OCTAVO DOMINGO DE PENTECOSTÉS

Una vida centrada valora adecuadamente la riqueza terrenal.

TEMA DEL DÍA

Las palabras de Jesús para hoy nos dan sabiduría sobre el lugar que debe ocupar la riqueza terrenal en nuestras vidas. Los seguidores de Jesús no rechazan la riqueza terrenal. No la evitan ni la desprecian. Pueden estar agradecidos por todo don bueno que viene de la mano de Dios.

Oración del día

Oh Señor, concédenos sabiduría para reconocer los tesoros que has guardado para nosotros en el cielo, para que nunca desesperemos, sino que siempre nos alegremos y seamos agradecidos por las riquezas de tu gracia; por tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.

Primera lectura: Colosenses 3:1-11

Las palabras de Jesús sobre la avaricia nos dejan una pregunta sin respuesta. La vida de una persona (Lucas 12:15) no consiste en la abundancia de sus posesiones. Entonces, ¿en qué consiste? Pablo nos da la respuesta. «Porque ustedes ya han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios» (versículo 3). Nuestra muerte y resurrección con Cristo en el Bautismo llena un vacío que las posesiones terrenales nunca podrán llenar.

1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

5Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 8Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

Salmo del Día: Salmo 90

La Iglesia canta el Salmo 90 en los servicios en los que reconocemos la perspectiva que surge tras el paso del tiempo, especialmente cuando la alegría llega tras el alivio de la aflicción. Es el único salmo escrito por Moisés y encabeza los libros IV y V del Salterio. Martín Lutero dijo: «El Salmo 90 es un salmo de enseñanza. Moisés enseña que la muerte viene como resultado del pecado, que es innato desde Adán a todos nosotros, aunque sólo la conozca Dios y esté oculta al mundo. El salmo afirma que la vida aquí es corta y miserable, y bien podría calificarse de muerte cotidiana. Pero eso es 271 PROPIO 14 sorprendentemente bueno, porque somos impulsados a la ayuda misericordiosa de Dios para la liberación. El salmo termina con la oración de que Dios nos muestre esta liberación enviando a Cristo. Es una pequeña oración breve, fina, rica y llena».

Oración de Moisés, varón de Dios.

1Señor, tú nos has sido refugio

De generación en generación.

2Antes que naciesen los montes

Y formases la tierra y el mundo,

Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

3Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,

Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

4Porque mil años delante de tus ojos

Son como el día de ayer, que pasó,

Y como una de las vigilias de la noche.

5Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño,

Como la hierba que crece en la mañana.

6En la mañana florece y crece;

A la tarde es cortada, y se seca.

7Porque con tu furor somos consumidos,

Y con tu ira somos turbados.

8Pusiste nuestras maldades delante de ti,

Nuestros yerros a la luz de tu rostro.

9Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;

Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10Los días de nuestra edad son setenta años;

Y si en los más robustos son ochenta años,

Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,

Porque pronto pasan, y volamos.

11¿Quién conoce el poder de tu ira,

Y tu indignación según que debes ser temido?

12Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría.

13Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo?

Y aplácate para con tus siervos.

14De mañana sácianos de tu misericordia,

Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

15Alégranos conforme a los días que nos afligiste,

Y los años en que vimos el mal.

16Aparezca en tus siervos tu obra,

Y tu gloria sobre sus hijos.

17Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,

Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;

Sí, la obra de nuestras manos confirma.

Segunda Lectura: Evangelio de Lucas 12:13-21

Una multitud de muchos miles de personas rodeaba a Jesús (Lucas 12:1). Una petición de alguien de la multitud hizo que Jesús abordara un tema que claramente consideraba importante. Dijo: «Manténganse atentos y cuídense de toda avaricia» (versículo 15). Con esas palabras enérgicas y urgentes, se dirigió a un pecado que estamos tentados de considerar trivial e inofensivo. Se refería al pecado de la avaricia.

13Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 14Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? 15Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 17Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 18Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 19y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios

Texto Sermón: Eclesiastés 1:1-2,12-14; 2:18-26

En su sabiduría divina, el más grande que Salomón (Lucas 11:31) conocía la locura de la avaricia. El propio Salomón tuvo que adquirir esta sabiduría por las malas. Tuvo que aprenderla por experiencia. Salomón no sólo llegó a la misma conclusión que Jesús, sino que lo hizo por la misma razón. Cuando se trata de posesiones terrenales, la muerte es la gran igualadora. Todo lo que alguien acumula acaba por serle arrebatado y tal vez entregado a un necio.

1Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

2Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.

12Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.

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18Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. 19Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. 25Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo? 26Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

El Verdadero Significado se encuentra en Cristo

Hermanos en Cristo: Me llama mucho la atención escuchar a Salomón decir: Aborrecí, por tanto, la vida (2:17). ¿Alguna vez ha odiado su vida? Hay muchas razones por las que podemos odiar la vida. El trabajo nos estresa y no hay descanso. Los problemas con la familia no nos permiten dormir. Las tragedias nos afectan negativamente en nuestra vida. En estos momentos quizás empezamos a odiar la vida.

            El Rey Salomón odiaba su vida. Salomón, el Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén (1:1) tuvo muchas riquezas. Muchas personas suponen que Salomón fue el hombre más rico en la historia del mundo. También sabemos que Salomón tenía bastante sabiduría. Una noche Dios vino a él en un sueño para darle lo que quería. Salomón pidió sabiduría y Dios se la dio: “He aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú” (1 Reyes 3:12).

Con esta sabiduría Salomón quiso ver si era posible encontrar el significado de esta vida, como dice: Di mi corazón a inquirir a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo (1:13). Sí el significado o la felicidad pudieran encontrarse en las cosas de este mundo Salomón definitivamente lo habría encontrado. Él tenía todas las riquezas, y abusó de las mismas con 700 esposas y 300 concubinas (1 Reyes 11:3). Lo que quisiera, lo tenía.

Pero ¿qué pasó? Salomón no pudo encontrar el significado en esta vida “debajo del sol”. Más bien, Salomón descubrió que este mundo puede ser bien duro: Este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción (1:13-14). Sabemos que la vida es así, ¿cierto? Lo hemos experimentado en nuestras vidas. Y eso es lo que vemos en la maldición de Dios después de la caída en pecado cuando habló con Adán y Eva: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus (partos)…maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3:16-17).

Salomón no pudo encontrar el significado en este mundo porque vivimos en un mundo “debajo del sol”, o sea, un mundo maldito por el pecado. “Debajo del sol” también significa la perspectiva que llevamos en este mundo sin Dios. Es por eso que Salomón dice que todo es vanidad y aflicción (1:14). Sin Dios no es posible disfrutar de la vida. Sin Dios nuestro trabajo y toda la vida nos producen dolor y aflicción. Sin Dios todo lo que hacemos no tiene significado. Es como el aliento en un día de invierno. Un momento está presente, el próximo ya se va.

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad (1:2). Ésta es la conclusión que Salomón hizo. Y por eso él fue decepcionado y empezó a odiar su vida: Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu (2:17).

Hermanos en Cristo, muchas veces buscamos el significado en esta vida “debajo del sol” también, ¿cierto? Tenemos grandes esperanzas, esperanzas de encontrar un buen esposo, tener una buena familia, vivir una vida saludable, vivir por muchos años con dinero suficiente, todo eso. Pero muchas veces la vida no sale como esperamos.

También nos toca trabajar duro en este mundo. Puede ser difícil disfrutar nuestro trabajo, ya sea por las horas, por los compañeros o por la falta de energía que tenemos día tras día. No importa qué tan duro trabajamos una cosa mala nos puede pasar para quitar todo lo que hemos logrado. Después de morir, todo nuestro trabajo pasa a las manos de alguien más. Esto es lo que Salomón observó: Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad (2:18-19).

Es como si estuviéramos en un ciclo sin fin. Pensamos que podemos trabajar para encontrar el significado en este mundo pero cada vez estamos decepcionados. Y cada vez volvemos a pensar que de pronto esta vez será posible que encontremos el significado y la felicidad. Es como la leyenda griega de Sísifo. En la leyenda, Sísifo fue el rey de Corinto y ofendió a los dioses griegos. Por su castigo en el inframundo los dioses griegos lo obligaron a subir una roca por una montaña solo para que rodara hacia abajo una vez que llegó cerca de la cima. Y tuvo que hacerlo por toda la eternidad.

Muchas veces la vida nos parece así, ¿verdad? Tratamos de encontrar nuestro significado en este mundo solo para que fallemos. Y no agradamos a Dios cuando lo hacemos. Pecamos contra el 1º mandamiento cuando buscamos en lugares afuera de Dios. Y por eso merecemos estar en el infierno y experimentar un castigo peor que el de Sísifo para siempre.

Sabiendo esto, quizás empezamos a odiar nuestra vida. Este odio puede llegar a 2 lugares. Para algunos, especialmente los sin la esperanza en Dios, puede resultar en desesperación y ganas de suicidarse. Para otros, Dios puede utilizar este odio para mostrarnos que este mundo no es todo, que el verdadero significado no se encuentra en este mundo.

Pero esto sigue siendo difícil. Sigamos en este mundo pecaminoso. Reconocemos qué tan pecaminoso somos. Nos damos cuenta de que necesitamos a alguien de “arriba del sol” para rescatarnos de esta vida “debajo del sol”, alguien que podría sacarnos de la cúpula de este mundo sin significado, este ciclo sin fin.

Hermanos en Cristo, ¡gracias a Dios que tenemos una solución desde “arriba del sol”! Jesucristo vino a este mundo y hizo algo que sólo él podía hacer para sacarnos de nuestra situación: Él vivió una vida perfecta y siempre puso a Dios en el primer lugar. Jesús, un descendiente del rey Salomón, no buscó el significado en las cosas de este mundo, sino que siguió en su trabajo para rescatarnos y llevarnos a una vida con el significado. Y para lograrlo, él sufrió, murió y resucitó.

Ahora la obra de Jesús nos da significado. En vez de seguir viviendo con una perspectiva “debajo del sol”, podemos ver nuestra vida desde la perspectiva de “arriba” del sol y nuestro lugar en el plan de Dios. Sólo en este plan nuestras vidas tienen significado, porque el verdadero significado se encuentra en Cristo. Como el apóstol Pablo dijo: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Col. 3:1-4).

El verdadero significado se encuentra en Cristo y el cielo que él ganó por nosotros. Cuando fuimos bautizados, la muerte de Cristo llegó a ser la nuestra. Y la resurrección de Jesús llegó a ser la nuestra. Ahora el significado de nuestra vida no se encuentra en las cosas de este mundo sino con Cristo. Salomón hizo este experimento sin Dios. Ya que hemos aprendido de su sabiduría, que no tengamos que experimentar lo mismo en nuestras vidas.

También es importante recordar que aunque el verdadero significado se encuentra en Cristo, eso no significa que nuestras vidas todavía no tienen significado en este mundo. En realidad, es lo opuesto. Porque Cristo nos da el significado para siempre, es precisamente por eso que nuestras vidas tienen significado incluso ahora.

Eso significa que podemos disfrutar de las bendiciones de Dios. Salomón dice: No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegra en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios (2:24). Obviamente disfrutar las bendiciones de Dios no significa encontrar todo nuestro significado en estas bendiciones. Pero también es incorrecto olvidarnos de disfrutar las bendiciones de Dios, porque, como su hijos, él quiere que las disfrutemos. Puede ser tiempo con la familia, buena comida, una cita con la pareja, fiestas, deportes, lo que sea.

Nuestro trabajo también tiene significado. En vez de ver el trabajo solo como una manera de proveer para nosotros, podemos ver el trabajo como una oportunidad de servir a otros con el amor de Dios. Solo cuando nos damos cuenta de que el verdadero significado se encuentra en Cristo podemos ser libres para vivir nuestras vidas así. Solo cuando nos vemos a nosotros en la historia de Dios desde “arriba del sol”, podemos encontrar significado en esta vida “debajo del sol”.

Salomón dice: Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo (2:26). Sabemos que por nosotros mismos es imposible agradar a Dios. Pero Jesús agradó a Dios perfectamente por nosotros como nuestro Sustituto. Y ahora a través de la fe en su obra, agradamos a Dios. Como el autor a los hebreos explicó: “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). Sólo por esta fe en Jesús podemos disfrutar de las bendiciones que Dios nos da en este mundo. Esto es algo que los incrédulos no pueden hacer. Salomón explica: Mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu (2:26). Para los incrédulos, es imposible encontrar el verdadero significado tanto en este mundo como en la eternidad. Pero para los creyentes es diferente. Ya entendemos que el verdadero significado se encuentra en Cristo tanto en este mundo como en la eternidad.

Hermanos en Cristo, ¿alguna vez ha odiado su vida? Tal vez no es malo si odiamos nuestras vidas. Tal vez significa que estamos en un buen lugar espiritualmente. De hecho es Jesús quien dijo: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna guardará” (Juan 12:25).

Si el verdadero significado se encontrara en este mundo, moriría con nosotros. Pienso en este año, por ejemplo. Si no hubiéramos tenido el verdadero significado en Cristo, sería demasiado triste despedirme de ustedes (no es decir que no es triste). No sabríamos si volveríamos a vernos en el futuro. Pero porque hemos encontrado el verdadero significado en Cristo, sabemos que sí, nos veremos de nuevo, si no en este mundo, definitivamente en el cielo. Y es precisamente por este verdadero significado en Cristo que este año tuvo significado. Conocí a ustedes, mis hermanos en la fe, y tuve la oportunidad de adorar a Dios y aprender de la Biblia con ustedes. Pudimos encontrar significado en este año precisamente porque el verdadero significado se encuentra en Cristo, y gracias a Dios, tenemos este conocimiento.

Entonces, hermanos en Cristo, demos gracias a Dios por revelarnos el verdadero significado en Cristo. Demos gracias a Dios por permitirnos disfrutar de sus bendiciones correctamente en esta tierra. Y demos gracias a Dios por fortalecernos en la fe por el Espíritu Santo hasta que lleguemos al cielo para disfrutar la bendición de la perfección con nuestro Dios para siempre. Amén.

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