Vigésimo Domingo de Pentecostés

La ley produce una dependencia total.

Tema del Día

La opinio legis, u «opinión de la ley», siempre dirigirá la atención de la fe hacia las buenas obras. Como confesamos, «las obras se hacen notorias entre los hombres. La razón humana las admira naturalmente, y como sólo ve obras, y no entiende ni considera la fe, sueña en consecuencia que estas obras merecen remisión de pecados y justifican.

Oración del Día

Señor, guarda a tu casa, la Iglesia, en continua piedad, y líbranos de todas las adversidades para que, bajo tu protección, podamos servirte con verdadera devoción y santas obras; por tu Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y siempre. Amén

Primera lectura: Deuteronomio 10:12-22

En su discurso de despedida, Moisés se asegura de que los israelitas no olviden esa historia. Después de tomar posesión de la tierra en la que estaban a punto de entrar, tendrían la tentación de pensar que se debía a su rectitud. Por eso, Moisés les obliga a recordar algunos detalles desagradables de su pasado colectivo. Entra en el mayor detalle al recordar su adoración del becerro de oro, pero también menciona brevemente otros ejemplos de su rebelión. Sólo gracias al amor y la fidelidad de Dios no habían sido destruidos.

12Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; 13que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? 14He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella. 15Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día. 16Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. 17Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; 18que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido. 19Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. 20A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás. 21El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. 22Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.

Salmo 90

La Iglesia canta el Salmo 90 en los servicios en los que reconocemos la perspectiva que surge tras el paso del tiempo, especialmente cuando la alegría llega tras el alivio de la aflicción. Es el único salmo escrito por Moisés y encabeza los libros IV y V del Salterio. Martín Lutero dijo: «El Salmo 90 es un salmo de enseñanza. Moisés enseña que la muerte viene como resultado del pecado, que es innato desde Adán a todos nosotros, aunque sólo la conozca Dios y esté oculta al mundo. El salmo afirma que la vida aquí es corta y miserable, y bien podría calificarse de muerte cotidiana. Pero eso es sorprendentemente bueno, porque somos impulsados a la ayuda misericordiosa de Dios para la liberación. El salmo termina con la oración de que Dios nos muestre esta liberación enviando a Cristo. Es una pequeña oración breve, fina, rica y llena».

Oración de Moisés, varón de Dios.

1Señor, tú nos has sido refugio

De generación en generación.

2Antes que naciesen los montes

Y formases la tierra y el mundo,

Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

3Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,

Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

4Porque mil años delante de tus ojos

Son como el día de ayer, que pasó,

Y como una de las vigilias de la noche.

5Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño,

Como la hierba que crece en la mañana.

6En la mañana florece y crece;

A la tarde es cortada, y se seca.

7Porque con tu furor somos consumidos,

Y con tu ira somos turbados.

8Pusiste nuestras maldades delante de ti,

Nuestros yerros a la luz de tu rostro.

9Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;

Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10Los días de nuestra edad son setenta años;

Y si en los más robustos son ochenta años,

Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,

Porque pronto pasan, y volamos.

11¿Quién conoce el poder de tu ira,

Y tu indignación según que debes ser temido?

12Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría.

13Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo?

Y aplácate para con tus siervos.

14De mañana sácianos de tu misericordia,

Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

15Alégranos conforme a los días que nos afligiste,

Y los años en que vimos el mal.

16Aparezca en tus siervos tu obra,

Y tu gloria sobre sus hijos.

17Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,

Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;

Sí, la obra de nuestras manos confirma.

Segunda lectura: 1 Juan 2:15-17

El mandato de Juan de no amar al mundo ni las cosas de este mundo. El amor al mundo es peligroso porque no deja espacio para el amor al Padre. Tanto si esa frase se refiere a nuestro amor al Padre como a su amor por nosotros, el resultado es el mismo. La necesidad de amar al mundo y las cosas del mundo como prueba de nuestro valor queda eliminada por el amor del Padre hacia nosotros. En consecuencia, es sustituida por nuestro amor a Él.

15No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Texto del Sermón: Evangelio de Lucas 18:18-30

Un gobernante se acercó a Jesús, aún no había aprendido esta importante lección de depender de Dios. Suponía que había cumplido los mandamientos de Dios desde su juventud. Suponía que ya había hecho casi todo lo que Dios le pedía. Evidentemente, la voz en su interior le decía que todavía le faltaba algo. Supuso, sin embargo, que, con un poco de ayuda de un buen maestro, podría hacer lo que aún le faltaba. «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?»

18Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 19Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. 20Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. 21Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. 22Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 23Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. 24Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. 28Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido. 29Y él les dijo: De cierto os digo,que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

HERMANOS ¿PODEMOS DAR TODO PARA GANAR LA VIDA ETERNA?

Hay algo muy importante para todo el mundo que viene el próximo año. Va a cerrar empresas, atraer multitudes, causar mucha alegría, pero también va a causar luchas y violencia. ¿Saben ustedes que es? La copa mundial de FIFA. Estoy muy emocionado ver los partidos y dar mi apoyo a Colombia. (Si, a Colombia. Lo siento por los hermanos que vienen de otros países. Los Estados Unidos van a quedar eliminados muy pronto y, tristemente, Santa Lucia nunca va a entrar al mundial.) Pero tengo una pregunta muy seria e importante para ustedes. ¿Que darían para que Colombia quede campeón? ¿Que darían para que su país quede campeón? ¿Dejar de beber café por los anos entre los torneos? No sé si Pastor Henry haría eso. ¿Prometer a la esposa que va a sacar la basura cada semana por toda la vida? ¿Dar la mitad de sus ganancias por un ano? No voy a preguntar a ustedes compartir respuestas porque probablemente algunos tienen respuestas vergonzosas que podrían causar luchas.

Y ahora, en el tema de que daríamos, ¿que darían ustedes para seguir a Jesús? No es mi intención hacer una trampa para ustedes, pero si tenían más dificultades en pensar en que daría para Jesús, no están solos. Hubo un chico en nuestra historia de hoy que tenía una experiencia muy similar. Pero su cuestión no era sobre futbol.

¿Qué haré para heredar la vida eterna? Buena pregunta para el Hijo de Dios. Y Jesús tenía dos respuestas para el chico, uno que le gustó, otro que no le gustó. Primera respuesta: “Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.” Así era la respuesta que quería el hombre. Dijo, “Todo esto lo he guardado desde mi juventud.” ¿Como? ¿Otra vez? ¿Este hombre de verdad creía eso? Si, lo creía. No era un fariseo, pero tenía creencias muy similares a ellos. Obviamente sabía quién era Jesús y un poco sobre él, pero parece que no conocía sus enseñanzas. Porque Jesús dijo, “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio.” Es muy improbable que este hombre nunca se enoje con nadie. Y en el mismo sermón Jesús dijo, “que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Otra vez, no queremos juzgar el corazón, pero dudamos que el hombre nunca haya hecho eso. En el contexto, Jesús dijo, “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” No, no puede ser. Pero el hombre todavía creía que ha cumplido la ley perfectamente desde su niñez y era digno de la vida eterna.

Pero no creo que este hombre fuera egoísta o demasiado orgulloso. Creo que fue víctima de un mal entendimiento de la ley. Probablemente él ha escuchado a las enseñanzas de sus lideres judíos, y tenía una idea incorrecta del propósito de la ley. La cosa es que, la ley no es como una lista para chequear y terminar cada día. No podemos mirar al cuarto mandamiento y decir, “Llamé a mi madre hoy, ya tengo cumplido el cuarto.” No, los mandamientos son guías y requisitos constantes, que no podemos cumplir todo el tiempo. Por eso, es muy bueno que estudiemos las explicaciones de los mandamientos que escribió Martin Lutero. Estamos equivocados si entendemos del quinto mandamiento que la única manera de romperlo es matar a alguien. No, como explica Lutero, si no siempre hemos cuidado a nuestro prójimo y no le hemos ayudado en toda manera posible, hemos quebrantado el quinto mandamiento. Este hombre no entendía la ley de Dios.

Pero en cambio de proveer una explicación larga al hombre, Jesús, quien conoce los corazones de todos, le mostro la raíz de su error. ¿Qué dice Jesús? “Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.” Y en comparación con su primera respuesta, el hombre principal no quiso oír esta. Se fue muy triste, porque tenía mucho dinero. Su dinero fue su ídolo. Y como sabemos, tener un ídolo, poner algo como más importante que Dios, es romper el primer mandamiento. ¿Que hizo Jesús, el buen maestro? Ensenó al hombre principal que, aunque en su mente ha cumplido la ley en las relaciones con hombres, ha rompido desde el principio el primer mandamiento por sus prioridades pecaminosas. Jesús no lo hizo por ira o disgusto del hombre, sino por amor. Marcos cuenta este episodio también, y dice que Jesús miró al hombre y sintió amor por él. Compasión. No quiso dañar al hombre, quiso salvarlo. Pero a veces la manera de salvar es mostrar donde está equivocado.

Últimamente, aunque el hombre principal creía que tenía una buena relación con Dios, no era la verdad, porque irónicamente el precio de seguir a Jesús fue demasiado costoso para este hombre rico. Y por eso cuando él salió, Jesús dijo, “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” Y los discípulos estuvieron asustados por esta declaración.

Ahora, otra vez llegamos a un versículo que ha sido la víctima de mala interpretación. Hay dos lados opuestos en que no queremos caer. El primero es decir que nadie que es rico va a entrar el cielo, y el segundo es decir que Jesús usaba una imagen de dificultad, pero no literalmente imposibilidad. Los dos son incorrectos, y voy a explicar por qué. El primero que dice que es imposible para los ricos tener la vida eterna no es verdad porque el tamaño de su billetera no determina su posición ante Dios. Vamos al cielo solo por fe en Cristo, gracias a su vida perfecta y muerte. Si alguien que tiene billones de dólares cree en el corazón y confiesa con la boca que Jesucristo es Señor, es salvo. Y tenemos muchos ejemplos de personas adineradas que recibieron la vida eternal: Abraham, Job (quien tenía mucho, perdió todo, y después tenía mucho otra vez), José en Egipto, el Rey David, y Daniel. Y en el nuevo testamento Zaqueo era rico, también José de Arimatea. Sabemos que solo tener dinero no es pecado. Jesús no condena a todos ricos en esta historia.

Por otro lado, algunos quieren decir que Jesús no usa una imagen de imposibilidad. Eso hizo un maestro mío en mi colegio, que era un colegio católico (porque crecí en Santa Lucia, que es una isla mayormente católica romana, y las escuelas también tenían esa cultura.) Él dijo que Jesús hablaba sobre una puerta en la pared de la cuidad se llama “El ojo del Agujo.” Dijo que esa puerta era muy pequeña y la gente tenía que guiar los camellos a través de ella en las rodillas, que fue muy difícil pero no imposible. Esta explicación tiene razón según la inteligencia de los seres humanos, pero hay algo en la historia que muestra que esta explicación no vale. Miren ustedes a la reacción de los discípulos. Es una de escándalo y desesperación. “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” No dicen, “Dale, entendemos ahora Jesús, sería difícil pero posible después de alguno trabajo.” Están muy preocupados por la declaración de Jesús. Y ahora escucha a la respuesta de Jesús. “Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.” Jesús mismo dice que la situación es imposible. De hecho, la situación espiritual de cada persona es totalmente imposible mejorar para los hombres. Solo Dios tiene el poder de salvar a los perdidos, no importa si tienen mucho o poco.

No es una coincidencia que mi maestro católico quiso incluir las obras en su explicación de la historia. Es una tentación para mucha gente, incluso nosotros a veces, queremos tener un propósito de cumplir algo para ayudar con nuestra salvación. Queremos contribuir algo. Nuestra experiencia en la vida nos muestra que nada es realmente gratis. Y es algo bonito querer hacer buenas cosas para Dios y servir a él, pero estamos equivocados si pensamos que estas nos ayudan con la salvación. Estos pensamientos vienen de una confusión de las doctrinas de la justificación y la santificación.

La justificación es algo que Jesús hizo por nosotros. Él vino al mundo, él vivió una vida perfecta, él murió en nuestro lugar como sacrificio, y él resucitó para vencer a la muerte. Cuando dijo, “Consumado es,” habló con certeza. Nuestra salvación ha sido lograda, y nuestro estado ante Dios ha sido cambiado. Somos salvos. Aun una vida entera de pecado no puede sobrepasar la obra de Jesús, como vimos con el ladrón en la cruz. Y aun una vida de seguir los mandamientos no puede sanar la enfermedad del corazón, como vimos en el hombre principal de esta historia. Hablando de justificación, lo que hacemos no vale; lo que hizo Jesús es la única que importa.

Otra cara de la misma moneda, después de recibir la salvación de Jesús, somos hecho nuevos y empezamos nuestras vidas de santificación. Y en esa, las obras si son importantes. Como dice Santiago, la fe sin obras es muerta. Nosotros cristianos naturalmente hacemos cosas buenas, para familiares, vecinos, y extranjeros. Pero caer en esta vida no es perder la salvación de Dios. En nuestras vidas difíciles y complicadas, vamos a confundirnos, tomar malas decisiones, y caer en pecado. Pero siempre vivimos en el perdón por la sangre de Jesús. Vivimos en un estado de gracia, debido a nuestra justificación. Y esta justificación no puede ser comprado, pero tiene un precio.

El precio de seguir a Jesús es poner a él en la posición primera en la vida. Por eso fue demasiado caro para el hombre principal. Miren que Jesús no dijo a Zaqueo que debería donar todo su dinero y vivir en pobreza. La instrucción para el hombre principal sirvió para mostrar su ídolo y pecado. No es un mandato que aplica a todos los ricos que quieren seguir a Jesús. Pero no importa quien, siempre hay un costo de ser cristiano. Como nota Pedro, los discípulos han dejado sus posesiones y han seguido a Jesús. Y en el futuro iban a perder mucho más por el evangelio.

¿Que han perdido ustedes para Jesús? ¿Familia? ¿Comodidad en el trabajo? ¿Una relación? Estoy seguro de que todos nosotros tenemos historias de desafíos. Gracias a Dios, vivimos en un país donde la cristiandad es muy común y aceptado, pero eso no significa que nunca vamos a experimentar cosas difíciles. Pero como dice Pablo, las cosas de este mundo no valen nada en comparación con la gloria que viene. Y tenemos la promesa de Jesús, “De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.” ¿Que vamos a recibir en este tiempo? Paz, perdón, amor, ángeles que nos protegen, el Espíritu Santo que intercede por nosotros, y la promesa de Dios que él va a conformar cada casa para nuestro bien. Para estas no existe un valor en moneda. ¿Y qué vamos a recibir en el siglo venidero? Un lugar sin dolor, sin tristeza, sin peleas. Paz perfecta. Compañerismo total. Y adoraremos a nuestro Dios que dejó todo para nosotros, para que podamos tenerlo todo. Amén

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