplos reales los usó Jesús para explicar el punto central de este mensaje, que lo podemos encontrar con el apóstol Pedro El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. (2 Pedro 2:9). Por esto Jesús contó esta parábola de la higuera y el sentimiento del dueño de ella: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. Este fruto es la falta de arrepentimiento, muchas personas hoy en día viven, así como resultado de su incredulidad, pero el viñador dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después. El viñador esta representando la paciencia de Dios, por esto vino Jesús a este mundo, como parte del amor y la paciencia de Dios. Jesús nunca necesito de arrepentimiento porque no tenía pecada, pero al vivir en medio de pecadores mostró como cumplió el primer, tercer y octavo mandamiento por nosotros. Al contar estas dos historias, Jesús le está dando el trato indicado a estas historias y a la Palabra de Dios. Este evangelio de hoy nos dice que es muy probable que haya habido un grupo grande de peregrinos de Galilea que estaba ofreciendo sacrificios en el Templo de Jerusalén cuando los soldados de Pilato atacaron, pero sólo unos cuántos de los adoradores fueron asesinados. Otro ejemplo de muerte trágica: dieciocho personas perecieron cuando cayó sobre ellas la torre de Siloé. Esta torre estaba ubicada cerca del estanque de Siloé en la esquina sureste de Jerusalén. La pregunta de Jesús sobre los que murieron ¿eran más pecadores que los demás? enseña la manera en la cual confía plenamente en el Padre, la manera perfecta que usa la Escritura y como cuido el nombre de los que habían muerto en esos trágicos sucesos y por esto Jesús rompe la conexión entre estas muertes trágicas y el castigo por el pecado. No debemos interpretar los sufrimientos terrenales poco comunes ni la muerte de algún individuo como un castigo específico por algún pecado que alguien haya cometido, a menos que haya prueba. Jesús da la interpretación correcta de estos dos acontecimientos: “Antes, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” Y este es el propósito de la predicación de la ley mis hermanos, mostrar nuestro pecado, mostrar que merecemos la muerte eterna y mostrar la perfecta voluntad del Padre, la predicación de la Ley produce arrepentimiento y San Pablo nos dice que ella es nuestro ayo a Cristo, es decir nos conduce a Jesús, porque el propósito de la Ley y el Evangelio usado por el Espíritu Santo es para producir en nosotros la fe en la obra de Cristo, quien no solamente cumplió estos mandamientos perfectamente por nosotros sino que sufrió el castigo de la Ley por amor quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. (1 Pedro 2:24).
Hoy confesamos que vamos al cielo por los méritos de Cristo, el arrepentimiento hace parte de nuestra vida cristiana y lo podemos vivir de dos maneras, cuando pecamos contra alguien y contra Dios tenemos la enseñanza de las llaves que es el poder que Dios dio a la iglesia de abrir o cerrar el cielo, la Biblia nos dice que si hay arrepentimiento se abre el cielo, si hay impenitencia se cierra y esto es una aplicación para nosotros como creyentes. El otro arrepentimiento, lo llamamos el bautismo diario, cada día vamos ahogando nuestro viejo hombre, el cielo esta lleno de desobedientes, mentirosos, ladrones, asesinos, avaros y otros pecados más, pero en el cielo no están los incrédulos. Nosotros hacemos parte de este listado de pecadores creyentes y mientras estemos en este mundo vamos a sufrir las consecuencias de nuestro pecado y el de los demás, pero también el Espíritu Santo hace que sintamos dolor por nuestro pecado, hace que confesemos nuestro pecado a Dios y al prójimo cuando le hemos ofendido, nos da la confianza en los méritos de Cristo, sólo por Él hemos sido perdonados y no por nuestro arrepentimiento, el mismo Espíritu Santo nos lleva a cambiar nuestra vida haciéndonos vivir como hijos de la Luz y en cuanto este en nuestras manos vamos a tratar de arreglar lo que dañamos con nuestro pecado. Por esto hermanos, necesitamos entender que mientras estamos en este mundo los tres enemigos que tenemos siempre nos van a seguir atacando, nuestra carne pecaminosa, el mundo y el diablo, vivimos batallas fuertes cada día a causa del pecado y también vivimos consecuencias fuertes, pero el arrepentimiento hace parte de nuestra vida de cristianos y así como la ley produce el arrepentimiento y nos lleva a Jesús, el autor de nuestra Salvación, el Evangelio nos asegura que solo somos perdonados por la Obra de Jesús y este mismo produce los frutos de arrepentimiento, todo es una obra de Dios y por esto no pongamos freno al Espíritu Santo porque ÉL que es Dios, ha hecho posible lo imposible para nosotros, darnos la fe en Cristo Jesús. También sigamos predicando a otros, que tienen el mismo problema de nosotros, el pecado, necesitan la Ley y el Evangelio para que produzcan arrepentimiento, fe en Cristo Jesús y el fruto del arrepentimiento y nosotros continuemos congregándonos hasta el día que Dios nos llame a su presencia porque también necesitamos frecuentemente escuchar la Ley para que nuestro viejo hombre sea siempre exhortado y escuchemos el Evangelio para ver a Cristo como nuestro Salvador y dejemos que el Espíritu Santo produzca en nosotros el fruto de arrepentimiento para que sigamos viviendo en la verdadera Paz que Cristo nos ha dado con el Padre Eterno y estemos en su presencia por siempre. Amén
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