Décimo Séptimo Domingo de Pentecostés
El aumento de la fe aumenta el deber; el aumento del deber aumenta el deleite.
Tema del Día
En el reino de Cristo, el aumento de la responsabilidad conlleva un aumento de las oportunidades de servicio. Un aumento en la fe trae un aumento en la oportunidad de aferrarse a las promesas de Dios a pesar de las pruebas y el sufrimiento. En condiciones normales, la persona se sentiría tentada por la amargura y el resentimiento. Pero no es el caso del cristiano. Sabemos que servimos a Aquel que vino primero a servirnos.
Oración del día
Dios todopoderoso, en tu bondad generosa, protégenos de todo mal del cuerpo y del alma. Haz que estemos dispuestos, con corazón alegre, a hacer cuanto te plazca; por tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre.
Primera lectura: 1 Crónicas 29:1-2,10-18
La gratitud de David se produjo después de que él y su pueblo hicieran un regalo increíblemente generoso al Señor. ¿Por qué esto suscita la gratitud de David? Al final de su oración, enumera las razones. Todo lo que habían dado al Señor l e pertenecía. Todo había salido de sus manos. De todos los usos que podían haber encontrado para estos tesoros, construir una casa para el nombre salvador del Señor superaba con creces cualquier otra.
1Después dijo el rey David a toda la asamblea: Solamente a Salomón mi hijo ha elegido Dios; él es joven y tierno de edad, y la obra grande; porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios. 2Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia.
10Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. 11Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 12Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.
14Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. 15Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. 16Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. 17Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. 18Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti.
Salmo 62
La Iglesia canta el Salmo 62 en los servicios que hacen hincapié en el descanso que encontramos en Jesús, no en nada que nosotros mismos logremos o soportemos. El tema del salmo es la absoluta fiabilidad de nuestro Dios, que nos mueve a acudir a él con fe y a contar con él en las crisis. Martín Lutero dijo: «El salmo 62 es un salmo de enseñanza. Nos instruye sobre la falsa confianza en los seres humanos y la verdadera confianza en Dios. Los seres humanos simplemente no ven que la confianza en las personas poderosas no vale nada, y se sorprenden cuando todo a su alrededor se derrumba. En cambio, cuando confío en Dios, mi alma queda satisfecha».
Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.
1En Dios solamente está acallada mi alma;
De él viene mi salvación.
2El solamente es mi roca y mi salvación;
Es mi refugio, no resbalaré mucho.
3¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre,
Tratando todos vosotros de aplastarle
Como pared desplomada y como cerca derribada?
4Solamente consultan para arrojarle de su grandeza.
Aman la mentira;
Con su boca bendicen, pero maldicen en su corazón.
Selah
5Alma mía, en Dios solamente reposa,
Porque de él es mi esperanza.
6El solamente es mi roca y mi salvación.
Es mi refugio, no resbalaré.
7En Dios está mi salvación y mi gloria;
En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.
8Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos;
Derramad delante de él vuestro corazón;
Dios es nuestro refugio.
Selah
9Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;
Pesándolos a todos igualmente en la balanza,
Serán menos que nada.
10No confiéis en la violencia,
Ni en la rapiña; no os envanezcáis;
Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.
11Una vez habló Dios;
Dos veces he oído esto:
Que de Dios es el poder,
12Y tuya, oh Señor, es la misericordia;
Porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.
Segunda lectura: 2 Tesalonicenses 1:1-5,11-12
Cuando Pablo se vio obligado a huir de Tesalónica, los cristianos tenían una fe incipiente. Mucho antes de lo que le hubiera gustado, Pablo se había escabullido de la ciudad bajo la amenaza de la persecución. Por eso, cuando Pablo escribió por primera vez a estos cristianos, parte de su oración era que su amor y su fe siguieran creciendo. Poco después, Pablo vuelve a escribir para dar gracias por la respuesta a su oración.
1Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo: 2Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 3Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; 4tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.5Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis.
11Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, 12para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Texto Sermón: Evangelio de Lucas 17:1-10
Jesús se había enfrentado a los fariseos en relación con un pecado particular con el que luchaban, a saber, el amor al dinero. Ahora Jesús se dirige a sus discípulos y aborda un pecado con el que sabe que tendrán que luchar. Tendrían la tentación de mostrar una falta de preocupación por los insignificantes y marginados. Tendrían la tentación de suponer que su estrecha relación con Jesús los colocaba en una posición de señorear a los demás en lugar de servir.
1Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! 2Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. 3Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. 4Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.
5Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. 6Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.
7¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? 8¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? 9¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. 10Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.
SEÑOR AUMÉNTANOS LA FE
Detrás de este mensaje de Jesús para nosotros hoy, hay un término que tal vez no nos gusta usar mucho para hablar de que somos nosotros para Dios, Siervos. La prueba de esto lo vemos en que nunca usamos esta palabra para expresar cual es nuestra relación con Dios. Preferimos decir que somos hijos de Dios, porque suena más cariñoso, o discípulos de Jesús, porque nos agrada ser instruidos por Él. Pero rara vez, o nunca, decimos que somos siervos de Dios porque esto sugiere la imagen de un amo y de alguien que sirve por obligación. Sin embargo, Jesús quiere que reflexionemos sobre las palabras finales que pronunció en este evangelio: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. Solo hemos hecho lo que es nuestro deber. Y esto es limitar el amor de Dios hacia cada uno de nosotros porque el evangelio nos anima a servir a Dios en las cosas más difíciles que tenemos en la vida cristiana, el no ser piedra de tropiezo para los que están empezando en la fe, porque abusamos de nuestra libertad cristiana, abusamos del perdón y no queremos servir.
En Apocalipsis leemos sobre el mensaje a la congregación de Éfeso: Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. (Apocalipsis 2:4), este primer amor es cuando llegamos a la fe, es el momento donde fuimos o somos pequeños cuando empezamos en este caminar y es el momento donde tenemos tantas ilusiones por ser creyentes porque esperamos estar con personas que nos ayudan a cambiar la vida con la Palabra de Dios. Pero que fácil olvidamos esto y nos volvemos como unos maltratadores de creyentes nuevos. Es lo que dice Jesús: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Recuerdo cuando estaba trabajando en una empresa donde la bienvenida a las personas nuevas era una chanza, que a veces, era muy pesada o hacían cosas para que fuéramos la burla para muchas personas. Es lo que hacemos en nuestras congregaciones siendo arrogantes con el saludo, abusamos de nuestra libertad cristiana con el alcohol o chistes de doble sentido. Incluso, al acercarnos al nuevo en la fe, en lugar de mostrar amor, solo hablamos mal de otros y decimos con quién sí o no pueden hablar. Lo más preocupante es cuando dejamos en evidencia que no nos importa la biblia y su enseñanza, confundiendo a los nuevos con falsas doctrinas. Pero lo peor es cuando los hacemos partícipes de nuestros propios pecados. Pensemos en las historias donde pastores se han metido sentimentalmente con las mujeres nuevas de la congregación y hasta se han divorciado por vivir esta aventura, o un tesorero que administra mal las ofrendas y los nuevos se dan cuenta que esto sucede cuestionándose si la honradez es un don que no es necesario para la fe. Pero hay un ejemplo final que Jesús usa en esta situación: el tener relaciones rotas con hermanos en la fe y no perdonar. Realmente Jesús quiere que pensemos como es nuestra vida congregacional, Él quiere que veamos cómo es nuestra relación con nuestros hermanos en la fe y la práctica del perdón. Pero más que esto reconozcamos que hemos hecho de nuestra congregación un infierno en un pueblo pequeño por nuestro orgullo. Por esto merecemos el castigo que dice Jesús: Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Merecemos morir eternamente por no honrar a Dios en primer lugar y por no amar al prójimo como a nosotros mismos.
Jesús al decir a sus apóstoles que miraran por ellos mismos, es lo mismo que nos dice a nosotros porque esta Palabra es viva y eficaz. Si tenemos evidencia que hay un hermano que esta haciendo caer al nuevo en la fe, o al débil en la fe, necesitamos tener esta practica que manda Jesús: Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. 4Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. Ya hemos hablado en otros sermones sobre el uso de las llaves, pero también es importante notar que Jesús manda aquí a no poner límite al perdón. Nosotros no podemos olvidar que estamos llamados a cuidar nuestra fe y la de todos los hermanos y aún cuidar nuestra congregación, esto no es solo un mensaje para los pastores o líderes de nuestra iglesia, es un mensaje para cada miembro de nuestras congregaciones, vivamos en el perdón que Jesús nos dio. Los Apóstoles al escuchar esto solo hicieron una petición: Auméntanos la fe. Esta frase es la parte clave de este mensaje para hoy, Jesús quiere que no dudemos de su obra hecha por nosotros. Fue tan perfecta la vida de Jesús que nunca fue tropiezo para nadie, el apóstol Juan fue una persona vengativa, cuando pasaban por tierra de Samaritanos y nos los dejaron entrar, pidió a Jesús que destruyera este pueblo con un rayo, de esta manera él y su hermano fueron piedra de tropiezo para los samaritanos que estaban escuchando de Jesús por primera vez y no solo Jesús les reprendió sino que Juan aprendió su lección y tiempo después escribió Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. (1 Juan 3:5). Dos verdades encontramos en este versículo, la primera: quitó nuestros pecados de ser piedra de tropiezo en la cruz, pagando el castigo que nosotros merecemos y dándonos la verdadera Paz y lo Segundo, la vida perfecta de Cristo fue atribuida a nosotros, por esto Juan señala que también fue perdonado por lo que Cristo hizo en ese momento en tierra de Samaritanos y esto nos beneficia a cada uno de nosotros.
Por esto mis hermanos, el Espíritu Santo juega un papel importante en nuestras vidas porque Él aumenta nuestra fe, aunque creamos que tenemos una fe débil o disminuida, hace cosas grandes en nuestras vidas como el reconocer que somos “Siervos Inútiles”. La parábola pregunta: ¿Acaso un amo disculpará a su siervo (que ha trabajado todo el día en el campo) de prepararle la cena? ¿O le agradecerá a su siervo por hacer lo que se le había dicho que hiciera? Jesús dice que ningún discípulo debe buscar alabanzas ni elogios especiales por hacer solamente lo que es su deber. El Espíritu Santo siempre nos lleva hacer más de lo que tenemos que hacer, el perdonar sin condiciones y pedir perdón cuando reconocemos que somos piedra de tropiezo para alguien. Hacemos más cuando el Espíritu Santo señala lo que necesitamos cambiar para no ser piedra de tropiezo para nadie y tener la madurez espiritual siempre para ayudar y enseñar al nuevo en la fe. Una cosa muy importante es reconocer cual es la libertad cristiana que la Biblia nos enseña porque cuando abusamos de ella los que más sufren son los hermanos nuevos o los débiles en la fe. Por esto necesitamos aprender bien la aplicación de cada mandamiento para mantener viva la voluntad de Dios motivada por el Evangelio y así poder ser ejemplo y columnas de la iglesia de Dios. Mis amados hermanos, la fe Salvífica, que es la que habla Jesús en este sermón solo es dada y sostenida por el Espíritu Santo y por esto es importante mantener el Evangelio en nuestras vidas y los sacramentos porque es la única manera que aumenta la fe. Amén
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