CUARTO DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Los ministros centrados pastorean como Cristo pastorea.
TEMA DEL DÍA
Así como Jesús se concentró en llegar a Jerusalén cuando se acercaba el momento de su partida, espera la misma concentración de todos aquellos que saben que su tiempo en la tierra es corto. La expectativa de enfoque comienza con aquellos a quienes Jesús confía la obra del ministerio evangélico. Se espera que aquellos a quienes se ha confiado el cuidado del rebaño de Jesús pastoreen ese rebaño como lo haría Jesús.
Oración del día
Dios todopoderoso, que has edificado tu Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con Cristo Jesús mismo como piedra angular. Continúa enviando a tus mensajeros para preservar a tu pueblo en verdadera paz, para que, por la predicación de tu Palabra, tu iglesia se mantenga libre de todo daño y peligro; por tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.
Primera lectura: Ezequiel 2:9–3:11
Ezequiel fue llamado a proclamar al pueblo en el exilio la certeza de la destrucción del templo. Teniendo en cuenta la naturaleza de este mensaje y la del pueblo al que iba dirigido, no es de extrañar lo que el Señor promete sobre su recepción. El pueblo no escucharía lo que Ezequiel tenía que decir. Su mensaje no era lo que querían oír.
9Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro. 10Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.
3
1Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. 2Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. 3Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.
4Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. 5Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel. 6No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran. 7Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. 8He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. 9Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde. 10Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. 11Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.
Salmo 67
La Iglesia canta el Salmo 67 en los servicios que celebran la labor misionera. Se especula que se utilizaba en el culto del Antiguo Testamento justo antes de la bendición. Martín Lutero dijo: «El Salmo 67 es una profecía de Cristo. Predice que será el rey de todo el mundo, y que gobernará a la gente correctamente, es decir, con el evangelio. El pueblo será liberado del pecado para vivir para él en justicia y darle gracias con alegría. Los gentiles darán gracias a Dios, estarán alegres y le temerán, es decir, le servirán».
Al músico principal; en Neginot. Salmo. Cántico.
1Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga;
Haga resplandecer su rostro sobre nosotros;
Selah
2Para que sea conocido en la tierra tu camino,
En todas las naciones tu salvación.
3Te alaben los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
4Alégrense y gócense las naciones,
Porque juzgarás los pueblos con equidad,
Y pastorearás las naciones en la tierra.
Selah
5Te alaben los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
6La tierra dará su fruto;
Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.
7Bendíganos Dios,
Y témanlo todos los términos de la tierra.
Segunda lectura: 1 Pedro 5:1-4
Este mensaje también fue confiado a los ancianos que velaban por el rebaño de Dios. Estos ancianos debían pastorear el rebaño de Dios exactamente como lo haría Jesús, el Pastor Principal. Debían llevar a cabo su trabajo sabiendo que ellos también eran exiliados. Su vocación como ancianos no era una oportunidad para amasar riquezas mundanas, sino para servir. No era una oportunidad para acumular poder mundano, sino para dar ejemplo al rebaño. Su gran recompensa por todo su servicio no era una corona terrenal, sino una que el Pastor Principal les otorgaría más tarde, una corona de gloria que nunca se marchitaría.
1Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 4Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Evangelio: Lucas 10:1-12,16-20
Los tres evangelios sinópticos incluyen el relato de Jesús enviando a los Doce. Sólo Lucas incluye el relato de Jesús enviando a los Setenta y Dos. A diferencia de los Doce, que fueron a las ciudades y aldeas de Galilea y a quienes se les dijo explícitamente que no fueran entre los gentiles o samaritanos, parece que los Setenta y Dos fueron enviados a las ciudades y aldeas de Samaria y la gentil Perea.
1Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. 2Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.3Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. 4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino. 5En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. 6Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. 7Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa. 8En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; 9y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. 10Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros. 12Y os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma, que para aquella ciudad.
16El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.
17Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. 18Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 19He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. 20Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
SOMOS LLAMADOS A PREDICAR SIN CESAR LA PALABRA DE DIOS
En la segunda carta a los Corintios Pablo habla de unos líderes religiosos, los cuales estaban atacando su ministerio del Evangelio que había predicado durante dieciocho meses dentro de los Corintios, Pablo llama a estos hombres súper apóstoles. Pero en realidad lo que estaba en juego era la Salvación de los Corintios, ellos al escuchar a estos falsos maestros estaban pecando contra el segundo mandamiento, porque pusieron freno al Espíritu Santo y estaban escuchando un mensaje que no estaba en la Palabra, por esto también pecaron contra el tercer mandamiento. Lo que pasó a los Corintios nos sucede a nosotros, pero lo más peligroso de esto es rechazar el mensaje de Jesús y del Padre que le envió. Conozco varios casos de hermanos que inician con su grupo sembrador, empiezan a hacer un trabajo dedicado con la doctrina bíblica y en su emoción de llevar el mensaje de salvación a otros se han encontrado con lobos vestidos de ovejas y estos lamentablemente terminan dañando la obra de Dios, con falsas doctrinas y exigiendo a nuestros hermanos sembradores den testimonios, hagan milagros y prediquen que necesitamos ser buenos para ser salvos. Pero estos lobos que han dañado la obra de algunos grupos sembradores recibirán su castigo de parte de Dios por creerse súper apóstoles y el infierno será su morada eterna por ser piedra de tropiezo y no creer en la obra que Cristo hizo por ellos en su Gracia.
Esta introducción puede sonar desanimadora o temeraria, pero en realidad es lo que sucede al llevar el mensaje de salvación. Recordemos que Lucas centra mucho su mensaje en el viaje de Jesús a Jerusalén y en medio de este nuestro Redentor conoció a muchas personas. Este evangelista es el único que cuenta sobre este llamado a los setenta y ser enviados de dos en dos, pero si notamos bien lo que nos dice Lucas, ellos fueron llamados, así como Juan el Bautista para preparar el camino del Mesías. envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. (Lucas 10:1). Esto nos muestra lo grande del trabajo para nosotros dentro del Reino de Dios, nuestro Señor quiere que veamos la necesidad que tiene el mundo y vayamos a predicar la Palabra de Dios para que puedan confesar el nombre de Jesús como su Señor y Salvador. Pero también Jesús manda a estos hombres para que oren: La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. (Lucas 10:2). En verdad al leer estos versículos nos damos cuenta el reto que tenemos como hijos de Dios para trabajar en su reino, no solo con la predicación de la Palabra sino también con la oración pidiendo a Dios que siempre actúe por medio de ella en las personas que hablamos.
Encontramos en estos versículos un mandato que sólo se aplicó para estos llamados, así como lo fue para los apóstoles, puesto que ellos salieron de su casa para hacer el ministerio que Jesús les encomendó, no tenían por qué preocuparse por comida, ni vestido, no tenían tiempo de conversar con personas que los distrajeran en su trabajo, tenían claro el saludo de Paz que darían en cada casa si allí había creyentes, pero también Jesús les aseguró que ellos iban a tener su salario. Les dijo que no abusaran de lo que las personas les ofrecía en sus casas y donde fueran rechazados sencillamente, sacudieran sus sandalias y predicaran el juicio recordándoles la destrucción de Sodoma. Pero estos mandatos de parte de Jesús iban acompañados de la capacidad de ellos para hacer milagros para anunciar el Reino de Dios.
Aunque estos versos no son un mandato para nosotros, si nos enseña y nos guía para que tengamos idea en lo que estamos expuestos por predicar la Palabra de Dios, ellos iban a estar en peligro espiritual y físico, por esto Jesús les dijo: Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. (Lucas 10:3). A esto nos enfrentamos como sembradores de la Palabra de Dios, el diablo se arma poderosamente para atacarnos, para atacar el mensaje de Salvación. Pablo escribió a Timoteo: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.” (2 Timoteo 4:2-5). ¿Nosotros hemos cumplido nuestro ministerio del sacerdocio universal o soportado las aflicciones por predicar la Palabra de Dios? La verdad hemos sido infieles en nuestra tarea, tibios en nuestra persistencia y desanimados en nuestro ministerio. Hemos pecado no solo contra el primer mandamiento, sino también contra el segundo y tercer mandamiento. Pero en medio de nuestra infidelidad al llevar el mensaje de Dios, somos responsables de asesinato pecando en contra del quinto mandamiento porque las personas incrédulas tienen un tiempo de gracia mientras están vivas y esta es la oportunidad de predicarles la Palabra de Dios antes de que mueran. Por esto mis hermanos nosotros merecemos la muerte eterna por no ser obreros fieles al Señor que no predicamos la Palabra y tampoco dedicamos tiempo a la oración para que esta Palabra crezca en los corazones de las personas.
Escuchamos del apóstol Pedro: “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” (1 Pedro 5:4). El príncipe de los pastores es nuestro Señor y Salvador Jesucristo, solo por medio de Él nosotros podemos ser obreros de la mies, podemos ser sacerdotes en su reino. Nosotros sacerdotes infieles encontramos en la vida de Jesús fidelidad perfecta, por amor a nosotros no solamente mandó a estos setenta a predicar el Reino de Dios, sino que también Él lo predicó perfectamente y su fidelidad fue única y perfecta y de esta manera no solo cumplió la primera tabla de la ley, los tres primeros mandamientos sino que también amó a las almas y aprecio el estado de Gracia de cada persona, por esto vino a este mundo a predicar que Él es el pastor de las ovejas y Príncipe de los pastores. El Espíritu Santo, no solo nos lleva a la vida perfecta de Cristo, sino que también nos lleva a la cruz, Isaías habló acerca de la obra de Cristo en su sufrimiento y muerte: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:6). La manera que Dios nos trajo a su Redil, fue por la sangre de Cristo con la cual nos limpió de todo pecado. Y con su resurrección tenemos la esperanza de la vida Eterna.
Estos setenta después de su viaje terminaron felices y gozosos porque su misión fue un éxito, Lucas relata esta alegría con las siguientes palabras: 17Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. 18Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 19He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. 20Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. (Lucas 10:17–20). Ustedes hermanos Sembradores, hermanos misioneros, hermanos sacerdotes reales aprendemos hoy que el trabajo es difícil por lo antes mencionado, pero nuestro Príncipe nos asegura lo mismo que a estos setenta, regocijémonos porque nuestros nombres están escritos en los cielos. Jesús ve la destrucción de Satanás en el último día y esto nos llena de gozo por su destrucción final. Él nos usa para mostrar su poder sobre serpientes y escorpiones, estos dos animales representan al maligno y sus ángeles que son derrotados por el poder de la predicación de la Ley y el Evangelio, por esto es difícil llevar este ministerio porque el maligno se defiende atacándonos con nuestras debilidades, nuestra carne, nuestros problemas y hace muchas veces que desistamos, pero no seremos vencidos porque la promesa de Dios nos guía y fortalece. Aunque veamos que los falsos maestros y falsas doctrinas están venciendo no tengamos miedo de ellos porque serán destruidas cada vez que predicamos la Palabra de Dios porque el Espíritu Santo está respaldándonos con su Poder, por esto es importante que oremos para que la doctrina bíblica sea predicada, escuchada y de su fruto; pero también oremos por los falsos maestros para que puedan ser tocados por el Espíritu Santo y tengan un arrepentimiento para que así prediquen la Palabra de Dios sin Cesar al igual que nosotros. Por esto predicaremos fielmente la Palabra dando toda la Gloria a Dios por nuestra Justificación, Conversión y Santificación, Sólo Él que usa los medios de Gracia, el Evangelio y los Sacramentos, hace posible esta tarea porque conocemos el deseo de Dios que todas las personas tengan la misma ganancia que nosotros, crecer en Jesús hasta que seamos llevados a la vida eterna. Amén.
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